A principios de 2010, Cristian Mayorga se coronó campeón nacional en el evento Red Bull Free Style.
Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO
Ese mismo año, en el mes de abril, Mayorga representó al país en la competencia internacional de Red Bull que se llevó acabo en Cape Town, Sudáfrica, en donde logró el tercer puesto en el podio de los vencedores.
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A pesar de sus logros deportivos y su creciente fama, Mayorga cayó en el mundo de las drogas y tuvo que someterse a un proceso de rehabilitación en una institución de Bucaramanga.
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Sin embargo, su drama por el consumo de drogas no paró ahí. Cristian viajó con su familia a la ciudad de Cali, donde posteriormente desapareció.
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Durante seis meses Mayorga deambuló por las calles de Buenaventura, donde se las arreglaba haciendo malabares en un semáforo del barrio La Victoria.
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En Buenaventura, Cristian fue reconocido por el odontólogo Rodrigo Castro, quien contactó a la Fundación Propósito Integral para la Sociedad (Pips) con el fin de brindarle ayuda e iniciar un nuevo proceso de rehabilitación.
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En compañía de su madre, Marta Hoyos, y Freddy Pérez, director de la Fundación, Cristian comenzó su recuperación en Cali.
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Doña Marta, su mamá, le dijo a EL TIEMPO que, posiblemente, la separación de sus padres afectó a Cristian, quien se desmoronó y sucumbió ante los alucinógenos.
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“En Cali hay muchas fundaciones que se dedican al tema de la desintoxicación, pero nosotros vamos más allá y trabajamos con la familia”, aseguró Freddy Pérez, director de la Fundación Pips. De ahí que el apoyo de su madre sea tan importante para su transformación.
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Actualmente, Cristian está en proceso de desintoxicación, pero se ve más emocionado y sin dejar de amar el balón, que ha sido su fuente de sustento en la vida y en los tortuosos días que habitó en la calle.
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Además de su mamá y su hermano, Cristian cuenta con una gran fanaticada que lo ha impulsado a seguir descrestando al mundo con sus habilidades con el balón.
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Desde el mes de mayo, Cristian está limpio. Pese a que en un principio no fue fácil su adaptación a la Fundación, él está poniendo su mente en orden con la misma disciplina que adquirió en su juventud para manejar el balón sobre sus hombros, pies y cabeza.