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Manuela González y Andrés Vasco: un amor en tiempo perfecto

Amigos, cómplices, pareja, socios y, ahora, padres. Todas estas facetas compartidas fortalecen la historia de amor de la actriz Manuela González y el empresario Andrés Vasco. / Foto: Hernán Puentes.

Amigos, cómplices, pareja, socios y, ahora, padres. Todas estas facetas compartidas fortalecen la historia de amor de la actriz Manuela González y el empresario Andrés Vasco. / Foto: Hernán Puentes.

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No existen las casualidades: así es la historia de amor de la actriz Manuela González y su esposo.

Redacción El Tiempo
Lo que está llamado a ser, simplemente será. No importa el tiempo que tenga que pasar, sucederá. "Por algo dicen que los tiempos de Dios son perfectos", enfatiza la actriz Manuela González, sentada en el comedor de su apartamento mientras Andrés Vasco, su pareja desde hace cinco años, no deja de mirarla. González es recordada, entre otros, por sus papeles en Verano del 98 y Me llaman Lolita y por la series web Susana y Elvira y Antonia, la maternidad fuera del clóset, de la que es productora y protagonista.
La de Manuela y Andrés es una historia de amor con una serie de coincidencias que hoy, cuando las recuerdan, les parecen, además de extrañas, algo aterradoras.
Luego de estos encuentros, que más parecían desencuentros porque sucedían solo una vez al año, Manuela, de 39 años, y Andrés, de 36, se dieron la oportunidad de conocerse y, como dicen ambos, de reconocerse como dos seres llamados a estar juntos.
Amigos, cómplices, pareja, socios y, ahora, padres. Todas estas facetas compartidas fortalecen la historia de amor de la actriz Manuela González y el empresario Andrés Vasco. / Foto: Hernán Puentes.

Amigos, cómplices, pareja, socios y, ahora, padres. Todas estas facetas compartidas fortalecen la historia de amor de la actriz Manuela González y el empresario Andrés Vasco. / Foto: Hernán Puentes.

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Por la forma como se conocieron ustedes parecen confirmar que, en el fondo, nada es casual...
Manuela González: Sí, es una anécdota muy linda porque durante tres años seguidos nos encontramos el 7 de noviembre en distintos lugares. La tercera fue la vencida porque ya nos dimos el número de teléfono y hablamos. La primera vez fue en el 2009 en la audición para una película; la segunda en un restaurante, y la tercera en un evento de una marca de carros. Cuando lo vi la primera vez solo cruzamos tres palabras, pero yo pensaba '¡Ay, qué churro; tan lindo!', aunque no sabía ni cómo se llamaba…
Andrés Vasco: Si ella me hubiera dicho esto esa vez yo no hubiera dejado pasar tres años (risas). Manu es mi amor platónico hecho realidad. Tengo esa fortuna.
¿Por qué insisten en que su relación se dio en tiempo perfecto?
M.G.: Porque Dios hizo todo lo que tenía que hacer en el momento justo. En ese entonces yo estaba casada y él también tenía una relación y un bebé recién nacido.
Manuela dice que estos encuentros tuvieron sus visos aterradores...
M.G.: Fue algo muy raro. La segunda ocasión que nos vimos, yo estaba con unos amigos celebrando un cumpleaños y en una de las fotos que nos tomamos, él sale con la hermana detrás de las personas con las que yo estaba. Eso suena tan creepy (aterrador).
¿Cómo es eso de creer en el amor a primera vista y enamorarse de una persona que ni conoces?
M.G.: La verdad, yo no creía en el amor a primera vista, y así lo decía. Bueno, no creo que uno se enamore a primera vista, pero sí hay una energía muy fuerte, que es difícil de explicar. Ni siquiera es química ni que alguien te parezca lindo o no, sino como que uno se reconoce en el otro. No podemos saber a pie juntillas si existe eso de las otras vidas, pero a lo largo de mis 39 años siento que he vivido otras cosas antes, y con Andrés fue como reconocer a alguien con quien había tenido una historia en otra vida.
A.V.: Lo mío no fue amor a primera vista, pues yo a Manuela sí la había visto muchas veces antes en televisión (risas). Los de mi generación sabemos que ella marcó un hito importante por su actuación en Verano del 98 y Me llaman Lolita. Me parecía una mujer divina. Para mí es la mujer y actriz más hermosa que haya visto.
Manuela estuvo casada casi siete años con Diego Vivanco, hasta poco antes de conocer a Andrés... ¿Tenía prevenciones respecto a apostarle a otra relación?
M.G.: Estuve casada hasta el 2011. No quedé traumatizada ni dije '¡Nooo, qué horror, el amor duele!' Al contrario, creo que justamente por honrar al amor y a la vida uno tiene que soltar. No es nada fácil decirle chao a un proyecto de vida en el que se habían construido muchas cosas. Lo intentamos varios años y cuando se decidió que ya no más, no tuve esa tusa latente. Tenía claro que sí quería estar con alguien de nuevo, y se lo pedía a Dios clarito como el agua.Y llegó Andrés antes de lo previsto, tal cual lo pedí. Es que quería darme la oportunidad, y también quería que a Diego le llegara una persona con quien fuera feliz en todo el esplendor de la palabra.
Y en el caso de Andrés...
A.V.: Yo estaba saliendo con alguien, no era una relación formal, llevábamos dos meses. Ya había terminado hacía bastante tiempo con la mamá de Jerónimo, mi primer hijo, y estaba disfrutando mi soltería. Lo que sí me cuestionaba es que cuando uno ya tiene un hijo y está buscando una pareja formal es como el que va a comprar la vaca y esta tiene un ternero, pero pide que solo le vendan la vaca... Pensaba cómo sería el tema de mi hijo en la próxima relación estable que yo tuviera.
"En esta relación hay honestidad al ciento por ciento, aquí todo nos lo contamos. Desde la primera vez que salimos nos dijimos '¡esto es lo que hay!' y nos lanzamos al agua": Manuela González. / Foto: Hernán Puentes.

"En esta relación hay honestidad al ciento por ciento, aquí todo nos lo contamos. Desde la primera vez que salimos nos dijimos '¡esto es lo que hay!' y nos lanzamos al agua": Manuela González. / Foto: Hernán Puentes.

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Pero para Manuela uno de los pros de la relación fue precisamente Jerónimo, su hijo...
M.G.: Sí, porque pude comprobar con hechos que mi intuición estaba en lo cierto, que Andrés es un papá superentregado, amoroso, un ser muy especial, y eso lo único que hacía era sumarle puntos. No imaginaría haberme enamorado tanto de Andrés sin Jerónimo. Cuando conocí al niño, que tenía dos años y medio, fue una locura.
A.V.: Además la primera salida oficial fue buenísima porque conversamos de todo. Fue una cena como de cinco horas en la que nos contamos nuestras vidas al derecho y al revés, con pros y contras.
Manuela es muy activa en redes sociales. ¿No lo espantó que ella, desde el comienzo, publicara detalles de su relación?
A.V.: Es que así es Manuela, muy transparente, auténtica, frentera. Y eso me encanta de ella. Yo no soy activo en redes sociales, pero sí le acolito que ella exprese lo que siente, que ponga lo que quiera, y no es que tenga que mostrarme para filtrar si eso va o no va. Ella verá cómo comparte su vida y nuestra vida, y siento que lo ha hecho de manera muy positiva.
M.G.: La verdad me tocaría revisar mi Twitter para ver qué bestialidades escribía (risas). Pero el amor hay que celebrarlo de todas las maneras, y como yo estaba en ese estado de sentir un montón de mariposas, le dediqué más de un trino al caballero.
Además de pareja son socios. ¿Cómo es esa experiencia?
A.V.: Siempre tuvimos ese sueño de qué hacemos juntos, cómo trabajamos y unimos fuerzas. Manu es muy visionaria y echada pa’lante. Ella no es administradora de empresas, pero me da sopa y seco en muchos aspectos. Es muy pila, muy inteligente, y eso ayuda muchísimo. Nuestra empresa se llama Cocolmex, una comercializadora internacional de productos naturales. Inicialmente importamos productos saludables de México, arrancamos con la línea del coco y tenemos la representación comercial de A De Coco.
M.G.: Yo no había encontrado a alguien con esa afinidad y siempre he sido mercachifle. Este emprendimiento es un sueño hecho realidad y nos motiva muchísimo, porque es delicioso sacar adelante un proyecto familiar. Ha sido muy divertido para nuestra vida en pareja.
Lo bueno de trabajar juntos...
M.G.: Trabajar con él me genera más admiración, que para mí es clave en una relación. Antes nos admirábamos cada uno desde sus orillas, pero poder vernos puntualmente cómo contribuimos el uno y el otro en un proyecto que estamos construyendo como familia, y del cual nos beneficiamos, dispara mi admiración a la enemil potencia. Recientemente le decía a Andrés, y suena muy cómico, que él es mucho más inteligente de lo que yo pensaba, porque empecé a ver que es un berraco, un pilo, y eso es superchévere.
A.V.: Yo siento que le ha agregado dinamismo a la relación y es muy bueno porque somos pareja, papás de un chiquito (Pedro, de pocos meses de nacido) y además socios. Hacemos muy buen equipo, la verdad.
¿En su relación pesa la diferencia de edad?
A.V.: ¡Para nada! Manuela va a cumplir 40 años y la veo hermosa. Seguramente cuando cumpla 70 la voy a ver igual de linda.
M.G.: Yo nunca pensé en meterme con un culicagado, eso sí lo tengo que decir, pero este culicagado ya había vivido muchas cosas y, la verdad, la edad cada vez más es un tema superficial.
Ustedes dicen que lo mejor de estos cinco años juntos es que se han ido redescubriendo...
A.V.: Sí, contrario a lo que pasa en muchas parejas, que cuando arrancan están obnubiladas y se profesan una admiración que se va diluyendo, en nuestro caso la admiración ha ido en aumento. No dejamos de sorprendernos.
Sus claves para que el amor no muera...
M.G.: Si lo amas, nunca se vayan a dormir bravos. A veces es difícil, pero inténtenlo. Soy fan número uno de la honestidad con todas sus letras. Sé perdonar incluso cosas muy duras, pero me gusta saber la verdad y a qué atenerme. Cuando hay amor, uno sí puede perdonar y crecer de la mano de las dificultades. Para qué secretos si con la pareja es con quien tú vas a compartir lo más íntimo y es con quien deberías contarte todo, partiendo de la base de que cada uno es tan imperfecto como el otro. Lo contrario sería una fachada.
A.V.: Ser muy honestos y no tragarse las cosas. Siempre decirle a la pareja lo que uno piensa y siente, sea bueno o malo. No guardárselo. Y ser detallista, regalarle desde un piropo, decirle 'como está de linda hoy', darle un abrazo, una flor... eso es gasolina que mantiene siempre el fuego encendido. No se trata de regalarle un carro, sino de los detalles.
M.G.: ¿Y por qué un carro no? ¡O un viaje, mi amor! (risas) Y lo más importante, nunca dejar de mirarse muy bonito. Tomarse el tiempo de seguir mirándose, disfrutarse y no perder esa conexión.
A.V.: Sí, aprender cosas nuevas uno del otro. Por eso digo que hay Manuela y Andrés para rato. Con la bendición del de arriba, así será.
Flor Nadyne Millán M.
Redacción CARRUSEL
FOTOGRAFÍA: Hernán Puentes.
ASISTENTE DE FOTOGRAFÍA: Junior Rojas.
MAQUILLAJE Y PEINADO: Norma Jane.
PRODUCCIÓN Y STYLING: Carolina Baquero.
VESTUARIO:
Andrés: Traje Azul, camisa y corbata de Verónica Restrepo.
Manuela: Sobretodo bordado de Rapsodia. Enterizo negro de Zara.
Redacción El Tiempo
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