Una polémica se desató en redes sociales y círculos sociales a causa de la noticia según la cual a las cerca de 40 especies exóticas incautadas el 2 de enero en el centro comercial Atlantis Plaza (norte de Bogotá) se les dio muerte, como confirma en un comunicado la Secretaría Distrital de Ambiente.
“Las especies incautadas pertenecen a ecosistemas foráneos. No se puede desconocer el impacto que puede llegar a generar el ingreso al país de especímenes exóticos: se amenaza la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas, aparte de que estas especies introducen enfermedades a las especies nativas, y se comportan principalmente como depredadores, alterando el equilibrio biológico”, explicó la entidad.
Por lo anterior, complementó el Distrito, la subdirección de Silvicultura, Flora y Fauna se vio en la necesidad de proceder a una especie de eutanasia en dichos ejemplares, “a través de técnicas humanitarias e indoloras, y contando con la asesoría de biólogos expertos en la materia” (vea recuadro con cifras de sacrificios en los últimos años).
La situación generó ampolla entre animalistas, quienes elevaron su voz de protesta por la actuación del gobierno. Natalia Parra, por ejemplo, quien adelanta activismo político con base en los animales y es reconocida por su conocimiento del derecho ambiental, expresó que si bien la determinación tiene amparos jurídicos nacional e internacional, estos vienen desde una perspectiva conservacionista, no proteccionista, en la cual se enmarca ella.
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“Es lamentable la decisión. La última opción que debían tomar era el sacrificio, porque existen lugares, como el acuario de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Santa Marta, que habrían podido recibir estos peces en condiciones óptimas de iluminación y espacio; no es lo ideal, pero ya extraídos de su hábitat, eran buenas opciones”, apuntó la animalista.
Parra recordó además que los principales culpables de la situación fueron, “primero, los traficantes que trajeron a estos animalitos de Indonesia y mares muy lejanos, y segundo, el centro comercial, que considera que los animales están hechos para exhibición, y de hecho escondieron el tiburón por el que se generó la alerta”.
Finalmente, la activista reconoció que la primera parte de las acciones del Distrito estuvieron bien enfocadas, al decomisar las especies y evitar que se siguieran usando para exhibiciones ilegales. Entre los animales hallados se destacaban peces como el cirujano, el payaso, el mandarín, el real y el dragón, provenientes de Indonesia, en el sureste asiático.
Sobre el asunto terció Conservación Internacional, organización no gubernamental originaria de Estados Unidos y con 30 años de actividad. En su concepto, la introducción de las especies exóticas en el entorno natural colombiano generaría desequilibrios relacionados con procesos como mutualismo, parasitismo, comensalismo y simbiosis, que a su vez pueden conllevar a la pérdida de biodiversidad. Al respecto, recordó antecedentes en Colombia con especies como el pez león (mar Caribe), la rana toro (Chocó) y el caracol africano (zona norte del país) que han puesto en riesgo el orden natural.
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“La eutanasia debe ser considerada como una opción válida comparada con mantener a los animales en cautiverio o devolverlos al medio silvestre. Este es, por definición, un acto humanitario y puede ser totalmente compatible con la conservación y las consideraciones de bienestar animal”, agregó la organización, que por último adujo que al sopesar las posibilidades existentes, la mejor opción en términos biológicos y económicos era la eutanasia.
No es la primera vezTras la polémica suscitada por la eutanasia o sacrificio de las especies incautadas el 2 de enero en el centro comercial Atlantis Plaza, la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) recordó que desde la Alcaldía Mayor ya se han adelantado este tipo de acciones en años anteriores.
El histórico de estos sacrificios ha sido el siguiente: 830 especímenes en el año 2011, 236 en el 2012, 205 en el 2013, 120 en el 2014, 278 en el 2015 y 183 en el 2016.
La entidad reiteró su enérgica condena a la práctica de tenencia ilegal y exhibición de fauna silvestre, pues además de ser una condena de muerte para los especímenes, “pone en peligro el frágil equilibrio medioambiental de Colombia, con efectos catastróficos”.
BOGOTÁ