La plazoleta del Chorro de Quevedo, céntrico punto de La Candelaria, que es uno de los mayores atractivos turísticos del sector, pues allí se fundó la capital, estuvo en proceso de intervención desde el pasado noviembre. Aunque las obras debían estar listas en abril, su entrega será en junio.
Según el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), el retraso se dio por las fuertes lluvias de las últimas semanas que impidieron instalar el material que se debe fijar sobre esta plazoleta.
Para esta intervención, que según el IDPC no se le realizaba al sitio desde 1985, se destinaron alrededor de 646 millones de pesos, de los cuales 603 millones los aporta el Instituto Distrital de Turismo (IDT) y los 42,2 restantes, el IDPC (en especie).
El 12 de abril se tuvo que realizar la primera prórroga del contrato, correspondiente a 14 días, pues los cinco meses en los que se debía realizar la obra no alcanzaron para terminarla, por el factor climático. Luego, el 13 de mayo se realizó la segunda prórroga por 15 días, para finiquitar detalles de la intervención.
Por este proceso, el IDPC tuvo que girar 14 millones de pesos más, para la interventoría de la obra, con el fin de cumplir los tiempos. En total se invirtieron 660 millones y sería entregada esta semana, según la entidad. Los trabajos los hizo el consorcio G & G, y la interventoría fue realizada por la firma Varego S.A.S.
Aunque las obras finalizan a principios de junio, el espacio se abrirá de manera oficial, por el IDPC, a finales de ese mes.
A través de la resolución 2885 del 26 de octubre del 2016, el Ministerio de Cultura aprobó las actividades de mantenimiento de la plazoleta del Chorro de Quevedo, así como la intervención de la pila de agua, que desde hace años no funciona. Esto para mejorar su atractivo turístico.
Entre los trabajos se renovó el acabado del piso, la nivelación y se retiraron obstáculos para mejorar el paso de las personas en condición de discapacidad. Allí se implementará concreto de color, con acabado estampado, que según el IDPC también se usó en el centro histórico de La Candelaria, pues facilita el mantenimiento y tiene alta duración.
También se instaló mobiliario para los visitantes y se sembró un yarumo.
MICHAEL CRUZ ROA
Redactor de EL TIEMPO
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