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Bogotá

Mamás y papás, el otro lado de la pandemia / Voy y vuelvo

Con alegría y gran expectativa, 5.000 estudiantes de jardín infantil, primaria y bachillerato, de 92 colegios, aprobados por la Alcaldía de Cali, regresaron a clases con protocolos de bioseguridad, luego de 6 meses de cierre y clases virtuales por covid-19. No es obligatorio asistir a las instituciones educativas, por lo que las clases se alternan entre presenciales y virtuales.

Con alegría y gran expectativa, 5.000 estudiantes de jardín infantil, primaria y bachillerato, de 92 colegios, aprobados por la Alcaldía de Cali, regresaron a clases con protocolos de bioseguridad, luego de 6 meses de cierre y clases virtuales por covid-19. No es obligatorio asistir a las instituciones educativas, por lo que las clases se alternan entre presenciales y virtuales.

Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo

Los maestros y maestras que hoy le apuestan a la presencialidad no son irresponsables.

Ernesto Cortes
Solo los papás y mamás que han sufrido en carne propia la angustia de ver que sus hijos no pueden volver a clases tendrían derecho a reclamar por el retorno a las aulas. Quienes se siguen oponiendo a esa posibilidad que ha abierto la Alcaldía, y que desde este lunes se hará efectiva en los colegios públicos, deberían escuchar las historias que narran los rectores de estas instituciones: hogares que se destruyeron, niños que han sido abusados, mamás que perdieron sus trabajos y debieron buscar albergues; papás que hallaron en el reciclaje la única opción para sobrevivir o abuelos que, muchas veces analfabetas, no supieron cómo lidiar con los menores dejados a su cuidado.
“Es el otro lado de la pandemia”, dice, con gran acierto, la rectora del colegio Usminia (en Usme), Mary Luz Prieto.
Este lunes, decía, alrededor de 133 colegios oficiales están habilitados para el retorno gradual y seguro. Tal vez no lo harán todos ni veremos esa horda de estudiantes acudiendo a un espacio que la pandemia les arrebató. Y ello obedece a que existen medidas estrictas para evitar el contagio del covid-19. Rectores, profesores y padres ya las conocen.
Es más, en el colegio Enrique Olaya Herrera, en San Cristóbal, con capacidad para más de 5.000 alumnos, ese primer día será para padres y madres de niños que asistirán a los primeros grados, a quienes se les reiterará cuáles son las medidas para que sus hijos vuelvan de forma segura. En el Montebello, San Cristóbal, serán los profesores los primeros en arribar el lunes para que vuelvan a reconocer la institución a la que no regresaban hace casi un año.
No es terquedad mía. No se trata de ignorar las advertencias del sindicato de maestros del Distrito que siguen saboteando el retorno a clases. No. Es cuestión de humanidad y de dignidad con aquellos a quienes la pandemia no les ha dado tregua. El derecho a que niños y jóvenes vuelvan a convivir, con restricciones y todo, debe ser visto como un asunto de máxima prioridad y atención. Más que obstaculizar hay que reflexionar; no entorpecer, sino entender; no dar un portazo, sino proponer una salida. A eso invitan las crisis.
Qué fácil resulta cuestionar este derecho desde apolillados sillones sin reparar en las consecuencias emocionales que deja la falta de una experiencia tan humana como la mirada en clase, la presencia física, la voz directa del profesor, y no las distracciones de una pantalla fría y lejana.
Abrir los colegios es tan importante como abrir el supermercado. Hay, incluso, más riesgo de contraer el virus mientras vamos por la leche y el pan que si un niño o una niña asisten a la escuela. La Organización Mundial de la Salud asegura que los menores de 18 años representan cerca del 8,5 % de los casos notificados de covid-19.
Y agrega que son pocos los brotes de transmisión registrados en instituciones educativas. La misma entidad señala que el cierre de escuelas tiene un efecto negativo para la salud y bienestar de los pequeños, mientras que con el retorno los beneficios son exponenciales en su desarrollo social, nutricional y psicológico. ¿Qué más evidencia se necesita?

Abrir los colegios es tan importante como abrir el supermercado

Los maestros y maestras que hoy le apuestan a la presencialidad no son irresponsables. Nadie como ellos conoce mejor el drama propio y ajeno tras meses de aislamiento. “Qué voy a hacer con mi familia” es la frase con la que más han tenido que lidiar. A tal punto que el rector Édar Riveros, del Olaya Herrera, decidió crear el programa ‘una libra de amor para un olayista en apuros’ a fin de atender las necesidades de los papás que a veces solo pedían ser escuchados.
Por su parte, Álvaro Suárez, del colegio Montebello, recuerda cómo ha habido docentes que, afectados por el covid y aún conectados a un tanque de oxígeno, jamás dejaron de cumplir con sus obligaciones.
Promover plantones, como lo hizo el sindicato de maestros, o buscarle peros a todo lo que signifique dar un paso en este sentido solo contribuye a multiplicar el miedo. Nadie está exento de ser contagiado en un colegio y, sin embargo, preferimos arriesgar nuestras vidas permitiendo que los hijos asistan a fiestas o aceptando visitas en casa o usando mal el tapabocas. Ojalá que los mismos órganos de control no se presten para torpedear un proceso sin bases ciertas.
Termino con una de las reflexiones más bellas que sobre el tema encontré en Nuccio Ordine, uno de los más influyentes pensadores italianos de hoy, quien en un texto para el diario 'El País' (España) recordó esta célebre frase del poeta García Lorca: “Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales, que es lo que los pueblos piden a gritos. (...) Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?”.
¿Es mi impresión o... vamos hacia una quiebra definitiva de los sistemas de transporte masivo y seguimos haciendo populismo con las tarifas?

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ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
En Twitter: @ernestocortes28
erncor@eltiempo.com
Ernesto Cortes
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