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Bogotá

Ventas de garaje, purgatorio de objetos inútiles que otros sí usan

Paula y Lina Hernández son dos hermanas que decidieron abrir las puertas de su casa y vender lo que ya no usan.

Paula y Lina Hernández son dos hermanas que decidieron abrir las puertas de su casa y vender lo que ya no usan.

Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO

En redes sociales se mueven grupos que programan y acompañan este tipo de negocios.

Si a usted le gusta comprar muebles antiguos de madera maciza, porcelanas, vajillas navideñas, películas en remate, libros, juguetes, carpas militares y minimáquinas de coser que se vendían por infomerciales en los ochenta, las ventas de garaje serán su edén.
Estos son espacios ideales para comprar ropa barata en buen estado, elementos para el hogar o artilugios que se esconden en los hogares capitalinos.
La familia Hernández decidió, hace un año, abrir las puertas de su garaje en la calle 24 B n.° 80 B - 47, en Modelia, para convertirlo en una tienda por departamentos casera. Anualmente se reúnen para hacer una ‘botazón’ en la que seleccionan los objetos que ya no usan. Antes, los regalaban o donaban a gente necesitada en Mariquita, Tolima. Pero un día, Paula y Lina, a quienes llamaremos en esta crónica las hermanas Hernández o las Hernández, sugirieron organizar una venta en su cochera. Tomaron la idea de una tía que vive en Estados Unidos, quien tenía experiencia en el tema. “Toda película gringa que uno ve tiene una venta de garaje, hasta en ‘Toy Story’ hay una”, dijo Paula.
Al principio se preguntaban si sería seguro hacerlo. Según las Hernández, es abrirle la puerta a cualquier persona para que entre a su casa. El 30 de julio del 2017 convocaron a su inauguración a través de Facebook y de volantes impresos. Llegaron unos 50 interesados y lograron recolectar 400.000 pesos.
“El objetivo era deshacernos de la mayor cantidad de cosas, y como al colombiano le gusta pedir rebaja, nosotros no le bajamos al precio, pero les encimamos un artículo”, comentó Lina. Así lograron que una compradora que venía desde el 20 de Julio, con sus dos hijos, le regalara un juguete nuevo a su hija de 3 años. La pequeña se enamoró de una jirafa que perteneció a Lina. “Ese peluche me lo regaló mi mejor amiga cuando cumplí 12 años”, contó. La niña se aferró al juguete, así que las hermanas se lo encimaron por las compras que hizo su madre.
Desprenderse de objetos que evocan recuerdos es el reto más grande. Al principio hay nostalgia. La casa en la que viven perteneció a su abuela, así que muchas de las cosas que vendieron evocaban recuerdos de la niñez.

Desprenderse de objetos que evocan recuerdos es el reto más grande. Al principio hay nostalgia

Desde la muerte de su padre, en el 2008, la familia enfrentó el duelo sacando piezas que ya no utilizaban y que aún podían hacer feliz a otra familia, y como dijo Lina, “son solo objetos, el recuerdo se queda”. Por ejemplo, la mesa del teléfono donde era común encontrar a la abuela Blanquita anotando números y direcciones, fue comprada por una familia con dos niños. La mamá dijo que la remodelaría. “Se fueron felices. Esa misma felicidad que un día nos dio a nosotros ahora la pueden tener ellos”, dijo Paula.
Mucha gente conserva las cosas porque se excusan diciendo que algún día lo utilizarán de nuevo. Pero eliminar objetos ayuda a renovar la energía, consideran estas muchachas. Según Paula, “vas a estar más liviano”.
Aunque ellas conducen el negocio y sacan del infierno del olvido a los objetos viejos, sus inicios no fueron con las ventas. Empezaron en trueques con desconocidos, por medio de grupos en redes sociales. La dinámica es sencilla: ropa que usted ya no utiliza y que está en buen estado, electrodomésticos que nunca estrenó o ese regalo de diciembre que no le gustó, los puede intercambiar por otros elementos que le atraigan y que a otros ya no les interesan.
Lina y Paula llevan tres años participando en estos trueques. “Era frecuente encontrar comentarios como ‘hago ‘manicure’ y ‘pedicure’ a cambio de ropa’, y la gente aceptaba la oferta”, aseguró Paula.
Estos grupos tienen reglas. Exigen fotos reales de los elementos que se intercambiarán, los usuarios deben hacer una calificación del estado del objeto recibido y si ya se pactó una entrega, debe ser respetada.
Lo primero que intercambió Lina fue un par de botas por una chaqueta que aún conserva. “Me cité con la chica del cambio en un local de la avenida Ciudad de Cali con avenida La Esperanza, y mi hermana me acompañó, por seguridad. En el sitio me probé la chaqueta, la revisé. Ella se quitó los zapatos y se midió las botas. Le quedaron y se fue”, contó.
Los riesgos de estos cambios son evidentes. Hay quienes se aprovechan de la ingenuidad de los usuarios para estafarlos y hurtarlos cuando se encuentran en los puntos pactados. Pero son más los trueques exitosos que las malas experiencias.
Por otro lado, estas jóvenes intentaron vender ropa en tiendas de compraventa. Se fueron a la calle 53 con Caracas. Paula comentó que en una ocasión llevaron dos maletas de viaje llenas de ropa y les ofrecieron 50 mil pesos por todo, mientras que esas tiendas ofrecían una chaqueta usada por 40.000 pesos.
De la experiencia aprendieron que era mejor ofrecer su ropa desde la casa.
Este año realizaron su segunda venta de garaje, el pasado fin de semana. Llegaron unas 150 personas y recaudaron 900.000 pesos.
Al igual que la gente de los grupos de intercambio, las jóvenes utilizan estos espacios para publicitar sus ventas y suben fotografías de los objetos que ofrecerán.
En una ocasión recibieron un comentario por una imagen que promocionaba un comedor de su abuela. “Quién va a comprar esa sala tan asquerosa”, decía el comentario, que fue replicado por otro sujeto: “Asqueroso usted que no sabe el verdadero valor de esa sala. Es muy antigua y la están dando muy barata”.
Así, los muebles pasaron del infierno del desprecio al purgatorio de la espera, y más tarde, a la resurrección que una amante de lo rústico les dio en su casa.

Recomendaciones para hacer su propia venta de garaje

-No piense con el corazón a la hora de escoger los objetos, sea racional y pregúntese: ¿Hace cuánto no lo uso? ¿Lo utilizará? Si en dos años no lo usó, ya no lo va hacer, así que sáquelo a la venta.
-Verifique que el estado de los elementos que va a vender sea óptimo, que tenga aún vida útil para otro.
- Cuando asigne los precios a los productos, tenga en cuenta: si son piezas simples como películas, libros o cachivaches ofrézcalos a bajo costo, si son elementos que considera valiosos, consulte cuánto sería el valor del objeto nuevo y cobre un cuarto de ese valor.
-Etiquete los objetos con el precio y que sea visible.
-Si vive en una casa, utilice el jardín o garaje para realizar la actividad, si vive en un apartamento consulte si puede utilizar el salón comunal.
-Promocione su evento en redes sociales e ingrese a grupos dedicados a este tipo de actividades para vociferar su venta.
MARÍA FERNANDA ORJUELA ALBARRACÍN
Especial para EL TIEMPO
marorj@eltiempo.com
En Twitter: @mafelona
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