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Bogotá

No son los 100 pesos... / Voy y vuelvo

De los más de 11.000 buses que circulan en Bogotá, 6.465 son del SITP y 4.828 del antiguo sistema.

De los más de 11.000 buses que circulan en Bogotá, 6.465 son del SITP y 4.828 del antiguo sistema.

Foto:Abel Cárdenas / EL TIEMPO

A la gente no le preocupa la tarifa, le preocupan las frecuencias, la seguridad, la calidad.

Bienvenidos al nuevo año, con nuevas alzas y nuevos propósitos. Los ciudadanos ya estamos acostumbrados a ello. Más se demora el último día del último año en caerse del calendario que la llegada de los anuncios oficiales con las renovadas tarifas para todo.
La Alcaldía hizo lo propio: el costo del pasaje en el transporte público subirá 100 pesos. Esto representa, mínimo, 200 pesos para un asalariado que toma el bus de ida y vuelta. Casi 5.000 pesos al día.
La administración ha vuelto a dar más o menos las mismas explicaciones de hace un año, cuando adoptó la misma medida: el alza es acorde al costo de vida, a la inflación, a los estudios técnicos de demanda y para evitar que el hueco fiscal que hoy carcome al Sistema Integrado (SITP) siga poniendo en peligro toda su operación.
Nadie discute esto. Todo es cierto, es real, por tanto, el alza estaría justificada. Sin embargo, déjenme contarles esta historia. Ahora en vacaciones tuve la oportunidad de disfrutar la ciudad, en bus. Siempre he sido y seré un defensor de TransMilenio, pese a que la batalla contra ambulantes, colados y rateros se tenga perdida. No se pudo con ellos. Aún así, las veces que lo utilicé estuvo bien.
Pero más recientemente tuve que hacer uso del SITP entre la calle 116 con Suba y el Centro Andino. Fui al paradero y por espacio de 40 minutos esperé la bendita ruta 193B. Sí, la azul. Llovía, para colmo de males. Al final, me di por vencido y cogí un taxi. ¿Valor de la carrera? Ocho mil pesos.
De regreso, probé la misma ruta. Diez, quince, veinte, veinticinco minutos... y al fin apareció. A esa hora, 9 de la noche, da algo de susto por lo de los asaltos y eso, pero en general estuvo tranquilo. Excepto porque el conductor se detuvo sobre una cebra con tal de cerrar a otro vehículo, y en la 15 con 96 no le paró a una pobre mujer pese a sus manoteos incesantes. Hasta yo pude percibirlos, el chofer simplemente la ignoró porque en el paradero se había estacionado un camión de aseo. ¿Y qué culpa tiene la usuaria?
Más tarde, otra mujer, pasajera, timbró muy cerca de otro paradero y esto pareció no gustarle al conductor que decidió frenar en seco solo para ver cómo ella prácticamente hacía un giro de 180 grados aferrada a uno de los tubos. Quise decirle algo al bribón, pero me abstuve. Fue entonces cuando reparé en el anuncio ubicado justo detrás de la silla del conductor: bus número 240217.
Yo esperé 40 minutos una ruta que nunca llegó. Pagué cuatro veces otro servicio porque no vi opción. Luego esperé otros 25 para regresar a casa en la noche. Quizás no me afecte demasiado, pues mis citas no eran importantes, pero me puse a pensar que el grueso de la gente que tiene que ir a trabajar, estudiar, a una cita médica o simplemente a dar una vuelta por ahí no se merece esto. Y me temo que no fue un caso fortuito sino que sucede a diario. Luego encuentro a un conductor cuya última prioridad es el pasajero.
Y entonces concluyo que un alza de 100 pesos para un SITP que no muestra mejoría es injusto. Es que ni siquiera son los 100 pesos, ¡es el servicio! Lo dicen las encuestas: a la gente no le preocupa la tarifa, le preocupan las frecuencias, la seguridad, la calidad. Por allá en el sexto lugar deja el tema de la tarifa. Si tan solo uno de estos aspectos revelara algo de mejoría, bienvenidos los 100 pesos de más, pero no es así.
La secretaría del ramo asegura que se han hecho cambios que benefician a miles personas. Ojalá. Que mejoraron los recorridos. Deseable. Que hay rutas más cortas. Quizás. Pero me temo que no es suficiente si de verdad quieren que la gente se saque esos 100 pesos del bolsillo.
A propósito: otra injusticia la del sindicato del Acueducto que por intereses mezquinos tienen al borde de la calle a cientos de trabajadores de Aguas de Bogotá.
ERNESTO CORTES FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
erncor@eltiempo.com
En Twitter: @ernestocortes28
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