Ese martes 24 de agosto, Isabel Cristina Ontaneda ingresó a uno de los quirófanos del Hospital Universitario del Valle (HUV) con la esperanza de que la cirugía le quitaría de una vez por todas la temblecía en sus manos y en sus piernas.
Desde hace más de 15 años a esta caleña, de 61 años, le detectaron el mal de Párkinson y ningún medicamento que ha tomado en ese período le ayudó para tener la firmeza de sostener los cubiertos y de no regarse encima los alimentos, para bañarse y para caminar sin el temor a caerse.
La cirugía la practicó el neurocirujano caleño Óscar Andrés Escobar, quien estuvo al frente de todo un equipo de médicos en ese quirófano del HUV.
Durante ocho horas, los especialistas se dedicaron a implantar un par de electrodos en el cerebro de doña Isabel Cristina. Estos electrodos tienen cables delgados aislados dispuestos en espiral con polos en la punta del electrodo. A su vez, una extensión se conecta a los electrodos y se conduce bajo la piel desde la cabeza al tórax superior pasando por el cuello.
Dentro de la operación, el equipo del HUV implantó un pequeño dispositivo, similar a un marcapasos cardíaco. Consta de una batería y componentes electrónicos como una pila.
Usualmente, este tipo de implantaciones es bajo la piel en el tórax, debajo de la clavícula. Si el paciente lo requiere, el cirujano puede implantar el neuroestimulador en el abdomen. La idea, de acuerdo con el médico Escobar, quien es docente de la Universidad del Valle, este marcapasos del cerebro genera los impulsos eléctricos necesarios para la estimulación.
Puede empezar generando una corriente de 0,5 milivoltios que puede pasar 1,0, dependiendo de las necesidad del paciente.
La cirugía terminó a eso de las 3:00 de la tarde de ese 24 de agosto y cinco días después de que doña Isabel Cristina se mantuvo hospitalizada en el HUV, salió sin que nada de su cuerpo le temblara con su única hija, Fernanda Vergara.
“Físicamente me siento bien, anímicamente fenomenal. Me cambió la vida. Le doy gracias a Dios primero que todo y a los médicos del Hospital Departamental”, dijo la señora que por este mal tuvo que cerrar el restaurante que tenía para vivir. Hoy dependen económicamente de su hija, quien es esteticista y quien de una amiga recibió la recomendación para consultar a los médicos del HUV. “Antes, nada me servía. Cuando me detectaron la enfermedad, no me podía mantener en pie, no podía caminar. Tenía que pedir ayuda a Fernanda para bañarme y vestirme, y a la hora de comer me chorriaba. Ahora ya puedo salir sola del apartamento”.
El neurocirujano Escobar, dijo que ella era una paciente con una calidad de vida muy deteriorada. Afirmó que esta operación ya se viviene realizando, también de manera exitosa en clínicas privadas de la ciudad. También en otras capitales del país, como Bogotá, Medellín y Cartagena.
Pero sostuvo que teniendo en cuenta las condiciones del Hospital Universitario, que está en un proceso de Ley 550 para reestructurar sus pasivos, esta intervención es significativa en un hospital público de la región. Dijo que el período del funcionamiento del marcapasos cerebral puede oscilar de tres a cinco años. Una vez se cumpla ese lapso, doña Isabel Cristina tendrá que someterse a una nueva cirugía de recambio del neuroestimulador.
Iris Tatiana Montes, jefe de Residentes de Neurocirugía de Univalle y del programa de Formación del HUV, dijo que es un logro para la salud en el Valle.
CALI