El domingo 5 de febrero de 1967, poco antes del mediodía, la esquina de la calle 72 con carrera 61, parque Bellavista, era un hervidero humano de disfraces, cumbiamberos y congos, animados por el sonido alegre de tambores, gaitas, flautas de millo y maracas, en medio de la nube de maicena que se esparcía en aquel ambiente.
Quienes estuvieron allí aún recuerdan con gracia y nostalgia, hoy 50 años más tarde, que así nació el desfile que rescató de las calles de la Arenosa las expresiones de tradición y folclor más vivas que le dan fuerza al Carnaval de Barranquilla.
Después de las intensas energías desplegadas el sábado en la Batalla de Flores –el desfile más antiguo del carnaval–, en el cual el pueblo tuvo la oportunidad de apreciar las carrozas y a la reina Marta Luz Vásquez Osorio, algunos disfraces y música folclórica, los barranquilleros se concentraron el domingo en el parque de Bellavista para dar inicio a un desfile que marcó la historia de la mayor fiesta popular de Colombia.
Cumbias, comparsas de los clubes, danzas, numerosos disfraces y uno que otro colado, con su gracia y ganas de gozar, se concentraron en este punto del norte de la ciudad con el propósito de participar a pie a lo largo de un recorrido por la calle 72. La idea de organizar este desfile fue de Alberto Navarro, un carnavalero miembro de la Junta del Carnaval, presidida por Héctor Juliao Sarabia y que contó con el apoyo de Pedro Vengoechea Gerléin, el representante de grupos de danzas ante la junta y miembro del Congo Grande del Torito, una de las danzas tradicionales que para esa época cumplía 89 años de fundada.
La Parada del Carnaval se denominó este desfile, cuyo propósito era presentar las comparsas de los clubes exclusivos, con las cumbiambas, danzas tradicionales de congos y disfraces que recorrían las calles de la ciudad. Navarro, Sarabia y Vengochea coincidieron en que era el momento de concentrar en un solo recorrido estas expresiones folclóricas del carnaval.
Óscar Fernández González, quien formó parte de esa junta, luego fue su presidente y trata de mantener viva las memorias de los personajes pioneros, recuerda lo ocurrido ese día: “La Gran Parada del carnaval fue la respuesta a una necesidad de organizar un evento público que pudiera mostrar y distinguir los mejores grupos y danzas que participaban en el jolgorio”.
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En las décadas de los 40 y 50, la Sociedad de Mejoras Públicas organizaba concursos el domingo de carnaval denominados Festival Folclórico de la Costa, en el que participaban gaitas, flautas de millo, tamboreros, bailadores e intérpretes. Estos concursos, además de otros patrocinados por la empresa Pepsi Cola, los mantuvo la Junta del Carnaval de Barranquilla y los realizaba en lugares diferentes (en estadios, plaza de toros y plazas de la ciudad), pero sin desfiles públicos.
Pero lo que los barranquilleros necesitaban era reunir en una gran marcha multicolor esas manifestaciones culturales participantes del jolgorio en todo rincón y que representaban la tradición.
“Hace 60 años, me acuerdo de que los disfraces se veían por las calles, y cómo olvidar las peleas protagonizadas por los congos. Esos no se podían tropezar en una esquina porque de inmediato volaban trompadas, patadas y garrotazos.
Era una lucha por quién era mejor representando esta danza”, cuenta José Manuel Mariano, habitante del barrio Chiquinquirá y para quien, a sus 77 años, el mejor desfile del carnaval es La Gran Parada.
Este domingo La Gran Parada celebra sus 50 años en la pista de la Vía 40. A esa cita no puede faltar la danza de los congos, una de las más representativa del Carnaval de Barranquilla.
El martes 31 de enero de 1967, es decir, 4 días antes, en las páginas sociales del desaparecido Diario del Caribe, se hizo el anuncio oficial del desfile de La Gran Parada. Fue el presidente de la Junta, Héctor Juliao, quien indicó: “De colaborar el público, se hará un espectáculo similar a los desfiles de carnavales en Río de Janeiro”. La advertencia la hacía por los desórdenes que generaba la fiesta, que desde entonces no era solo de los barranquilleros, sino que llegaba gente de todos los pueblos del río Magdalena a expresar en todo su esplendor sus manifestaciones culturales.
“A fin de que el público no desluzca el desfile, la Base Naval destacará 180 grumetes para escoltarlo”, expresó Juliao. A la una de la tarde, La Gran Parada partió del parque Bellavista y llegó al estadio municipal Romelio Martínez, en la calle 72 con carrera 46. El recorrido lo hicieron 11 danzas, 16 cumbiambas, numerosos disfraces y las comparsas de los clubes que concursaban por los premios, según sus modalidades. El jurado estuvo ubicado en la heladería El Mediterráneo, que tenía una terraza propicia para este oficio (esquina de la calle 72 con carrera 47).
Entre las cumbiambas que desfilaron estaba La Revoltosa, fundada en 1955 por el dirigente deportivo Euclides Cabrera, del barrio Rebolo. Los primeros cumbiamberos fueron un grupo de jugadores de fútbol que la llamaron así “porque el nombre ‘pegaba’ con el nombre de Rebolo”.
Allí estaba Ubaldo Mendoza, quien a sus 80 años no renuncia a esa raza especial de los cumbiamberos, cuyo ritmo y ardor no decaen bajo el ardiente sol barranquillero, ni muchos menos con el paso del tiempo. “Tenía 30 años, cómo olvidar el público. Había mucho contacto con la gente que se metía a bailar con las cumbiambas”, dice.
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Desde hace 47 años, Mendoza es el director de La Revoltosa –ese día desfiló con 105 parejas–, que ha ganado 36 Congos de Oro (máximo premio del carnaval) en la que también bailan sus hijos y nietos. “Seguimos bailando igual, no podemos cambiarle la estructura al carnaval”, dice quien fue Rey Momo de las fiestas.
También desfiló la Danza del Congo Grande Barranquilla, fundada el 22 de diciembre de 1875, hoy bajo la dirección de Adolfo Mauri, quien recuerda: “No había vallas; una cabuya separaba al público de los disfraces y danzas, con apoyo de los militares”. Hoy, este segundo desfile más importante del carnaval es un espacio patrimonial donde la mayoría de grupos folclóricos del Caribe colombiano y del interior del país llegan a Barranquilla a expresar su grandiosidad y la riqueza de su cultura.
Dada su importancia entre las fiestas, como quiera que el Carnaval de Barranquilla se distingue gracias a su derroche de imaginación, música folclórica y popular, símbolos y danzas, tras 50 años es la Gran Parada de Tradición y Folclor.
De las 11 agrupaciones folclóricas del inicio se pasó a poco más de 300, integradas por niños, hombres, mujeres y ancianos sin distingo social, que ahora recorren los cuatro kilómetros en la Vía 40. Lo hacen bajo el mismo sol, algarabía de disfraces, congos, cumbiambas, colados y el mismo hervidero humano vivido hace 50 años en la esquina del parque Bellavista.
Historial de los recorridos
1967-1976: parque Bellavista a estadio Romelio Martínez.
1976-1980: parque Los Fundadores a calle 72 con 43.
1981: parque Bellavista a Carlos Dieppa (Combarranquilla Boston).
1982: Carrera 38 calle 72, a Paseo Bolívar.
1991 a hoy: Vía 40, de calle 85 al estadio de béisbol.
LEONARDO HERRERA DELGHAMS
Corresponsal de EL TIEMPO

Alberto Navarro fue quien tuvo la idea, hace 50 años, se realizar lo que hoy es el segundo desfile más importante de la fiesta cultural caribeña.
Archivo EL TIEMPO
La Gran Parada del Carnaval, medio siglo de mantener la tradición
En 1967 se hizo primer desfile con 11 grupos, hoy hay 300. Es el segundo evento en Barranquilla.
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