Las masacres, pesadilla que durante un tiempo dejó cientos de muertos, sembrando el terror, provocaron desplazamientos y la ruina de pueblos enteros, sigue atormentando a algunos lugares del Caribe colombiano.
Los grupos violentos no se han ido de este territorio y, tal como están las cosas, pareciera que están tomando fuerza y volviendo a sembrar el luto y el dolor, especialmente en zonas apartadas hasta de la mano de Dios.
En lo que va corrido de este año, cinco masacres se han registrado en ciudades y pueblos del Caribe. En algunas han participado grupos armados ilegales. En otras corresponde a delincuencia común y un feminicidio.
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El Centro de Pensamiento UN Caribe, de la Universidad del Norte, que dirige el doctor Luis Trejo, lleva documentadas estas acciones violentas en la región.
En su último reporte, además de hacer alertas sobre la presencia de grupos armados ilegales, muestra los sitios y los casos donde se perpetraron estos hechos violentos.
En este informe aclaran que se entiende por masacre cuando tres o más personas son asesinadas en un mismo hecho (lugar y momento) y por el mismo presunto perpetuador, según lo ha estipulado el alto comisionado para los derechos humanos de las Naciones Unidas.
“No todas las masacres ocurridas tienen relación con los conflictos armados”, precisa el informe, al señalar que solo las ocurridas en Córdoba están relacionados con el conflicto que vive el país.
Lugares y hechosLas cinco masacres han ocurrido en los departamentos del Atlántico (Barranquilla, corregimiento de Juan Mina), Magdalena (municipio de Ciénaga), Bolívar (Cartagena) y Córdoba (San José de Uré).

Estos son los sitios donde se han registrado las masacres en el Caribe.
Archivo particular
Dos de esas masacres fueron cometidas por grupos armados organizados. En los casos de Barranquilla y Ciénaga, los autores fueron la delincuencia común; en Cartagena fue un feminicidio y los casos de Córdoba están vinculados a la guerra que libran por el territorio las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) y los Caparros.
Solo en el caso de Córdoba se encuentra un patrón, ya que ambas masacres fueron cometidas en el mismo municipio en menos de 48 horas. En cada masacre hubo 3 víctimas mortales.
“En Córdoba hay una amenaza real del repetición de estos hechos, ya que la confrontación entre las Agc y los Caparros continúa activa”, sostiene el investigador Luis Trejo.
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En el sur del Cesar, agrega Trejos, el riesgo es latente “ya que unidades del Epl trasladadas desde el Catatumbo han manifestado abierta hostilidad contra algunas comunidades a las que acusan de simpatizar con el Eln”.
El sur de Córdoba ha sido por años el epicentro de ataques armados por parte de grupos que se disputan el control del narcotráfico, quedando en medio del conflicto la población campesina.
El municipio de San José de Uré, por su ubicación estratégica de zona limítrofe entre el Bajo Cauca Antioqueño y las selvas del Nudo del Paramillo, se ha manchado de sangre por los intereses de esos grupos ilegales, que pretenden despojar a los labriegos de sus propiedades para convertir el territorio en una zona de cultivo, procesamiento y tráfico de cocaína.

Luis Trejo es el director del Centro de Pensamiento UN Caribe.
Archivo particular
Las recientes masacres ocurridas en julio pasado son muestras de ello, según inteligencia de las autoridades.
El 27 de julio, en horas de la madrugada, hombres armados irrumpieron en la vereda La Cabaña y luego de despertar a todos los moradores del poblado asesinaron a sangre fría a los esposos Elizabeth Melendres, de 64 años, y Bitaliano Feria Morales, de 66; además de su hijo Edinson Feria Melendres, de 34.
Ese mismo día, pero a las 4:00 de la tarde fueron encontrados en el sitio conocido como Puerto Colombia, los cuerpos de dos menores de edad y un hombre de 46 años, asesinados con disparos de pistola y arrojados a un costado de la carretera.
Los organismos de inteligencia dijeron en su momento que las dos masacres guardaban relación entre sí, al parecer una sería retaliación de la otra sin que hasta la fecha se descarte esa versión.
La situación ha generado desplazamiento de muchas familias de campesinos, quienes después de la desmovilización de las AUC y la firma del acuerdo de paz con las Farc pensaron que la violencia ya se había ido de la región y ahora si sonaban con vivir sin miedo.
Leonardo Herrera Delgans
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
En TW: leoher70
Escríbeme a leoher@eltiempo.com
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