Este sábado Ismael Escorcia Medina y su hijo Wilfrido Escorcia, deberán romper la tradición de sacar el disfraz de ‘El Descabezado’ a desfilar en el Carnaval de Barranquilla, como lo han hecho de manera ininterrumpida en los últimos 67 años.
En cambio los Escorcia tendrán que quedarse en casa y ver por televisión la programación que se ha preparado para celebrar la fiesta, debido a que por la pandemia de coronavirus los carnavales fueron suspendidos por el Distrito y para evitar que las aglomeraciones disparen los contagios se decretó la ley seca y el toque de queda todo el fin de semana.
Wilfrido y su padre ya están resignados para este sábado ver las grabaciones en las que participaron y que serán emitidas por Carnaval S.A a través de Telecaribe y diferentes plataformas y redes sociales.
“Saldremos en dos grabaciones. Una en el colegio Biffi, donde se hizo una especia de Batalla de Flores, y otra en la Avenida del Río, donde se simuló otro desfile. También participamos en un documental. Todo eso lo van a pasar este sábado y el domingo, será vernos las cara ahí”, dice Wilfrido de 67 años de edad y que fue Rey Momo del Carnaval de Barranquilla en el 2009, y ha mantenido viva por cuatro generaciones la tradición de este disfraz, uno de los más populares de la fiesta.

Wilfrido Escorcia, de 67 años de edad, fue Rey Momo del Carnaval de Barranquilla en el 2009.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
“Hay unos sentimientos nostalgia y tristeza, pero por encima de todo esto prevalece la vida”, dice en todo resignado Wilfrido. Él es un hombre que no está acostumbrado a permanecer sentando en su casa un sábado de Carnaval, pues es el día del año más esperado, como quiera que representa una oportunidad de trabajo.
“Tengo más de 40 años de ser el representante leal de los disfraces colectivos Los Descabezaos. Por todo esto ha sido bastante difícil adaptarnos a un escenario completamente diferente como es la virtualidad”, sostiene.
Y es que el coronavirus golpeó fuerte a los Escorcia, familia calificada como hacedora del Carnaval. El apretón lo sintieron en el bolsillo, cuando los patrocinadores del sector privado como Gases del Caribe, la Cámara de Comercio les notificaron que nos los podían apoyar. Al recorte también se sumó el almacén de telas que los surte para vestir a los 12 disfraces.

Ismael Escorcia Medina, 91 años de edad, fue el creador del disfraz de El Descabezado hace 67 años.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
De los recursos que les dan para pagar los gastos de movilización, que suman unos tres millones de pesos, y que llegan del Ministerio de Cultura, les recortaron más de un millón de pesos.
Y como si fuera poco el rebusque que se hacían en las calles, de donde podían sacar en un día hasta 200 mil pesos, este año no se verá en sus billeteras.
“Mire yo con la plata que me hacía en la calle los cuatro días de Carnaval, llegué a reunir lo de la comida y libros de mis hijos. Claro la plata rendida más que ahora”, cuenta Wilfrido.
Desde 1954 ‘El Descabezado’ ha impresionado a niños y adultos, que no ocultan su miedo y luego fascinación al ver la figura de un hombre de casi dos metros de altura que se balancea por la calle, con el cuello ensangrentado, un desafiante machete y sosteniendo la cabeza en la mano izquierda. El sobresalto sigue cuando lanza chorros de “sangre” al aire por una supuesta arteria seccionada del cuello expuesto.
El disfraz de ‘El Descabezado’ es la representación de los cuentos del burro sin cabeza que le echaba la abuela a Ismael para obligarlo a comer; y de la violencia de mediados del siglo pasado, protagonizada por liberales y conservadores, que le tocó vivir de niño, cuando en más de una ocasión salió corriendo despavorido al ver pasar por el río cadáveres flotando sin cabeza, de hombres y mujeres masacrados por la lucha partidista.
Pero disfraz cobró la vida con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán (el 9 de abril de 1948), situación que marcó su vida. Como homenaje al caudillo liberal, vistió al descabezado con la elegancia de saco y corbata, que identificó a Gaitán.
La investigadora cultural y profesora de la Universidad del Atlántico, Mirtha Buelvas, recuerda que a través de los disfraces del carnaval se recoge una realidad, que en muchos casos es proyectada por los medios de comunicación y que estos gestores culturales la toman y transforman.
“Los disfraces escogen los temas que están a la orden del día y es la comunidad la que los avala. Si tienen éxito se quedan”, señala al reconocer que El Descabezado representa un momento de esa era realidad del país.
Hoy el viejo Ismael, que la próxima semana cumple 91 años de edad, mantiene la lucha por que se conserve el amor por este disfraz, que es su orgullo y legado patrimonial.
Allí sentando en una butaca, en camisilla y pantalón largo remangado, en medio de alambres, espumas, papel, pegantes, pinturas, icopor, pinzas, alicates, tijeras y destornilladores, pasan sus días ajustando sus disfraces.

Por primera vez en 67 años que el disfraz de El Descabezado no saldrá a desfilar en los carnavales de Barranquila.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
No ha sido fácil desprenderse del contacto de la gente, de los aplausos y el grito de los barranquilleros que los llaman para tomarse fotos, y que le dan sentido a salir en desfiles, por las calles y recorrer algunos pueblos del Atlántico con el disfraz.
Wilfrido reconoce que en estos momentos se impone un carnaval más académico y educativo, pero tienen claro que se rompe la presencialidad, “donde se da el goce y la alegría en aglomeración”, dice en tono de nostalgia.
Pese a todo intenta mantener la alegría y espantar la tristeza que lo embarga en estos días, en los que vive algo que no imaginó: “Estar sentado un sábado de Carnaval en la casa, esperando verme salir en la televisión”.
Leonardo Herrera Delgans
Corresponsal de EL TIEMPO
Barranquilla
En TW: @leoher70