“Eran cerca de las seis de la tarde, venía de camino a mi casa sobre carrera 13 con calle 119, cuando sentí que alguien me estaba siguiendo. Caminé más rápido y mire para atrás y tenía a un hombre muy cerca que me dijo: ‘¿cree que lo voy a robar o qué?’. En ese momento levantó su camiseta y me mostró un arma, aún era de día y estábamos en un lugar bastante concurrido”, así narró Juan Sebastián Vargas cómo fue atracado este año.
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El hombre le dijo también que era paramilitar y que estaba haciendo limpieza social. Lo amenazó con quitarle la vida si no entregaba su celular. Esta es solo una de las historias que conforman las 45.922 denuncias por hurto de celular que se han dado en la capital en este 2021, según los datos de la Secretaría de Seguridad.
Sin embargo, si se comparan estas cifras con el número de casos entre enero y octubre de 2019 (un año sin pandemia y sin restricciones a la circulación de ciudadanos) hay una disminución de 4,6 por ciento. No obstante, la variación para octubre de 2019, cuando se presentaron 4.727 casos, y frente al mismo mes de este año, con un reporte de 5.212 denuncias, denota un incremento de 10,3 por ciento.
De acuerdo con el último informe de la Secretaría de Seguridad y la Policía Metropolitana, en la capital se han recuperado 2.271 dispositivos móviles en lo que va de este año, apenas un cinco por ciento del total de dispositivos hurtados y que han sido denunciados. Una cifra que es alarmante cuando este tipo de delito tiene una cifra de 150 denuncias al día y cuenta con un mercado negro establecido, como lo afirmó Sebastián Jiménez, magíster en seguridad y políticas públicas de la Universidad Nacional.
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La alcaldesa de Bogota, Claudia López, indicó ayer que durante el último operativo de control en el centro de la ciudad se logró incautar 78 celulares robados y cuatro establecimientos fueron sellados. “Esta situación causa un problema serio, porque mientras alguien venda celulares robados, afuera van a atracar y a matar gente por vender un celular”.
Según el brigadier general Eliécer Camacho, comandante de la Policía Metropolitana, esta problemática tiene epicentro en cuatro localidades específicas: Kennedy, que aporta el 11 por ciento de los casos de la ciudad, con 4.992 hurtos de celular reportados; luego sigue Engativá, con 4.902 casos y una participación del 11 por ciento también; Usaquén, con siete por ciento y 3.209 celulares registrados y, finalmente, Chapinero, con participación de ocho por ciento y 3.872 denuncias en esta modalidad de robo.
Y fue justamente en esta localidad donde David Jiménez, estudiante universitario, fue asaltado en medio del denominado raponazo. “El pasado 24 de noviembre, en la carrera séptima entre las calles 43 y 44, saqué el celular para contestar una llamada y diez pasos más adelante un hombre que andaba en moto sobre el andén me rapó el celular (…) lo más grave fue que no alcancé a cerrar las cuentas y los delincuentes compartieron información privada con mis familiares y amigos”, contó David, que además aseguró que las autoridades no lo auxiliaron.
Desde la óptica Sebastián Jiménez, experto en seguridad, esta problemática es estructural y proviene de un déficit generalizado de policías en la calle. Dice Jiménez que a esto se suma una desconfianza por las instituciones y una “evidente ruptura en el diálogo entre la Administración Distrital, la Policía de Bogotá y el Gobierno Nacional que dificulta la creación de una política pública de seguridad sólida”.
Particularmente, en el caso de los celulares, los expertos advierten que el aumento del fenómeno en las calles se debe a que hay una economía detrás del delito y a que la ciudad normalizó la llamada receptación o venta de partes robadas, lo que ha generado que las víctimas no denuncien, pues el trámite en la Fiscalía es lento y con pocas probabilidades de ser resulto.
El general Camacho, como es de conocimiento de la mayoría de los capitalinos, identificó que la calle 13 con avenida Caracas, muy cerca de San Victorino, es el lugar epicentro del mercado ‘del robado’. Allí, los jaladores se pasean por las calles ofreciendo ‘celulares de gama alta, en buen estado y por un precio chévere’; sin embargo, la condición para acceder a este tipo de productos es pagar antes de ver el celular e ingresar al local con completa discreción y solo para no levantar sospechas.
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Algunos comerciantes de la zona que conocen la dinámica cuentan que, por lo general, a esa zona llegan los celulares robados y se pagan a precios muy por debajo de lo que piden por venderlos. Esto depende de si el “celular viene ‘limpio’ o si hay que hacerle el proceso para liberarlo”.
Las autoridades han manifestado que pese a que saben que en el lugar se da esta dinámica, hablar de extinción de dominio es complicado, pues requiere de una investigación de la Fiscalía y de suficientes elementos probatorios que den cuenta de que en los almacenes ubicados entre la calle 13 y la Caracas hay todo un esquema organizado de compra y venta de artículos robados.
Pese a estos datos y a que aparentemente la situación ha empeorado en estos últimos meses, la cartera de Seguridad distrital dijo que se han registrado 3.864 casos menos de robo de celulares este año, comparado con 2020 y 2019. Jiménez advierte que esta situación no es necesariamente por una disminución de los hurtos sino porque hay menos gente denunciando los robos.
Finalmente, el general Camacho informó que durante el año se han realizado cinco operativos de seguimiento en el sector de la calle 13 con avenida Caracas y que durante lo que resta se harán otras pesquisas sorpresa.
Entre los datos destacados esta semana por la Secretaría de Seguridad, Bogotá todavía tiene pendientes en materia de control de tres delitos clave que han aumentado entre enero y octubre de este año: el hurto de motos, que subió 36,6%; lesiones personales, con 33,5 %; y el hurto a personas, con 28,1 %.