¿Cómo era la Medellín de su infancia?
Medellín sabe a centro, donde crecí, donde pasé mi infancia, mi adolescencia. Justo en las calles de la Argentina con El Palo y luego en La Playa con El Palo. La Medellín que va acompañada de muchos sonidos, carros, pitos, vendedores ambulantes, caminantes. Recuerdo que me la pasaba en las prenderías buscando guitarras, que era lo que me gustaba. Mirando cuánto tenía que ahorrar para comprarme una. Mi infancia era colorida, muy llena de sonidos, de vida, de realidad, de calle.
¿Qué es lo que más ama de la ciudad?
El aire, porque cuando llego respiro un aire que me da vida. Me pone en un estado de conexión único con mi esencia.
Es mi arte, mi familia, mis amigos de siempre. Representa demasiado para mí.
¿Y lo que odia?
Yo no odio. Y menos de Medellín… Hay mucho por mejorar, pero es cuestión de tiempo.
¿Qué le cambiaría?
Me gustaría que la ciudad se mirara y se escuchara más a sí misma.
¿Su lugar favorito de la ciudad?
La casa de mi mamá y el centro de Medellín.
¿Cree que se puede definir a los nacidos en Medellín? ¿Cómo son?
No le pongamos divisiones, pues ya hay demasiadas…
¿Por qué regresar a Medellín?
Porque siempre hay que regresar a la esencia de las cosas, al principio. Y en mi caso, Medellín significa eso. Nunca me he ido. Siempre estoy conectado con la ciudad, con su gente, con la mía y con lo que pase, donde quiera que esté, porque el amor que uno tiene y siente por algo, por alguien, lo lleva uno adentro.
¿Por qué huir de ella?
¡Jamás!
¿El libro que mejor la describe?
Fragmentos de amor furtivo, de Héctor Abad Faciolince.
Si los milagros existen, ¿cuál pediría para Medellín?
¡Que cese la violencia!
¿Le pondría banda sonora? ¿Cuál?
Fruko y sus Tesos… Gardel, Octavio Mesa, Jaime R. Echavarría.
REDACCIÓN CARRUSEL
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