Katherine Padilla Ortega estuvo a punto de hacerle a su expareja lo mismo que un joven le hizo a la suya en el municipio de Galapa (Atlántico): prenderle fuego con gasolina y un fósforo.
Por fortuna, Tomás Redondo Manotas, quien alcanzó a ser rociado con gasolina, pudo darse a la huida antes de que el fósforo prendido tuviera contacto con su humanidad. Los hechos ocurrieron en el municipio de Usiacurí, en Atlántico.
“Le eché gasolina porque uno se ciega por tantas groserías, maltratos, humillaciones y desprecios que uno tiene que aguantar, la rabia da para todo. Me cogió por el pelo, me estrujó y me tiró por allá, pero lo que más rabia me dio fue cuando cogió a pegarle a mi pelaíta, por eso cogí un frasco de gasolina y se lo eché todito, donde me lo cojo lo prendo para que sea serio y respete”, relató molesta Padilla Ortega.
Dos policías llegaron al lugar y tras calmar los ánimos le pidieron a la mujer que se retirara del predio.
Padilla Ortega, de 37 años, insistió en que los problemas con su expareja empezaron hace cinco años cuando este consiguió un empleo en una estación de gasolina en el municipio. Dicho trabajo le serviría para frecuentar una mujer casada con la que tuvo otro hijo.
En medio de peleas y reconciliaciones ha transcurrido la relación sentimental de esta pareja. Incluso, Padilla Ortega sostiene que ha tenido que enfrentarse varias veces contra la otra mujer.
"Él se fue a vivir nuevamente con la otra mujer, pero otra vez regresó a la casa. Un domingo lo llevaron borracho a la casa y me llamó para insultarme. Pasó un mes y se arregló con ella, pero ya no se quiso ir de la casa. Fue peor porque vivía más allá que acá.
En estos momentos, Katherine cuenta con un Amparo Policivo, al tiempo que la mujer inició un proceso de inasistencia alimentaria en contra de Redondo, ya que este no responde por sus dos hijos.
BARRANQUILLA.