Camila Andrea Castillo ha estado rodeada de bailarines y cantantes desde su infancia, de hecho, ella también es una artista. En el jardín infantil bailaba y cantaba en el grupo cultural Palenque, en Bosa, al lado de la coreógrafa Albaneli Mina. Al crecer, ingresó al colegio y continuó haciendo presentaciones artísticas, trenzas y peinados, lo cual se convirtió en su trabajo.
Sin embargo, unos amargos sucesos en los cuales no quiso profundizar la llevaron a postergar su colegio, dejar a su abuela y a su madre e irse a vivir a una casa de familia. Este año, la bogotana de tez morena se graduó del colegio tras un curso que culminó a sus 22 años y su vida ha empezado a cambiar.
Hace dos meses Camila ingresó al programa Empleo para la Reconciliación con otros 81 jóvenes. Este se creó en articulación entre el sector privado, público y la cooperación internacional (Secretaría de Integración Social, USAID y ACDI/VOCA y DIAGEO) para mejorar las oportunidades laborales de los jóvenes vulnerables en Bogotá.
Los 342 jóvenes que están en el programa se gradúan como técnicos laborales en cuatro áreas productivas: Auxiliar Administrativo, Auxiliar de Cocina, Logística, Mercadeo y Ventas y Contact Center, y luego los apoyan para que se vinculen laboralmente en empresas. Además, les brindan un acompañamiento psicosocial y el fortalecimiento en competencias socio emocionales.
En este programa hay 22 jóvenes víctimas y desplazados, 13 indígenas, 42 afrocolombianos, y una participante de la Fundación ‘Natalia Ponce’, víctima de ataques por agentes químicos.
“Me enteré del programa porque una tía estudió Auxiliar Administrativo y otra amiga también se graduó allí; ahora están trabajando y les han ido muy bien”, cuenta la joven.
Camila estudia técnico en Contact Center. Tiene tres clases diarias de 8:00 a. m. a 2:00 p. m., de lunes a sábado, y estudiará hasta el próximo octubre. Pero su pasión por la música brota por las venas. Ella estuvo celebrando su grado por adelantado y acompañando a 58 de los 260 jóvenes que se graduaron y están en la fase de vinculación laboral en una de las 60 empresas colombianas con las que hay alianzas; estuvieron en el Circo del Sol el pasado 30 de noviembre gracias a la invitación de Grupo AVAL y Ocesa Colombia.
Ella es Camila, quien estuvo en el Circo del Sol por primera vez gracias a @USAID_Colombia e @integracionbta. Pronto verán su historia en @ELTIEMPO pic.twitter.com/guClD2U9zz
— Luisa Mercado (@LuisaMercadoD) 13 de diciembre de 2018
El recorrido con los jóvenes comenzó en el centro, específicamente en la carrera 4 con calle 19, y desde el primer momento esta aventura fue una rumba.Todos estaban emocionados: bailaron, cantaron y hasta contaron chistes. Camila fue la estrella, su melodiosa voz deslumbró a todos los que la oyeron.
A las 7:45 p.m. llegaron al Circo del Sol, en la avenida 68 con calle 63. Estaban listos para ver la obra que inició a las 8:00 p.m.
“El Circo del Sol le da una perspectiva diferente a la ciudad que tenemos, y a los muchachos les abre la imaginación y la creatividad”, explica Carolina Salazar, Directora Poblacional de la Secretaría de Integración Social.
Estos jóvenes disfrutaron Amaluna, el espectáculo que concluye este domingo en Bogotá, y aprendieron cómo la disciplina y la perseverancia puede llevarlos al triunfo, así como le ha ocurrido a los protagonistas de este reconocido Circo.
Camila salió emocionada después de ver a los cantantes, circenses, gimnastas y ‘clown’ que estuvieron en el espectáculo. A las 10:15 p.m., se fue a su casa, cubierta con unos juegos pirotécnicos y con una sonrisa en sus labios que reflejaba las ilusiones que les transmitieron esos talentosos artistas.
“El próximo mes de febrero esperamos estar iniciando clases con un nuevo grupo de jóvenes”, aseguró la Secretaría de Integración Social. Aunque quizá ellos no celebren su grado en un espectáculo como este, podrán tener nuevas oportunidades laborales que marcarán el camino de su vida.
LUISA MERCADO
ELTIEMPO.COM
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