“En el colegio Nueva Zelandia, donde estudian mis hijas, en Suba, los jóvenes se pelean no solo a la salida, a las 6 de la tarde, sino dentro de las aulas de clases. Se forman grupos de niños y niñas a ‘totearse’ a golpes. Cada vez más seguido. ¿Qué va a pasar cuando un participante de estas llegue con un arma cortopunzante, cuando alguien resulte herido de gravedad?”.
(Vea: Violencia desbordada en colegios de Bogotá: riña en institución de Kennedy)
Este es el llamado angustioso de una madre de familia que pide no solo a las directivas del colegio, sino también a las autoridades de la zona que le pongan final a esta situación. “Esto no debe pasar. Los profesores ya no pueden manejar esta situación porque son muchos estudiantes. La Policía tiene que actuar. Hay que evitar una tragedia”.
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Los videos son escalofriantes. Una joven, en pleno salón de clases, le pega una cachetada a una compañera y, en otro, se ve claramente una trifulca que involucra a varios estudiantes.
Hay mucha inseguridad dentro y fuera del plantel. A nuestros hijos los están atacando estando en el colegio, les roban sus pertenencias
Lo grave es que esta situación se está presentando en varios colegios, públicos y privados, de Bogotá. Alumnos del colegio Juana Escobar compartieron gravísimos videos. En uno de ellos se observan dos niñas pegándose de forma violenta en el piso del plantel educativo. Alrededor, otros estudiantes están alebrestando aún más a las contrincantes. En otra grabación, dos jóvenes se atacan a puños y patadas y se tiran contra el asfalto sin recato.
En Kennedy, la situación por riñas escolares también tiene las alarmas en rojo. En el colegio Inem, los padres de familia, aterrados de la situación, decidieron hacer un plantón para exigir respuestas inmediatas de las autoridades porque saben que la solución de este problema ya no se les puede endilgar a los profesores. “Hay mucha inseguridad dentro y fuera del plantel. A nuestros hijos los están atacando estando en el colegio, les roban sus pertenencias. Aquí nos tenemos que reunir directivas, padres de familia y autoridades”, dijo Ángela Fulla, del grupo institucional del colegio Inem y el comité de convivencia.
La preocupación de esta madre de familia no es para menos, los robos no dejan estudiar con tranquilidad. “Una niña denunció quiénes fueron los ladrones y ahora la tienen amenazada. Ella vive con miedo en su casa”, agregó.
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En este colegio, las peleas en las afueras de la institución también se han vuelto el ‘pan de cada día’. El teniente coronel Édgar López, jefe seccional de Protección de la Policía Metropolitana de Bogotá, ya está al tanto de la situación y viene realizando acompañamientos a la salida y a la entrada de los jóvenes al colegio. Pero a la luz de los hechos recientes, los acudientes dicen que no es suficiente.
La Fiscalía ya está detrás de los que participaron en los hechos violentos de la semana pasada que dejaron tres estudiantes heridos de gravedad. Fue una batalla campal. En este caso ya hubo armas blancas de por medio. “A un chico le pegaron con un bloque, incluso vimos machetes”, dicen testigos. Terminan metiéndose, incluso, personas que no hacen parte de los colegios.
Según cifras de la Secretaría de Educación (SED), este año se han registrado 141 riñas con violencia entre estudiantes. El equipo Riop y el equipo ECO han priorizado el acompañamiento a 14 riñas en ocho localidades.
Para la entidad, hay varias causas que inciden en lo que está sucediendo. Dicen que el escenario de pandemia experimentado en los últimos dos años ha puesto en evidencia lo imperante que es abrir espacios de diálogo frente a la importancia de la salud mental y el bienestar socioemocional de niñas, niños y adolescentes y en general de cualquier persona. “Hay que entender que este contexto ha cambiado de manera radical la manera en que nos relacionamos y nos reconocemos los unos a los otros”, dijo la secretaria de Educación, Edna Cristina Bonilla Sebá.
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La entidad ha dicho que ha evidenciado cómo, tras dos años de aprendizaje remoto, se presentan altos niveles de afectación socioemocional, expresado en un debilitamiento de las capacidades para la gestión emocional, la resolución de conflictos y la consolidación de relaciones más respetuosas, incluyentes y horizontales. La SED les va a seguir apostando a programas pedagógicos que prioricen la educación socioemocional y ciudadana, pero para algunos padres de familia esto debe ir acompañado de más investigaciones internas y presencia de policías. “Hay que ejercer la autoridad”, le dijo una madre de familia del colegio Inem a EL TIEMPO.
InseguridadPara la SED y para los padres de familia, hay varios factores que también inciden en los problemas por riñas en los colegios. Uno de esos es el aumento de hurtos en los entornos, lo que ha generado que algunos estudiantes se defiendan contra quienes los intimidan para robarlos. A eso se le suma el escaso pie de fuerza para hacer presencia a los ingresos y salidas de cada jornada. Para la entidad, la presencia de actores en los entornos como los carreteros, han incidido negativamente en el aumento de acoso callejero y hurto y, por ende, en la problemática.
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Finalmente, y aún más preocupante para la juventud, hay problemas de control territorial por parte de bandas delincuenciales dedicadas al microtráfico que instrumentalizan a niños, niñas y jóvenes y los vinculan a organizaciones juveniles en conflicto con la ley tales como las pandillas.

Lina Saldarriaga, Ph. D. en Psicología del Desarrollo Infantil.
Archivo particular
EL TIEMPO habló con Lina Saldarriaga, Ph. D. en Psicología del Desarrollo Infantil y directora de operaciones del programa Aulas en Paz de la Universidad de los Andes.
¿Por qué las riñas son cada vez más violentas?
Los conflictos, las peleas y los desencuentros entre estudiantes y profesores son normales en las instituciones educativas, lo que pasa es que esos conflictos se resuelven de diferentes maneras, unas veces más agresivas, otras más asertivas, utilizando competencias socioemocionales para resolverlas. Los niveles de agresividad, y lo que estamos viendo en la literatura, es que después de la pandemia hubo muchos procesos que los niños y adolescentes vieron truncados, sobre todo, en la interacción con los otros: cómo me relaciono con mi compañero, cómo resuelvo un conflicto, cuáles son las reglas que yo pongo en un salón de clase. Frente a un evento tan anormal como lo fue la pandemia y el encierro, volver implicaba que ellos utilizaran estrategias que no habían utilizado. No hubo límites. El ajuste en la escuela está siendo difícil porque no han podido practicar relaciones sociales que les permitan resolver conflictos y por eso llega la violencia.
¿Cuál debe ser el papel del colegio?
Es fundamental. Los niños están en el colegio no solo para conectarse a un computador, sino para tener un espacio para desarrollar todas las habilidades normales. Ellos estuvieron aislados, sin atención por la ocupación de sus padres. Hicieron falta las reglas de una institución, los horarios, los tiempos de comida, de recreo, las reglas de interacción con los demás, cómo se pide la palabra. Todo eso se perdió. Los colegios tienen que entender y trabajar en ese desajuste. Deben aparecer las normas.
¿Y los padres?
Los papás deben permitir que se dé ese ajuste. Incluso muchos padres tienen miedo de que sus hijos vuelvan al salón de clases. Se están volviendo muy ansiosos, interrumpen todo lo que tiene que ver con la vida normal. Tienen que soltar a sus hijos en el contexto escolar. También deben ser aliados del colegio. Si se dan espacios para que los niños aprendan de bullying u otros temas, los padres deben ser coequiperos de los profesores. También tienen un rol muy importante y es el de contención emocional. Deben tener los ojos, los oídos y los canales de comunicación muy abiertos.
La autoridad...
Existe la Ley 1620 de convivencia escolar. Ya hay toda una regulación que dice cómo se manejan este tipo de conflictos.
Ya se ven armas blanca...
¿Cuál es el propósito de tener un arma blanca dentro de una institución educativa? Los colegios sí deben tener condiciones mínimas de seguridad que promuevan una convivencia pacífica.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
carmal@eltiempo.com
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