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Bogotá

¿Suspender la renovación urbana en Bogotá?

Planes parciales aprobados no representan más del 3 % del área disponible que tiene Bogotá para renovación urbana.

Planes parciales aprobados no representan más del 3 % del área disponible que tiene Bogotá para renovación urbana.

Foto:Archivo particular

La ciudad más que nunca necesita que esta transformación sea posible en zonas deterioradas.

Redacción El Tiempo
El gobierno de Enrique Peñalosa acaba de presentar oficialmente la adopción de su primer plan parcial, denominado El Triángulo de Bavaria, con 19 hectáreas para desarrollar en el centro occidente de Bogotá.
Los planes parciales son instrumentos de desarrollo urbano que hemos calcado de las planificaciones internacionales, para desarrollar y complementar las buenas intenciones que traen los planes de ordenamiento territorial. Es de los pocos instrumentos con que contamos para ordenar el suelo, tanto en su expansión como en su renovación.
Con este instrumento se aterrizan las ideas de urbanistas, se integra la normatividad existente y se perfilan soluciones pensadas para el futuro de la ciudad.
La situación es crítica en el caso de promotores y constructores que no encuentran un remedio para realizar proyectos de renovación urbana de largo alcance; enfrentados a requisitos e imprecisiones en las reglas de juego; con dificultades para integrar más de un predio que generen espacio público y conecten con vías principales; complementen con equipamientos y se realicen en fases de duración de 10, 15, 20 o 30 años.
A punto de cumplir 20 años este instrumento, se han adoptado apenas siete planes parciales, y ninguno ha terminado de construirse todavía. Se han quedado en normas adoptadas con maquetas diseñadas y sin que afectados y beneficiados se monten en el bus de la renovación, como le sucede al proyecto Proscenio.
Estos planes parciales aprobados no representan más del 3 % del área disponible que tiene Bogotá para renovación urbana.
La gran dificultad de los planes parciales ha estado en la falta de normatividad para definir reglas de juego claras en cuanto a cargas y beneficios en los proyectos. Se cree en Colombia que “creada la ley, creada la trampa”. Por el contrario, la ausencia de normatividad genera mayores incertidumbres al sector de la construcción, aumentan las interpretaciones y la preocupación de los promotores por la “corrupción técnica”, como la denominan algunos en voz baja.
Existen modelos interesantes de asociatividad que están en pleno curso, como el de la Universidad de los Andes (Plan Triángulo de Fenicia) o pioneros como el de la Estación Sabana.
El primero, dentro de su cierre financiero ha propuesto renovarle a la comunidad cercana a la universidad el metro cuadrado de edificación vieja por un metro cuadrado de construcción nueva. El segundo es pionero porque formuló un proyecto de renovación en plena zona deteriorada, detrás de la estación de la Sabana, teniendo seguramente dificultades para salir a la venta por la dispersión actual de los habitantes del ‘Bronx’.
El plan parcial El Pedregal, o más conocido como América Centro de Negocios, será el primer plan parcial terminado en la historia de Bogotá a finales del 2018. Tardaron los promotores más de 15 años en la compra uno por uno de los predios situados en la carrera 7.ª con calle 100; y en su concertación con la Administración distrital, otros tantos años.
La adquisición de suelo sigue siendo el dolor de cabeza en la planificación urbana. La ciudad más que nunca necesita que la renovación urbana sea posible en zonas deterioradas, más allá de quienes sean los dueños y beneficiados de los predios.
Ahora, incentivar los planes parciales de renovación urbana distensiona la presión de crecimiento hacia la reserva Van der Hammen, pero eso es harina de otro costal.
JUAN CARLOS MESA
Candidato Magíster en Geografía Urbana, Universidad Humboldt.
En Twitter @JuanCaMesa
Redacción El Tiempo
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