En 1993, Bogotá tenía una tasa de 80 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que ubicaba a la capital del país entre las ciudades más violentas y peligrosas del mundo. Eran casi 16 asesinatos cada 24 horas. Hoy, 25 años después, la tasa es de 12,7 asesinatos por cada 100.000 ciudadanos, algo así como tres casos diarios.
¿Qué se hizo durante este tiempo para lograr esta reducción? Para entenderlo, Hugo Acero, experto en seguridad, sugiere viajar hasta 1995, cuando el profesor Antanas Mockus asumió su primera alcaldía.
Ese año, la tasa era de 70 homicidios, pero en 1998, cuando le entregó las riendas de la ciudad a Enrique Peñalosa, Mockus había logrado bajarla a 47 casos por cada 100.000 habitantes.
“Lo principal es el liderazgo del gobernante. Es muy distinto un alcalde que deja el trabajo solo a la Policía a un alcalde que dice: ‘esto es un tema que yo gobierno’ y lideró las acciones en temas de seguridad con las autoridades”, explicó Acero, quien señaló que a esto se sumó una relación armónica con la Fiscalía, la Rama Judicial y el Gobierno Nacional.
En su primer gobierno, Peñalosa les dio continuidad a estas acciones y con la intervención y recuperación de espacios urbanos, como la recordada calle de El Cartucho, el número de homicidios continuó disminuyendo. Peñalosa le devolvió en el 2000 la ciudad a Mockus con una tasa de 37 asesinatos, unos nueve homicidios al día.
En su última etapa como alcalde de Bogotá, el profesor y hoy senador implementó acciones de prevención y destinó importantes recursos a esto. “Hubo una política integral desde la prevención, no solo la mano dura y garrote. Eso no quiere decir que no fue importante la implementación de acciones coercitivas legítimas, garantizando los derechos humanos”, precisó Acero.
En el 2003, cuando la izquierda llegó al palacio Liévano en manos de Lucho Garzón, la tasa de homicidios era de 25,4 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Durante este periodo fue importante el fortalecimiento de las capacidades organizativas de los ciudadanos. Según Acero, la gente unida es menos susceptible a sufrir de violencia. “Cuando llega un actor violento a una comunidad organizada le queda más difícil hacer lo que le da la gana”, señaló el experto. Garzón cerró su mandato con una histórica tasa de 19,9 asesinatos.
Vuelven a subir homicidiosDespués de una década de continua reducción de los homicidios, en el 2008, con la llegada de Samuel Moreno a la Alcaldía de Bogotá, los asesinatos volvieron a repuntar.
Moreno recibió de Garzón la tasa en 19,9 homicidios por cada 100.000 habitantes y la entregó, bajo la batuta de Clara López, en 22,3 en el 2011. El alza de los casos en esa época, según analiza Acero, se debió a las tensas y poco fluidas relaciones del gobierno Distrital con el Nacional. Además de esto, los resultados de esa administración se vieron afectados por los escándalos de corrupción que ocurrieron con el conocido ‘carrusel’ de la contratación.
En el 2012, Gustavo Petro tomó la ciudad con una tasa de 22,3 muertes violentas por cada 100.000 ciudadanos, y tras retomar las acciones de pasadas administraciones, como estrechar lazos con la Policía y la Fiscalía, ejecutar acciones de prevención y potenciar los procesos organizativos en zonas tradicionalmente violentas, le entregó al segundo mandato de Enrique Peñalosa la tasa en 17,3 casos.
Cuando se creía difícil seguir bajando los asesinatos en Bogotá, Peñalosa creó la Secretaría de Seguridad, potenció la justicia comunitaria, destinó millonarios recursos a la seguridad y afianzó las relaciones entre Policía, Fiscalía, Rama Judicial y administración distrital.
Con todo esto, hoy Bogotá tiene la tasa de homicidios más baja en 40 años: 12,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes, 12 puntos por debajo de la media nacional, que es de 24,7.
Las acciones de la administración y la Policía de Bogotá
Para el secretario de Seguridad, Jairo García, son cuatro las acciones que se han ejecutado y que explican los resultados en reducción de homicidios: la desarticulación de bandas criminales, las intervenciones territoriales con amplias ofertas institucionales, la promoción de mecanismos alternativos de justicia y estrategias como Farra en la Buena, que se concentró en reducir conflictos en zonas de rumba tradicionalmente violentas.
Adicionalmente, una razón que ha influido en reducir este y otros indicadores de inseguridad en los últimos años, es la continuidad que ha tenido el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá (Mebog), el general Hoover Penilla, quien arrancó funciones al mismo tiempo que el alcalde Enrique Peñalosa en el 2016, y quien ha sido respaldado a fuerza de buenos resultados.
Este hecho es de resaltar teniendo en cuenta que una de las quejas recurrentes de anteriores administraciones distritales, era que los comandantes de la Mebog no lograban completar amplios periodos de tiempo en sus funciones, lo que generaba, dados los constantes cambios, que los procesos se vieran interrumpidos.
“La meta para este año es cerrar con menos de 1.000 asesinatos”, dijo García. En el 2018 hubo 1.041, 96 menos que en el 2017, por lo que, de seguir la tendencia, el propósito del secretario, que hace parte de los objetivos del Plan de Desarrollo, podría cumplirse. Además, el número de homicidios contra mujeres pasó de 112 a 99 entre el 2017 y el 2018 y el número de días sin asesinatos aumentó de 24 a 36 en el mismo periodo.
Bogotá debe tener más capacidad de investigación y desarticulación de organizaciones, hemos pedido más Sijín, más inteligencia e investigación criminal y mayor presencia de policía de vigilancia
El funcionario explicó que para lograrlo es importante potenciar la capacidad de investigación de los equipos de inteligencia de la Policía y la Fiscalía, endurecer las medidas para quienes porten armas blancas –ya que con estos elementos se comete el 50 por ciento de los asesinatos en la ciudad– y seguir trabajando de la mano de la comunidad. “Bogotá debe tener más capacidad de investigación y desarticulación de organizaciones, hemos pedido más Sijín, más inteligencia e investigación criminal y mayor presencia de policía de vigilancia”, dijo el funcionario.
“Espero que podamos construir el texto de proyecto de ley y podamos incluir la penalización del porte de armas blancas, porque el 50 % de los homicidios en Bogotá se dan con estas armas; 45 por ciento, con armas de fuego y 5 por ciento, con objetos contundentes" afirmó García.
Mediciones internacionales destacan a Bogotá como una de las ciudades más seguras del mundo, por tasa de homicidios.
Por ejemplo, el Safe Cities Index 2017, un informe realizado por The Economist Group, ubica a la capital colombiana en el puesto 46 entre 60 ciudades, por encima de Bangkok (Tailandia) y Quito (Ecuador).
El estudio también destacó que metrópolis como Tokio, Singapur, Toronto y Melbourne son las más seguras del mundo.
En el panorama nacional, la ciudad sobresale porque su tasa de homicidios (12,7) está por debajo de la media nacional, que registra 24,7 casos por cada 100.000 habitantes. A la capital también le va bien al compararla con ciudades como Medellín, cuya tasa es de 24,75, y Cali, que alcanza un 47,3 y es considerada una de las más peligrosas del mundo.
Según el ‘Ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo 2017’, realizado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (México), las urbes con mayor tasa de homicidios son Los Cabos (México) Caracas (Venezuela) y Acapulco (México). En este índice, de las 50 ciudades clasificadas, 42 están en América Latina. Las ciudades colombianas Cali y Cúcuta ocupan los puestos 28 y 50, respectivamente.
Esta situación también es evidenciada por el Instituto Igarapé de Brasil en el informe ‘Seguridad ciudadana en América Latina: hechos y cifras’, en el cual la tasa de homicidios en la región es de 21,5 por cada 100.000 personas.
Esta investigación clasifica a Colombia con una tasa de 22 homicidios por cada 100.000 personas, mientras que El Salvador (60), Jamaica (56) y Venezuela (53,7) encabezan la lista con más homicidios.
ÓSCAR MURILLO
EL TIEMPO
Twitter: @OscarMurillom