“No es un disfraz”, es lo primero que aclara el politólogo barranquillero Mario Tarud cuando le preguntan por la participación que desde el 2014 tiene en el Carnaval personificando al papa Jorge Mario Bergoglio, o Francisco Primero, en los eventos más tradicionales de la fiesta.
“Es una representación muy seria”, refuerza para que se despeje la duda de que se trata de una sátira o caricatura, como por años hizo el humorista Mingo Martínez, quien en cada Batalla de Flores –evento que hace parte de las fiestas barranquilleras– aparecía vestido de sacerdote, siempre con letanías en doble sentido y ademanes groseros.
Carnavalero empedernido, Tarud siempre ha sabido cómo sacarle el zumo a la fiesta de su ciudad. Desde joven se vinculó a grupos donde pudo exigir al máximo su creatividad para darles vida a disfraces que le permitieron gozar desde el anonimato.
Pero el 16 de marzo del 2013, tres días después de que se viera humo blanco en la plaza de San Pedro, en Roma, para confirmar que el sacerdote argentino reemplazaría a Benedicto XVI, Tarud se encontraba departiendo con amigos presos de la nostalgia propia del barranquillero que comenzaba a ver lejos la próxima edición de su fiesta. De un momento a otro, varios de los presentes le dijeron sin titubear: “Francisco, Francisco, eres igualito al papa Francisco”.
La sentencia hizo eco en aquella reunión, lo que llamó la atención de Tarud, porque por primera vez en su vida se percataba de que tenía un parecido físico con un líder mundial quien, además, representaba valores y modelos positivos que gran parte de la humanidad busca seguir.
“Me di cuenta de que nada es casualidad y opté por tomar la oportunidad que me daba la vida de emprender este ejercicio comunicacional. Siempre he dicho que mi representación del Papa nació de la misma gente”, señaló Tarud.

Mario Tarud señala que lo que hace es un homenaje con mucho respeto.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
De mirada tranquila, hablar pausado, ojos color aguamarina y una calma que parece celestial, una vez que tenía claro que su parecido era innegable con el del Papa, Tarud comenzó a pensar en el atuendo que luciría en el Carnaval del 2014, cuando hizo su debut.
Para ello, el tío de Adriana Tarud y de Valerie Domínguez Tarud, recurrió a la modista Ada Luz Altamar, para confeccionar la indumentaria que desde entonces utiliza y con la que ya se ha hecho acreedor a dos Congos de Oro (máxima distinción que el Carnaval entrega año tras año para reconocer la participación de los actores que más se destacaron en la fiesta), en el 2016 y el 2017.
Entre más se acercaba la hora de saltar al cumbiódromo de la Vía 40, Tarud tenía claro que tampoco quería incluir en su ajuar ni crucifijos o cualquier tipo de imagen religiosa.
“Soy muy respetuoso cuando me piden la bendición, porque no soy el papa Francisco, aunque la gente sienta que lo tiene al frente cuando se topa conmigo. Mi traje es blanco y no beige como el de Bergoglio”, explica. Católico de cuna, en el carnaval desfila subido en un papamóvil. El solideo –ornamento que el Papa usa en su cabeza– se lo trajeron bendecido del Vaticano, y luego de varias adecuaciones, se convirtió en el oficial del Papa Quillero, como la bautizaron los medios de comunicación.
Lo que consigo en la gente es que cuando aparezco vestido así, entran en un trance de cosas buenas y de orden
Lo que más le impresiona, argumenta, es que en medio del alboroto del carnaval, la gente lo mira con respeto y es capaz de cambiar su comportamiento por uno más cívico con tan solo verlo a los ojos. Esa actitud de los carnavaleros que logra el Papa Quillero, según Tarud, se alinea muy bien con lo que él siempre ha querido de la fiesta y de la misma vida. Hace una década, este abogado de 52 años escribió el libro ‘Los Buenos días’, una serie de reflexiones que permiten al individuo su desarrollo individual y colectivo.
“Lo que consigo en la gente es que cuando aparezco vestido así, entran en un trance de cosas buenas y de orden, que no es común verlo durante los cuatro días que dura la fiesta”, agregó.
Tarud tarda cerca de una hora en convertirse en el Papa Quillero. Se cambia, por ritual, escuchando la canción ‘En Barranquilla me quedo’, de Joe Arroyo, en el apartamento del piso quinto del edificio en el que reside en el barrio Villa Country, en el norte de la capital del Atlántico.
Luego del tema de Arroyo, su equipo de sonido toca otras canciones alusivas al Caribe que consiguen darle la energía que necesita para aparecer como el Papa Quillero.
“Soy juniorista, carnavalero y promotor de Barranquilla, porque esta representación está a la orden de mi ciudad siempre que se necesite. Me gusta que en el mundo se conozca que aquí está el Papa Quillero”, anotó.

Tarud no oculta las ganas de conocer al sumo pontífice, pero está claro en que en esos días se acuartelará en Barranquilla.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
A propósito de la visita de Francisco I, el próximo mes de septiembre a Cartagena, Tarud no oculta las ganas de conocer al sumo pontífice, pero está claro en que en esos días se acuartelará en Barranquilla porque entiende que los eventos del Papa son de carácter privado. “Aquí estaremos pendientes, pero no iremos a Cartagena”.
Ahora lo que más le interesa es seguir cosechando anécdotas positivas en torno al homenaje que sentidamente le rinde a Francisco. En su retina continúa imborrable aquella mañana de sábado de carnaval cuando un taxista se quedó atónito tras transportarlo a la Vía 40. El conductor no podía creer el parecido que tiene con el máximo representante de la Iglesia católica.
Tampoco se olvida de la vez cuando apareció en una discoteca donde se reunían los miembros de la comparsa El Cofrecito a la víspera de una Batalla de Flores. Aquella vez, con su presencia, la efervescencia del carnaval logró disiparse por unos minutos al entrar mientras sonaba ‘Las cuatro estaciones’, de Antonio Vivaldi, de fondo.
“Es impresionante lo que la presencia de Francisco logra, incluso en un espacio que se creería impensable para él como lo es el carnaval. Es que ni siquiera en los desfiles me echan maizena o espuma”, concluye.
Tarud, o el Papa Quillero, está más feliz que siempre porque ya son cuatro años estudiando a Francisco y apareciendo a su nombre, llevando siempre un mensaje positivo. Le parece fantástico que la élite de los actores del carnaval lo reconozca como un personaje que no puede faltar en la fiesta, pero le regocija aún más que su hijo Mario, de 6 años de edad, ya le dijo que algún día será el Papita Quillero.
ANDRÉS ARTUZ FERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO
BARRANQUILLA
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