El médico Oswaldo Miguel Castellar Páez asegura que velar por la salud de una comunidad colombiana en zona de conflicto armado significa enfrentarse a un dilema: ser castigado por brindar atención a implicados en actos delictivos o ser castigado por omisión.
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A él lo mantienen detenido desde hace siete meses, presuntamente, por la primera situación, en la que asegura que no tiene nada que ver con el delito de concierto para delinquir agravado que le imputan y mucho menos sabe algo del apodo que supuestamente le tenían en el ‘clan del Golfo’: el ‘Doctor’.
Castellar Páez tiene 42 años y, de esa edad, los últimos 18 se los ha dedicado al área de la salud en el departamento de Córdoba.
Nació en el municipio de San Bernardo del Viento, Bolívar, producto de la relación entre una madre comunitaria y un agricultor.
Es el segundo de seis hermanos y ya formó su propio hogar, el cual está compuesto por tres hijos, de 18, 17 y 6 años, y su esposa, quien estaba embarazada por cuarta vez, pero su captura y proceso judicial se convirtieron en un drama familiar tan traumático que la hizo perder a su bebé.
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“Venimos de una familia pobre, pero pobre de plata, mas no de espíritu. Todos somos profesionales. En mi pueblo toda la economía se basa en la agricultura y la pesca. Yo me hubiese podido quedar cogiendo cangrejos en la orilla del río, pero fui visionario y siempre quise superarme y poder ayudar a mucha gente. Nos vinimos para Montería buscando una oportunidad y la conseguimos con el favor de Dios. ¿Usted cree que yo, después de ser médico profesional y cumplir mis sueños, voy a estar perteneciendo a algún grupo criminal?”, expresa el galeno.
Los detalles de la captura
Luego de formarse como auxiliar de enfermería y médico, Castellar asegura que empezó a desempeñarse como coordinador médico del Hospital San Jorge, del municipio de Ayapel, Córdoba.
Allí fue capturado el pasado 6 de junio por unidades del CTI, la Fiscalía y el Gaula Militar mientras atendía a un paciente. Ese mismo día, las autoridades reportaron otras tres capturas por presuntos vínculos con el ‘clan del Golfo’.

El doctor Castellar fue capturado el pasado 6 de junio por unidades del CTI, la Fiscalía y el Gaula Militar.
Archivo particular
“Cuando fueron a capturarme, llevaron cuatro camionetas con cualquier cantidad de militares superarmados. Me capturan en la urgencia, atendiendo un paciente que estaba convulsionando. Me tocó dejarlo de atender porque ellos me requerían y que me iban a trasladar a Montería. Cuando llego, encuentro a otras tres personas que supuestamente hacían parte de la organización donde yo estaba supuestamente comprometido, pero nunca había visto a esas personas”, recuerda Castellar.
La Fiscalía les imputó el delito de concierto para delinquir agravado y, de acuerdo con las investigaciones del ente acusador, sería conocido con el alias del Doctor. Además, lo señala de coordinar la atención médica a supuestos miembros del ‘clan del Golfo’ con documentos falsos.
“En 2021, que ellos supuestamente me hicieron el seguimiento por vía telefónica, estábamos en plena pandemia. A mí me dio covid-19 cuatro veces. La gente me consultaba por teléfono. Entonces ellos dicen que había unas llamadas donde me decían para que fuera a atender unos pacientes. ¡Era la virtualidad! Entonces, ¿cómo la Fiscalía me va a acusar de un delito que…? ¿Cómo así? ¿Cuántos kilos de droga mandé para Estados Unidos? ¿Cuánto armamento? ¿A quién secuestré? ¿A quién extorsioné? ¡Yo no he hecho nada malo!”, sostiene.
No hay escrito de acusación
La Fiscalía 79 de Decoc Caucasia presentó el caso ante el Juzgado Primero Municipal Ambulante de Montería y Castellar cumple siete meses bajo prisión domiciliaria en la casa de un hermano en la capital de Córdoba, mientras aguarda por un escrito de acusación que aún no se presenta.
“Cuando los médicos nos graduamos, hacemos el juramento hipocrático, que reza que lo que va a prevalecer es la vida. Uno no tiene que ver distingo de raza, sexo, credo, nacionalidad, nada… Solo atender los pacientes”, manifiesta el hombre.
Si estamos en una audiencia y le da un infarto al que me está acusando, ¿cuál es mi deber? Atenderlo, porque soy el que conozco y le puedo brindar los primeros auxilios.
Asimismo, cita un manual del Comité Internacional de la Cruz Roja “que dice que los médicos estamos hasta para capacitar a las personas que están al margen de la ley sobre las enfermedades zoonóticas”.
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Castellar lamenta que en este tiempo lo hayan privado de compartir momentos especiales con su familia, especialmente celebrar el grado de bachiller de sus dos hijos mayores. Así como seguir trabajando y enviar el sustento a sus seres queridos que dependen de esto.
“¿Qué tan mal le he hecho a la vida? Si estamos en una audiencia y le da un infarto al que me está acusando, ¿cuál es mi deber? Atenderlo, porque soy el que conozco y le puedo brindar los primeros auxilios. Si no hago eso, me pueden meter preso por omisión. Si yo atiendo a alguien de la Fiscalía, ¿soy de la Fiscalía? ¡No! Si atiendo a alguien del Ejército, ¿soy del Ejército? ¡No! Solo estoy prestando mis servicios profesionales, que para eso me formé con vocación y amor por lo que hago”, expresa.
En ese sentido, el médico recuerda la historia de un colega con quien se graduó en la universidad y fue asesinado en el municipio de El Bagre, Antioquia, “porque supuestamente atendió mal a una paciente”.
“¡Un héroe! En pandemia llamaban a los médicos los ‘héroes de bata blanca’. Y después, ‘Pablo Escobar’, un juez me comparó con Pablo Escobar. Yo no soy facturador, usted llega a una Urgencia, tiene que ir a facturación y presentar su documento. A mí me compete atender al paciente, no mirar los antecedentes, porque no soy policía, soy médico”, sostiene.
La situación de Castellar también ha impactado mucho en Ayapel. Tres días después de su captura y ser imputado, sus familiares, amigos, colegas y trabajadores del Hospital San Jorge salieron a las calles para protestar por lo que consideraron también como una injusticia.
‘Ni microtráfico ni abortos’
En un nuevo cuestionamiento a la Fiscalía, Castellar recuerda que vive en un país que sufre un conflicto armado y las comunidades en el departamento de Córdoba lo enfrentan a diario.

Trabajadores del hospital de Ayapel realizaron protesta exigiendo a la Fiscalía la libertad del doctor Castellar.
Archivo particular
“¡No soy delincuente! No puedo dormir, nosotros teníamos unas vacas y tocó venderlas y mi hermano vendió el carro para pagar un abogado. Hasta publicaron que había sido capturado por microtráfico, cuando yo ni fumo. Leí que participaba en abortos para la supuesta organización y ¡no! Hay una interceptación de una llamada donde dicen las condiciones de una muchacha y yo respondí: ‘Tráigala al hospital’. ¿Por qué? Se remite a un ginecólogo, porque somos primer nivel de atención en salud”, apunta Castellar.
El galeno también escuchó que lo acusaban de ir a campamentos, pero asegura que lo que se asemeja a esa situación es cuando ha participado en brigadas médicas para la población civil de los sectores del municipio, a donde se llega vía fluvial por inundaciones en la subregión de La Mojana.
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EL TIEMPO consultó con la seccional de la Fiscalía en qué se encuentra el caso, toda vez que, tras siete meses, aún no se emite un escrito de acusación, y desde este organismo indicaron que preparan respuesta.
“Pido que tengan un poquito de discernimiento y sean objetivos. Hay una familia y un pueblo que necesitan mis servicios profesionales. Que tengan muy en cuenta el juramento hipocrático de los médicos y que, por favor, me den libertad. Me estoy muriendo en vida”, cierra Castellar
Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
En Twitter: @DeJhoLopez
Escríbeme a deilop@eltiempo.com
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