Alguna vez dije aquí que no hay seguridad perfecta. Tristemente lo han confirmado las acciones terroristas en países desarrollados e hiperseguros como Francia o Inglaterra, y tristemente se está viendo por estos días en Estados Unidos con los supuestos correos bomba a personalidades de ese país. El miedo ha vuelto a cundir.
Y si allá están preocupados por la seguridad, ni qué decir de nosotros. Acostumbrados como estamos a las cifras de homicidios, hurtos, extorsiones, microtráfico y demás, cualquier acción relevante de las autoridades nos parece poca cosa. Bajan los homicidios, mejora la seguridad en barrios, mejora la seguridad en el transporte público y simplemente no creemos.
La razón puede ser la costumbre, pero también el hecho de que la gente sigue siendo víctima de atracos, del robo de su celular o, como lo vimos esta semana, de avivatos en moto que fingen accidentes con tal de sacarle plata a un conductor inocente. Esa es otra forma de atraco.
El fiscal Néstor Humberto Martínez reconoció esta semana, en un foro promovido por Bogotá Cómo Vamos, que el hurto venía aumentando este año en más del 14 por ciento. Lo hacía apoyado en el Censo Delictivo, una herramienta que, por fin, consiguió unificar las cifras de Policía y Fiscalía para cuantificar el número de delitos que se cometen.
Ello ha permitido, entre otras cosas, establecer patrones, conductas y cruzar bases de datos para priorizar el tipo de crimen y que las autoridades enfoquen sus esfuerzos más eficazmente.
Otra estrategia ha sido la plataforma A Denunciar, a través de la cual hoy se recibe el 76 % de las denuncias que hace la gente en Bogotá por hurto. Una revolución. La sistematización de la Fiscalía también ha llevado a que el 55 % de los expedientes estén digitalizados, lo que se traduce en 13,5 millones de datos criminales.
Cuando se suman todas estas variables el resultado es óptimo. El esclarecimiento de homicidios, por ejemplo, pasó del 12 por ciento al 20 por ciento en el último año, y es posible que esa tendencia se mantenga hasta llegar al 40 por ciento en el mes de diciembre, a nivel nacional. En Bogotá, de cada 100 homicidios que se cometen, 30 terminan esclarecidos.
Es difícil combatir la inseguridad con pocos recursos, escasa policía, un aparato judicial congestionado y unas cárceles que –reconocieron los alcaldes participantes en el evento– viven tan atestadas que a veces es preferible parar operativos porque no hay dónde llevar los delincuentes.
Mientras tanto, las mafias del narcotráfico, de trata de personas, de delincuencia organizada se siguen moviendo por las ciudades. Por eso, hay que apostarles a herramientas como las que ha implementado la Fiscalía, y para ello se necesita el concurso de los alcaldes, de la sociedad y del mismo Gobierno Nacional, para ver si al fin podemos quebrarle el espinazo a la inseguridad. Es difícil, pero, está claro, no imposible.
¿Es mi impresión o... a Bogotá le metieron un golazo con la ampliación de la Autonorte: más carriles donde no hay trancón y ninguno para el ingreso y salida de la ciudad?
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
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