Quienes transitan por primera vez la Avenida Sexta creerán que es solo un mito urbano, pero en sus calles, llenas de luces tenues y ventas ambulantes, la rumba hizo su historia.
Mitos que tienden a decir que esa avenida era como una mujer que, con sus calles curvas, seducía a quien se atreviera a caminarla, pues al primer paso la alegría desenfrenaba a cualquier persona cuerda.
Hay ruinas de sitios donde cantantes como Héctor Lavoe y Willie Colón hicieron que los salseros ‘azotaran la baldosa’; y donde algún día los caballos en Ferias marchaban al compás de los ‘narcos’, entre sus sueños de despilfarrar dinero en trago y mujeres.
Agustina Ruiz, llegó por aquí desde Tumaco buscando futuro para su hija. Desde hace 52 años vende sus productos autóctonos del Pacífico y recuerda que gracias a eso hoy su pequeña es una profesional, pero con tristeza rememora las mejores épocas del sitio.
La destrucción de ‘La Infancia’, monumento de Héctor Lombana, fue el último golpe. “Los andenes están destruidos, el olor a orines es insoportable; aunque llegan extranjeros, muchos se van desilusionados”, dice la mujer. Algunas fachadas se conservan, pero al abrir sus puertas las edificaciones están huecas o son parqueaderos.
En la década de los 70 llegó la rumba, en los años 80 los teatros Calima y Bolívar también atraían familias completas iban con sus mejores trajes a ver las funciones. Era la Sexta que inspiró al legendario escritor Andrés Caicedo.
Oasis, un negocio sin puertas y hoy a la deriva, se colmaba de tertulias y risas que se perdían con la brisa. Hoy solo quedan los vestigios de las 53 bancas de cemento, 72 columnas revestidas de mármol que portaban lámparas y teléfonos monederos, además de 76 barandas metálicas rojas, algunas torcidas, entre la Avenida 4N y la Calle 20.
El narcotráfico se metió a ese ritmo hasta su caída en los 90. La Sexta sufrió por ausencia de esa clientela, pero la rumba siguió hasta cuando se abrieron otros sectores de rumba.
Carlos Fernando Velasco, presidente de la Asociación de Establecimientos Nocturnos de Diversión de Cali (Asonod), dice que se trabaja en proyectos para recuperar la Sexta.
La Empresa Municipal de Renovación Urbana y la Alianza para la Renovación Urbana (Camacol, la Cámara de Infraestructura, la Lonja de Propiedad Raíz y 35 empresarios), han planteado volver a la ‘zona rosa’.
El trasteo de parte de la rumba a otros sectores ha llevado a que en la avenida del norte aparezcan centros médicos, instituciones educativas, oficinas y restaurantes en los antiguos edificios rumberos. De noche cruza la prostitución.
Hay ‘rumbiaderos’ que persisten como ‘La Mayor’ a cargo de Carlos Vargas, cuya filosofía es “no vivir del pasado para tener buen presente. Hace 17 años no vendo la botella de whiski tapa azul por un millón de pesos, ni tampoco me hago los 8 millones en una mesa. Es cuestión de adaptación y seguir luchando”.
Celebra, además, las iniciativa de ‘Cali 24 horas’ gestada desde el gobierno de Maurice Armitage.
Empresarios como Álvaro Altamirano le han apostado al renacimiento de la Avenida Sexta, su aporte comenzó desde hace año y medio en el antiguo teatro Bolívar, donde hoy funciona un centro de eventos que puede alojar a más de mil personas. “La Sexta se cayó por falta de autoridad y seguridad, estamos apostándole a que la gente regrese pero también necesitamos apoyo de la administración municipal”, dice.
“Venimos en inspecciones de control en parqueos y niveles de ruido en la Sexta, además, verificamos que los documentos estén al día”, señala Vásquez.
Por allí esperan meseros, Dj y bailarines ue no le pierden la fe a una avenida pegada a la historia de Cali.
CALI
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