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Bogotá

Temblores en Bogotá: ¿las edificaciones están preparadas para un gran sismo?

Así se ve Bogotá durante la emergencia ambiental por la mala calidad del aire.

Así se ve Bogotá durante la emergencia ambiental por la mala calidad del aire.

Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO

Aunque hay miles de edificaciones que incorporan las normas sísmicas, muchas otras no las tienen. 

Desde hace 14 años los bogotanos no eran sacudidos tan fuerte por un sismo. Tal vez por eso, en la madrugada del 10 de marzo un terremoto de magnitud 5,9 causó preocupación y cuatro días después uno menor, de 4,2, nos puso a pensar en qué tanto las construcciones cumplen con las normas de sismorresistencia. De hecho, se tenía muy fresca en la memoria la tragedia de Turquía.
Edificio Bacatá, en el centro de la ciudad.

Edificio Bacatá, en el centro de la ciudad.

Foto:Sergio Acero Yate. EL TIEMPO

Para 1997, el Congreso de la República expidió la Ley 400, la cual establece los criterios y requisitos mínimos para el diseño, construcción y supervisión técnica de edificaciones nuevas en el territorio nacional que minimicen la posibilidad de colapso ante una eventualidad sísmica. Esta ley ha sido actualizada con el tiempo. En 2010 se creó el Reglamento NSR-10, cuyo objetivo es proteger la vida de los ciudadanos, garantizando el diseño y estructura del domicilio.
Para Bogotá, hay especificaciones sobre las alturas máximas permitidas según la ubicación donde se quiera desarrollar una construcción. Con 2’776.362 predios, la Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital cerró el censo inmobiliario de 2022, cifra que representa un incremento en la construcción de la ciudad en un 23 por ciento desde 2012, cuando se tenía un registro de 2’249.000 predios, muchísimos de estos hechos antes de la norma.

Con mayor riesgo

Las edificaciones construidas desde 2010 en adelante, para algunos expertos, son las que tienen mayores garantías en caso de que la ciudad se enfrente a un terremoto de altas magnitudes. “Podría haber una clasificación frente a viviendas de más de 30 años, pues se consideran con una vulnerabilidad mucho más alta”, explicó Wílmar Cristancho, profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central y experto en gestión del riesgo.
Cristancho es consciente de que anteriormente la construcción no se regulaba y además eran hechas por personas que no eran profesionales en ese campo. Claro que este es un fenómeno que no se quedó solo en el pasado y se presenta actualmente en diferentes zonas, principalmente asentamientos en la ciudad.
Edificio Corkidi, en el centro de la ciudad.

Edificio Corkidi, en el centro de la ciudad.

Foto:Sergio Acero Yate. EL TIEMPO

Federico Núñez Moreno, docente del Departamento de Ingeniería Civil y director del programa de Maestría en Ingeniería Civil de la Universidad Javeriana, asegura que, “por lógica, las estructuras con más vulnerabilidad ante eventos sísmicos son las más antiguas, porque los materiales nunca fueron diseñados ni estudiados y no hubo matemáticas, ni física” en la obra.
Sin embargo, reconoce que “hay estructuras muy viejas que todavía están en pie a pesar de terremotos, y esto se debe a que cuando las armaron, las hicieron exageradamente grandes o porque la geometría y los procesos de armado que se utilizaban de manera clásica no eran tan malos”.
Esta percepción la comparte Edwin Chirivi, gerente de Camacol de Bogotá y Cundinamarca, quien señala que “no necesariamente se podría inferir que el total de las construcciones antiguas no cumplen, incluso podría pensarse que dentro de los estándares podrían sobrecumplirlas y, por esta razón, hay estructuras tan antiguas que aún están en pie, incluso con los terremotos fuertes que han ocurrido últimamente”.

La construcción informal

Teniendo este contexto, hay que adentrarse en una problemática que es evidente en la urbe y son las construcciones informales o realizadas en invasiones. Según datos de Camacol Bogotá y Cundinamarca, para 2020 se tenían registros de que en la ciudad se generaban 19.000 viviendas informales al año, mientras de manera formal eran 30.000.
Antes de que se expidiera la Ley 400 estuvo el primer código de sismorresistencia en 1984 y es así como “las ciudades empiezan a estar mejor preparadas. Toda construcción antes de ese año, o está en bajas condiciones de resistencia sísmica o tuvo que pasar por un proceso de actualización o reforzamiento”.
De acuerdo con el experto, en Bogotá aún hay construcciones que se hacen de manera informal, no hay un ingeniero ni un arquitecto detrás, y eso se puede evidenciar en el sur, el norte y hacia el occidente. “Uno ve mucha construcción que realmente no está hecha para resistir un sismo de gran envergadura”, puntualizó Núñez.
Esos casos presentan en localidades donde más fuerte son los fenómenos de invasión. En esa situación estarían Usaquén, Usme, Fontibón, Bosa, Engativá y Kennedy, principalmente en los barrios Bosques de San Antonio, San Juan Bautista II, Belén, El Edén II, Brasil El Lago, Nuevo Milenio, Pastrana, según la Secretaría de Hábitat.
Ante esta situación, la entidad puso los ojos sobre dichas zonas y, a través del Plan Distrital de Desarrollo ‘Un nuevo contrato social y ambiental para el siglo XXI’, adelantan acciones de apoyo a los procesos de legalización urbanística, en los que convergen la dotación de equipamientos y espacio público de calidad, y mejoramiento de vivienda y del entorno urbano. Así se han legalizado más de 1.600 asentamientos.
Por otra parte, la capital tiene un estudio de microzonificación que permite identificar cuáles son las zonas donde hay mayor sensibilidad al momento de ocurrir un sismo, pero la realidad es que es de 2010 y está desactualizado, si se considera el crecimiento que ha tenido la ciudad en materia de construcción desde ese entonces.
Por tal razón, según el director de geoamenazas del Servicio Geológico Colombiano, John Makario Londoño, se adelanta un convenio con el Idiger para actualizar el informe. De hecho, desde la entidad distrital de gestión de riesgos le indicaron a este diario que no cuentan con un inventario.
Algo en lo que concuerdan los expertos consultados es que es imposible evitar que se presenten terremotos o movimientos, lo que sí se puede planear es la ubicación del predio; por eso, las construcciones en donde los ciudadanos decidan residir deben cumplir con la norma y las garantías necesarias para salvaguardar sus vidas.
“Sí hemos avanzado en brindar mayor seguridad a las personas al momento de una emergencia. Con la norma vigente se contempla desde los materiales hasta la idoneidad de las personas que pueden trabajar en la construcción, pasando por los procesos de diseño y cálculo. Los edificios deberían poder resistir sismos de 6,5 sin sufrir algún daño, pero con uno de 7,5 a 8 puede haber daños estructurales considerables, donde la edificación queda inhabitable”, explicó el docente de Ingeniería Civil de la Javeriana.

Lo que se debe reforzar

Pero más allá de qué tanto las construcciones están diseñadas para soportar un sismo de gran magnitud, los expertos consideran que también es necesario que los ciudadanos estén capacitados sobre cómo enfrentar una situación de emergencia, un tema en el que aún nos falta un camino por recorrer y se debe trabajar en pedagogía desde las entidades y en el protocolo previo, durante y luego del evento.
“Hay que partir también de que es un acto de corresponsabilidad; de manera individual es indispensable identificar los puntos de encuentro de los lugares más comunes como la casa, el trabajo, las rutas de evacuación; incluso, tener elementos previos como un kit de emergencia. Las personas deberían tener en su formación conocimiento de primeros auxilios para brindar atención en un evento sísmico”, sugirió Cristancho.
LORENA PRADA SANABRIA
REDACCIÓN EL TIEMPO
@_LorenaPrada
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