Es inconcebible que a estas alturas todavía sigamos en el eterno debate sobre si TransMilenio debe o no ir por la carrera séptima. Han pasado quince años, óigase bien, quince años, desde que se definió, en el plan maestro, que la troncal de la séptima sería la continuidad de la carrera décima para conectar el sur y norte de la ciudad.
La primera gran falla fue no haberlo incluido en la licitación que a pocas horas de dejar el cargo entregó el exalcalde Lucho Garzón para las troncales décima y 26, dejando por fuera la séptima. Craso error. Imagino que, como ahora, pesaron más las dudas y reparos de muchos vecinos con influencia mediática para decir que los buses articulados serían un horror, ¿les parece mejor lo que existe hoy?
Decía craso error, no solo porque de haberse adjudicado la licitación en su momento hoy tendríamos TransMilenio por la séptima –a no ser que también se la hubieran robado, como pasó con la 26–, sino porque nos hubiéramos ahorrado miles de millones de pesos en estudios y kilómetros de verborrea política de cada administración justificando su propio proyecto.
Veamos: en tiempos de Garzón quedaron los estudios y diseños para el TransMilenio que luego se frustró; con Moreno, el mismo de la frase célebre de “es que cada vez que veo un TransMilenio es como ver una puta valla de Peñalosa” se quiso ser más osado: un metro, y luego propuso un TransMilenio ‘light’ (¿?);
Clara López borró esa idea y se fue por un corredor verde, pero como en el vallenato de Leandro Díaz, “también falló”. Y con Petro se habló de un tren ligero, que se enredó por líos con un concuñado, y luego habló de tranvía... Verborrea infinita, para terminar en unos carriles preferenciales que hoy nadie respeta. Se le abona a la Secretaria de Movilidad de entonces el esfuerzo, peor hubiera sido no hacer nada.
Ignoran los críticos de hoy no solo que los diseños existen desde 2007, sino que en esta ocasión los ciudadanos han estado participando de los debates en torno al proyecto, como pocas veces había sucedido con obras de tal envergadura. Varios talleres organizó la alianza Construyendo Nuestra Séptima, con no menos de 200 vecinos, académicos y empresarios que mostraron sus preocupaciones pero también aportaron ideas sobre movilidad, espacio público, urbanismo y medioambiente; no se atravesaron como vacas muertas y fueron escuchados por el Alcalde.
Ahora llegan los politiqueros de siempre, en campaña o viudos de poder, y los opinadores oportunistas preocupados por las obras del norte, ¿y por qué no dicen nada de la avenida Bosa ya casi lista?, ¿o de los predios que habrá que comprar para la avenida Alsacia?, ¿o sobre los avances del cable en Ciudad Bolívar?
¡Pues porque no es taquillero!, ¡porque no genera likes! Es que hacer populismo es rico, y fácil.
Ya lo dije aquí una vez: el problema de TransMilenio no es que vaya por la séptima, mañana puede ir por el cielo, si se quiere; ser gratis, cómodo, todo lo que se imaginen, y sin embargo sus detractores seguirán criticándolo por una sola razón: porque decidieron ponerle nombre y apellido, como Moreno.
Ernesto Cortés Fierro
Editor Jefe EL TIEMPO
@ernestocortes28
erncor@eltiempo.com
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