Con palos, piedras, sacos y todo lo que pueda obstruir, es como en los últimos años los habitantes de Santa Verónica (Atlántico) defienden la franja de playa, que les queda, de la fuerza del mar.
En esta zona costera del norte del Atlántico, se libra desde hace más de 20 años una lucha para evitar que el mar se trague las playas, kioscos, palmeras, casas y todo lo que encuentre a su paso, en consecuencia de la erosión costera.
Santa Verónica, corregimiento del municipio de Juan de Acosta, es uno de los balnearios más importantes del Atlántico, al que en un fin de semana pueden llegar hasta 3.000 turistas a disfrutar de los restaurantes y sus playas.
Cuenta con unos tres kilómetros de playa, en los que se encuentran 23 establecimientos comerciales, que generan unos 350 empleos. En temporada alta algunos alcanzan ventas diarias (por los servicios de restaurantes y hotelería) de 10 millones de pesos.
Aquí los habitantes aprendieron a vivir y jugar con las corrientes marinas. Saben cómo robarle espacio al mar, en especial a final del año, cuando llegan las brisas, sube la marea y las olas golpean con más fuerza a estas costas y dejan bajo el agua parte de la playa.
En enero le eché tres camiones de piedra y arena, que es cuando el agua sube y borra la playa frente a mi negocio. Pero luego baja y volvemos a tener playa
Cuando la marea sube, algunos dueños de negocios de inmediato construyen muros de contención de hasta un metro de altura, con piedras, arena y cemento.
Es el caso de Amanda Jiménez, dueña del restaurante Los Caracoles y quien tiene 50 años de vivir en estas playas, asegura que ha construido cuatro muros para evitar que el mar se lleve su negocio y casa, que están frente a la playa.
“En enero le eché tres camiones de piedra y arena, que es cuando el agua sube y borra la playa frente a mi negocio. Pero luego baja y volvemos a tener playa”, cuenta la mujer, quien asegura que ya perdió la cuenta de la plata que ha gastado en todos estos años tratando de proteger su negocio.
Similar historia cuenta Fabián Jiménez, quien afirma a ver visto como el mar en dos días se lleva la playa y luego vuelve y la trae. “En diciembre le metimos casi tres millones de pesos en piedra, arena y cemento a un muro”, cuenta él.

Hace 20 años así era la zona costera de este balneario.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
La administradora del restaurante El Encanto de la Sirena, Claudia Padilla, quien nació frente a estas playas, no olvida cuando colocaban tarimas para realizar eventos como Las Chicas Tanga o fiestas patronales en estas playas, “los pelaos jugaba fútbol en ese terreno, hoy no queda nada”, asegura.
Esta pelea con el mar no ha permitido que Santa Verónica deje de ser uno de los balnearios más visitados del Atlántico. Cuando el mar afecta parte de la línea costera los establecimientos comerciales siguen en pie ofreciendo sus servicios de restaurantes, bajo los frescos kioscos.
La vida a este apacible pueblo se les comenzó a complicar en 1988 cuando sintieron la fuerza de la naturaleza con la llegada a estas costas del coletazo del huracán El Joan.
“Desde entonces las cosas cambiaron. El mar comenzó a erosionar el cerro Ferú, nuestro guardián de las brisas y el salitre”, explica Eliécer Alba Viloria, un hombre de 69 años de edad dueños del restaurante La Red, establecimiento que ha logrado hacerle frente al mar con muros de contención.
Cuenta con orgullo que es hijo de Ángel Alba Reyes y Tulia Viloria, fundadores de Santa Verónica a mediados del siglo pasado. Recuerda que después del paso del Joan, la Gobernación del Atlántico construyó un espolón, cuyos restos aún quedan, el cual precipitó los problemas de erosión, por la forma antitécnica en que se construyó.
“Hay partes donde hay mucho sedimento que arroja el mar y en otras que no hay playa porque no hay sedimento”, señala el hombre considerado en el pueblo como un líder.
Él tiene claro que la situación que vive Santa Verónica no es otra cosa que lo que está provocando el calentamiento global, causa del deshielo acelerado en Groenlandia y la Antártida, lo que tiene el potencial de duplicar el nivel del mar. Y cuestiona que pese a la gran cantidad de estudios que se han realizado, la plata invertida en los mismos y las miles de promesas que han hecho políticos y funcionarios, hasta el momento no se haya puesto la primera piedra para atender este problema.

Algunas personas han levando muros para proteger sus propiedades de la fuerza del mar.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
Sobre los estudios señala Eliécer, hay que destacar que desde el 2009 hay análisis sobre el problema de la erosión que sacude en los 70 kilómetros de costas que tiene el departamento del Atlántico y que han sido realizado por prestigiosos investigadores del Invemar, las universidades del Magdalena, Atlántico y Norte, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA).
En uno de estos estudios se recomienda la instalación de por lo menos 11 espolones entre las playas de Palmarito y Santa Verónica (Juan de Acosta), cuya inversión está por encima de los 40 mil millones de pesos.
“Esos ingenieros parece que les diera pena preguntarle a la gente de acá sobre el tema. No queremos que nos llenen esto de espolones, porque el turista no quiere venir a mirar piedras sino a contemplar el mar y bañarse”, sostiene el hombre quien asegura que la solución está en la construcción de una gran espolón en forma de V en la zona norte.
Este es un problema que ya no da espera y como bancada Caribe tenemos que velar para que en este Plan Nacional de Desarrollo el Gobierno garantice más recursos para el componente ambiental
Sobre esta problemática la Representante a la Cámara por el Atlántico Martha Villalba, aseguró que ya radicó, ante la secretaría de la Cámara, una proposición para realizar un debate de control político sobre la contaminación y erosión de las zonas marinas y costeras en el país.
“Este es un problema que ya no da espera y como bancada Caribe tenemos que velar para que en este Plan Nacional de Desarrollo el Gobierno garantice más recursos para el componente ambiental. El Estado no compensa el sacrificio ni la inversión que se hace desde los entes territoriales para el mantenimiento y cuidado de nuestros ecosistemas marinos y costeros”, sostuvo la congresista.
La Gobernación del Atlántico ha invertido unos 30 mil millones de pesos en el proyecto de estabilización de playas de la zona costera del departamento. Han construido espolones en las playas de Puerto Colombia, Salgar y Country, donde la erosión también amenazó estos balnearios.
Para el caso de las playas de Santa Verónica, el gobernador Eduardo Verano, reconoce que hay estudios y que se requieren actualizarlos para realizar las inversiones que demanda esa zona.
“En los próximos días debe tener listo un proyecto que contempla la construcción de un espolón, pero necesitamos tener los estudios que nos permitan saber dónde lo vamos ubicar para que no genere inestabilidad en estas playas”, explicó el Mandatario, al precisar que se trata de una medida temporal, mientras se consiguen los recursos que demandan el gran plan de recuperación de esta zona costera.
Por su parte el director de la oficina de Prevención y Atención de Desastres del Atlántico, Edison Palma, aseguró que este proyecto que se está preparando tendrá una inversión de por lo menos 1.500 millones de pesos y cuya propuesta elabora su equipo en conjunto con funcionarios de la Secretaria de Infraestructura.
Pero mientras llegan estas obras el mar sigue arrinconando a Santa Verónica, y sus habitantes tratarán de defender con sacos, palos, y piedras la pequeña franja de playa que aún tienen.
Leonardo Herrera Delgans
Redactor de EL TIEMPO Barranquilla
@leoher69
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