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Bogotá

Rompevidrios: ascenso y caída de la banda de adolescentes atracadores

Ilustración: Juan Sebastián Ville

Ilustración: Juan Sebastián Ville

Foto:

Así capturaron a cinco delincuentes que se dedicaban a robar en la carrera 10.ª.

Todo estaba listo, era el primer atraco de la tarde. Ya se había formado el trancón habitual de la carrera 10.ª con calle 36 sur, a las 5 de la tarde, definido la ruta de escape (subiendo por las escaleras del barrio Las Lomas) y elegido el vehículo para atacar, un taxi. Eran sus preferidos. Una bendición de afán, los cuchillos y un arma de fuego ágilmente ocultos, y una bujía para romper el vidrio del carro. Hacían esto todos los días.
Pero esta vez salió mal. El taxista llevaba un pasajero que resultó ser un sargento retirado del Ejército Nacional. Cuando rompieron la ventana e intimidaron al conductor, en un movimiento veloz y profesional, el exuniformado desfundó su arma y disparó. Eran tres los asaltantes: dos huyeron, uno murió. Los ‘Rompevidrios’, una temida banda delincuencial del sur, acababa de perder a uno de los suyos. Era el miércoles 29 de agosto del 2018.
Antes de ser una banda delincuencial, era un grupo de amigos del barrio La Resurrección, de Rafael Uribe Uribe. Menores de edad que buscaban dinero fácil y que habían encontrado en el robo de carros la mejor opción. El líder, José Julián Bernal Zamora, alias J, tenía 18 años cuando lo capturaron, pero ya contaba con varios antecedentes judiciales y era un experto y sanguinario delincuente. Llevaban al menos cinco años haciendo lo mismo.
La muerte del compañero en el robo frustrado al taxista, lejos de hacerlos reflexionar, los motivó a seguir adelante con sus fechorías; incluso, se volvieron más violentos, buscaron otras estrategias, por ejemplo, usar a amigas para que abordaran taxis en zonas como el Restrepo y los llevaran al barrio, donde eran presa fácil. Casi siempre los agredían.
Y tenían sed de venganza. Investigaron e identificaron la vivienda del oficial retirado que los atacó y un par de semanas después, en la noche, un emisario se asomó a la ventana de la casa y disparó en dos ocasiones. El exmilitar tuvo que huir con su familia de la ciudad. Los delincuentes estaban dolidos por la muerte de su compañero, a quien visitaban todos los lunes en el cementerio Matatigres. Iban a su tumba a pedirle que los protegiera, que los hiciera invisibles a la Policía.
La comunidad del sector, atemorizada pero también agobiada por la presencia de estos delincuentes que conocieron cuando eran niños y jugaban por ahí, decidió alertar a las autoridades. Los investigadores tenían al frente un difícil reto, recolectar las pruebas suficientes para solicitar una orden de captura y enviarlos a prisión. La investigación comenzó en enero del 2019.
“Todo se inició a principio de este año; fueron labores de verificación, recolección de entrevistas con personas del sector y se tomó contacto con el comandante del CAI”, explicó uno de los investigadores de la Seccional de Investigación Policial (Sipol), que empezó a seguirles la pista. Se trataba de un sector peligroso, de callejones y extensas escaleras, y pese a los datos de la ciudadanía, había resistencia de informar con precisión sobre los delincuentes por miedo a retaliaciones.

Logramos aportar 11 casos, pero era muy difícil lograr que las víctimas hablaran. Tenían miedo o creían que nada iba a pasar, que era inoficioso

Los detectives tuvieron que camuflarse para pasar desapercibidos, siempre iban mínimo tres, por si algo ocurría, se hacían pasar por vecinos, tomaban café en las panaderías, compraban cosas en las tiendas del barrio y empezaron a observarlos. Eran cinco y eran jóvenes. Siempre delinquían o muy temprano en la mañana o en la tarde. Buscaban la hora pico, la congestión vehicular.
“Logramos aportar 11 casos, pero era muy difícil lograr que las víctimas hablaran. Tenían miedo o creían que nada iba a pasar, que era inoficioso. No teníamos mucho”, reconoció el uniformado. En este caso, un reporte del Noctámbulo de Citytv se volvió pieza clave en las indagaciones.
Se trató del asalto a un taxista, la noche del lunes 11 de febrero, quien llegó hasta el barrio Lomas guiado por la novia de uno de los delincuentes que se hizo pasar por cliente. Cuando llegó al sector fue abordado, robado y apuñalado. El periodista Leonardo Ballesteros, de Arriba Bogotá, logró el testimonio de la esposa del conductor y a través de ella se pusieron en contacto con la víctima, quien finalmente aportó una denuncia formal y reconoció en un álbum fotográfico a varios de los ‘Rompevidrios’.
En una semana, según cálculos de los investigadores, los cinco delincuentes: alias J, de 18 años y líder; el ‘Tuerto’, el segundo al mando, de 20; Johan, de 24; Willy, de 26, y ‘Mateíto’, de 17, lograban ganancias por 2 millones de pesos. Los uniformados se encontraron asaltos a una ambulancia, a carros familiares, a mujeres conductoras que iban solas. Casi siempre apuñalaban a sus víctimas para robarlas y se llevaban todo lo que encontraran en el carro.
“Recuerdo el caso de una señora que iba en su carro y quedó en un trancón. Los tipos le golpearon la ventana, se acercaron, con total descaro y calma miraron qué había dentro. Cuando vieron que tenía un bolso y un celular, rompieron con la bujía la ventana y le quitaron todo. Ella quedó impactada, no quería volver a conducir”, recordó el uniformado. El testimonio de esta mujer se incluyó en el proceso judicial.
Después de cuatro meses de seguimientos, ya se tenían ubicadas las viviendas de los criminales. Y con las pruebas recolectadas se pudo solicitar la orden de captura. Para atraparlos, todos con antecedentes –incluso uno de ellos era buscado por un homicidio–, las autoridades dispusieron un gran operativo que incluyó hombres de varias seccionales de la Policía. La operación fue el 8 de mayo del 2019.
“Unidades de Sipol en coordinación con personal judicial de Unipol, Copes, Goes, Ginad, Gucar, Sijín y Esmad lograron la desarticulación de los ‘Rompevidrios’, conformada por cinco integrantes, quienes ejecutaban los delitos de concierto para delinquir y hurto a personas, lo anterior mediante la materialización de tres diligencias de registro y allanamiento, se logró la captura de dos de sus integrantes por orden judicial y tres imputaciones”, se lee en el reporte oficial del operativo.
Al menos 60 uniformados participaron. Los jóvenes fueron puestos a disposición de las autoridades judiciales correspondientes y todos fueron enviados a prisión, donde se encuentran en este momento.
Esta es la quinta entrega del especial periodístico Bandas tras las rejas, en el que se explican las diferentes modalidades de robos que ocurren en Bogotá y las investigaciones que ha adelantado la Sijín de la Policía para desarticular algunas de las estructuras criminales responsables de cometer estos delitos. Lea aquí las otras entregas.
Óscar Murillo Mojica
EL TIEMPO
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