En prevención a la propagación del covid-19, la misa de imposición de ceniza fue diferente este año. Esta vez las cenizas fueron esparcidas en la cabeza en lugar de la frente.
Vanexa Romero/EL TIEMPO
La misa del medio día no estuvo llena de feligreses como otros años. Esta vez no estuvo llena la catedral de Barranquilla.
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En las butacas de la iglesia fueron instaladas das cintas de prevención para evitar que las personas ocuparan toda la extensión.
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El párroco tomó las cenizas desde una taza para luego esparcirlas sobre las cabezas de las fieles.
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Muchos adultos mayores asistieron a la misa a pesar de la pandemia del coronavirus.
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De esta manera se evita que el sacerdote tenga contacto físico con las personas asistentes al lugar.
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Policías de transito aprovecharon un momento libre para asistir al mandato religioso.
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Con señales en las sillas y en el piso se delimita la ubicación de las personas dentro del recinto.
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La fe de la gente se mantiene firme a pesar del covid-19. Por ello el aforo en la catedral no paso desapercibido a pesar de no estar en su totalidad.
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La entrega de la ostia fue diferente de igual manera, los fieles la recibieron en su mano y luego con la otra se la metieron en la boca en lugar de hacerlo el cura.