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Barranquilla

El pueblo donde dicen que con $5.000 de energía es suficiente para vivir sabroso

Panorámica de Usiacurí, en el Atlántico.

Panorámica de Usiacurí, en el Atlántico.

Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO

Con energía prepagada, 600 familias de Usuacurí, Atlántico, le hacen el quite al alto costo.

Cinco mil pesos es lo que necesita Alfredo Márquez para tener la suficiente energía que le permita echar a rodar el motor de la máquina de coser eléctrica y trabajar en el taller de sastrería que funciona en su casa, en el barrio Nueva Esperanza del municipio de Usiacurí (Atlántico).
“En sí, la máquina no se lleva más de dos mil pesos en luz”, dice con certeza el hombre, de 65 años, quien desde hace 10 decidió pasarse al sistema de energía prepagada o de recarga ante las dificultades que afrontaba todos los meses con el pago de la factura.
“Me enfermé tres meses, no tenía cómo pagar el recibo y me cortaron la luz. Pero los mismos trabajadores de Electricaribe me dijeron que me pasara para el sistema de energía prepagada y eso lo hice”, recuerda Márquez, que hoy asegura que solucionó un gran problema en su hogar.
“Ahora no tengo que sacar esa pila de plata”, dice el viejo sastre, que vive con su esposa, tres hijos y dos nietos. Cuenta que en su casa hay una nevera, cuatro bombillos y tres abanicos. “Todo se maneja con mucho cuidado, hay que ser ahorrativos”.

Servicio pensado para estratos bajos

Este servicio que le trajo tranquilidad a Márquez no es nuevo. Se inició hace unos 20 años en el país, gracias al plan del Gobierno Nacional de energizar zonas rurales. La Embajada de Holanda suministró los equipos de medición.
En la región Caribe, lo trabajó la empresa Electricaribe, que entró a operar el sistema en el 2009, especialmente en fincas, caseríos y veredas olvidadas.
Una de las primeras zonas donde se probó fue en La Mojana, una subregión de grandes contrastes: por un lado, riquezas agropecuarias y, por otro, pobreza extrema. Allí muchos campesinos aún viven alumbrándose con mechones y algunos murieron sin alcanzar a tener en sus casas el servicio de energía para ver televisión, refrescarse con el aire de un abanico y agua fría de la nevera.
Por San Marcos y Caimito (Sucre) fue donde comenzó el plan de energía prepagada. La intención era llegar a 4.000 usuarios. El corresponsal de EL TIEMPO estuvo hace 12 años en esa zona, en la vereda de Platero, y habló con Félix Martínez, uno de los beneficiarios, que contó que con 10 mil pesos que recarga al mes su familia puede ver televisión y dormir con abanicos.
Así como Marquesa Ávila, la que confesó que gracias a los bombillos que instaló en los cuatro galpones que alumbraba con mechones, se incrementó la cría de pollos y la producción de huevos.
"No conocíamos la luz, alumbrábamos con mechones y, como las gallinas, teníamos que acostarnos temprano", le contó a EL TIEMPO Alexandra, otra beneficiaria, que buscaba la forma de comprar una lavadora y una licuadora, pues tenía claro que 5.000 pesos de recarga le alcanzaba para usarlas, tal como lo confirma hoy el sastre de Usiacurí.
El poblador señala el aparato que le permite pagar a bajo costo.

El poblador señala el aparato que le permite pagar a bajo costo.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

Así funciona el proceso

El sistema funciona mediante la instalación de un medidor al poste, y otro en el interior de la vivienda, que es conocido con el nombre de display.
El medidor de energía cuando le faltan 15 kilovatios emite una alarma en la que avisa que necesita recarga. En el tablero informa cuantos kilovatios le quedan.
El usuario recarga en puntos fijos Supergiros. Otros lo pueden hacer a través de pagos electrónicos (transferencias de Nequi o Ahorro a la Mano de Bancolombia), ya que los display más nuevos tiene el sistema de bluethooth.
La recarga mínima de es de 5.000 pesos, que en un estrato uno le equivalen entre 15- 20 kilovatios, aproximadamente.
Beneficia a los estratos bajos, porque se ajusta de acuerdo con el dinero que tengan para realizar las recargas.
Luego de una interrupción, el servicio antes de regresar a las casas hace una pausa mientras se estabiliza el voltaje. Es decir, que llega unos segundos o quizás minutos más tarde que el convencional, pero con la seguridad que no dañará electrodomésticos o aparatos conectados por una fluctuación de la energía eléctrica.
También se destaca que los kilovatios que queden cargados nunca se pierden. Es decir, que si el usuario sale de viaje y deja una carga, estos se suman a la compra de más kilovatios que haga en la próxima recarga.

Control del consumo

La empresa Air-e, operador del servicio de energía en los departamentos de Atlántico, Magdalena y La Guajira, tiene en estos momentos activos a 3.047 usuarios del servicio de energía prepagada distribuidos así: en Usiacurí, 600; Barranquilla en el barrio Villas de San Pablo y el corregimiento de Juan Mina, 1.830, y Riohacha en Las Marías, 617.
Usiacurí es un apacible pueblo, en el centro del departamento, conocido nacionalmente por ser el lugar donde vivió sus últimos años de vida el poeta Julio Flórez. El pueblo de los pozos de aguas medicinales y tierra de artesanos que tejen la palma de iraca de gran factura.
Es la tierra donde nació Ausberto Pérez Silvera, 61 años, un reconocido líder comunitario que vive con tres hijos y su esposa en el barrio Bellavista, en la entrada del pueblo. Él es uno de los pioneros de este sistema de energía prepagada.
Él sostiene que dentro de las ventajas está que se puede llevar con precisión el consumo de energía en una casa. Explica que en 24 horas en su vivienda se consumen de cuatro a cinco kilovatios. Él al mes hace recargas de 80 mil pesos, que suman unos 180 kilovatios.
“Mientras mis vecinos pagan 180 o 190 mil pesos al mes, yo pago la mitad y tengo todos los electrodomésticos: nevera, lavadora, abanicos, televisor, licuadora, plancha… Eso sí, todos se usan pero con mucho control”, cuenta.
Este es el aspecto del aparato que ha beneficiado a los habitantes de Usiacurí.

Este es el aspecto del aparato que ha beneficiado a los habitantes de Usiacurí.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

El uso en el sector comercial

Este sistema, si bien fue diseñado o pensado para las personas de escasos recursos, también es utilizado por el sector productivo. En el caso de Usiacurí, en restaurantes, ferreterías y almacenes localizados en la zona comercial.
Aurora García es la dueña de la Panadería Rico Pan, localizada en la plaza. Dice que hace nueve años cuando llegó a local lo encontró instalado el sistema de energía prepagada.
Cuenta que le ha ido bien. Utiliza cuatro neveras, un enfriador, además de horno y máquinas para la panadería. Al mes paga en recargas entre 400 y 450 mil pesos, pero asegura que con el sistema de postpago, el recibo no se bajaría de un millón de pesos, como le ocurre a otros negocios.
“Le voy poniendo recargas de dependiendo, de 50-30 mil pesos, pero no tengo que sacar los 450 mil pesos de un solo tacazo”, dice.

Los usuarios contentos

Miguel Ángel Gómez Verdeza, de 53 años, maneja un hogar infantil, vive con sus tres hijos y esposa en el barrio Nueva Esperanza. Asegura que además de haberse favorecido en el tema económico, al regular lo que se puede pagar en energía, se contribuye en el medio ambiente.
Se gasta 80 mil pesos mensuales, y cuenta que tiene nevera, abanicos, televisor, equipo de sonido, pero tiene claro que el consumo en el día debe ser de cinco  kilovatios. “Compro lo que voy a consumir”, dice.
Sostiene que los primeros cinco días del mes ya sabe que tiene que recargar. “Tengo control con el consumo en la casa. Si en el cuarto no vas a estar para que vas a tener abanicos o luces prendida”.
Otro que vive satisfecha con este plan es Aide Ventura, 67 años, residente en la avenida Campo, estrato dos, que cuenta que estaba cansada del postpago por las arandelas (seguridad, alumbrado público, aseo). “La luz venía muy alta”, dice.
Esta máquina les permite ahorrar dinero a los usuarios.

Esta máquina les permite ahorrar dinero a los usuarios.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

Ahora vive con siete adultos, compra 75 mil pesos de energía que le sirven para todo el mes. Aclara que solo tiene la nevera, los abanicos, y el televisor, que prende de vez en cuanto. “Mis vecinos pagan el triple”, agrega.
Lo cierto es que estas familias de Usiacurí, la mayoría de estratos 1, y los comerciantes insisten en que la compra de energía dependiendo la necesidad es un alivio para el bolsillo.
Tienen claro que por estar en el estrato uno tienen subsidio hasta determinado número de kilovatios, por eso son prudentes y saber racionalizar el consumo.
Ya algunos han probado que con los bombillos led les rinde más, otros prefieren seguir aprovechando las brisas y la luz del día para economizar, y personas como Alfredo Márquez insiste en que con 5.000 tiene unos 15 kilovatios, de los cuales menos de la mitad le sirven para que funcione su máquina de coser, los bombillos, los abanicos y la nevera, y puede vivir sus días sin afugia, tranquilo y sabroso.

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LEONARDO HERRERA DELGANS
Enviado especial de EL TIEMPO
Usiacurí (Atlántico)
En Twitter: @leoher69
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