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Bogotá

Raponazo, cosquilleo, armas de fuego, así nos roban en Bogotá

Bogotá marzo 26 de 2021.  Estado de zozobra que se vive en Plaza España y barrio La Estanzuela en el centro de Bogotá donde por redes sociales se conocieron imágenes de hurtos masivos.

Bogotá marzo 26 de 2021. Estado de zozobra que se vive en Plaza España y barrio La Estanzuela en el centro de Bogotá donde por redes sociales se conocieron imágenes de hurtos masivos.

Foto:Milton Diaz / El Tiempo

Un estudio del centro de pensamiento Futuros Urbanos analizó el hurto a personas en la ciudad.

No aguantaron más. En el barrio Britalia, de Kennedy, los vecinos se cansaron de la inseguridad y se armaron con palos para defenderse, y para protestar por los constantes atracos que vienen ocurriendo en el sector. Realizaron un plantón la noche del pasado martes en rechazo al robo de dos jóvenes ocurrido horas antes en la zona.
Sucedió en la carrera 85A con calle 47B sur. Tres delincuentes, con falsos uniformes de empresas reconocidas, y en dos motocicletas encañonaron a sus víctimas para que les dieran sus pertenencias. Una cámara de seguridad lo grabó todo, y las autoridades los están buscando.
Kennedy es justamente la localidad que acumula el mayor número de hurtos a personas en los últimos tres años (2018– 2020), con 18.615 casos. El dato se desprende del más reciente informe sobre seguridad del centro de pensamiento Futuros Urbanos (FU), que ubica a Chapinero, con 17.430 casos, como la segunda más afectada; seguida de Suba (17.612 casos), Engativá (16.740) y Usaquén (13.594).
La modalidad de la que fue víctima la pareja de Britalia –atraco con arma de fuego– deja en evidencia otro indicador del informe de FU que inquieta a expertos, ciudadanos y autoridades. Aunque hubo una reducción en los hurtos a personas en la ciudad, el uso de la pistola, el revólver, la hechiza en atracos en vía pública, aumentó entre el 2019 y el 2020, pese a las cuarentenas y restricciones de la movilidad.
En el 2018 se cometieron 6.718 robos con arma de fuego en vía pública; en el 2019, 5.595, y el año pasado fueron 6.424, 829 hechos más. En la mayoría de los casos (63 por ciento) el objeto hurtado fue el celular. En los últimos tres años se han robado 177.408, es decir, en promedio se hurtan 59.136 celulares al año, 4.928 al mes, 164 al día, y alrededor de 7 cada hora en la capital del país.
En más de la mitad de los robos (54 por ciento) el celular fue hurtado sin ningún tipo de arma; “no obstante, entre el 2019 y el 2020 crece el hurto con armas de fuego en un 65 por ciento y el uso de elementos contundentes, un 24 por ciento”, se lee del documento de Futuros Urbanos, conocido en exclusiva por EL TIEMPO.
Hugo Acero, secretario de Seguridad de la ciudad, explicó sobre esto que hay un mayor acceso a armas de fuego que podría ser el resultado de un aumento del comercio ilegal, e incluso el alquiler en un mercado negro que da facilidades a los delincuentes arrendando estas armas para que cometan sus delitos. Es más barato que comprar una, y se oculta mejor el rastro.
Pero esta no sería la única razón detrás del uso de estas armas, que entre enero y febrero de este año dejaron 65 muertos en medio de un atraco. “Dado que en algunos momentos del año no hubo tantas aglomeraciones, el cosquilleo se redujo, no había montoneras. La opción que le quedaba al delincuente era el atraco directo, o con arma de fuego o con arma cortopunzante”, precisó Acero.
Por su parte, Ómar Oróstegui, director de Futuros Urbanos, señaló que el uso de armas en la comisión de delitos contra la vida y el patrimonio viene creciendo en la ciudad.
“El empleo de armas de fuego en los hechos delictivos se ha incrementado en los homicidios, lesiones personales, hurto a personas, hurtos en el transporte público, hurtos de automóviles, hurtos de motocicletas y bicicletas”, advirtió Oróstegui, quien recomendó evaluar el impacto de la estrategia de desarme y control al porte ilegal de armas, y focalizar intervenciones en el transporte público y territorios con mayor concentración de hurto a personas.
Aunque después del cosquilleo el arma blanca sigue siendo la más usada a la hora de despojar a los ciudadanos de sus pertenencias en la vía pública (se estima que uno de cada tres robos se cometen con elementos cortopunzantes), el año pasado experimentó una reducción del 36 por ciento, pasando de 19.577 casos en el 2019 a 11.919 en el 2020.
Pero en Bogotá también atracan con objetos contundentes, como le ocurrió a Juan Rodríguez, un ciclista que fue impactado con un ladrillo en su rostro por delincuentes que le robaron su bicicleta y el celular el pasado 26 de marzo en la autopista Norte con calle 150. El año pasado aumentó el uso de los elementos contundentes en los robos de celulares. Mientras que en el 2019 hubo 1.149 hechos, en el 2020 fueron 1.422; es decir, un aumento del 24 por ciento.

Modalidades

La mitad de los hurtos ocurridos en vía pública se cometen bajo la modalidad del atraco, donde el delincuente usa la fuerza o la violencia contra la víctima. Entre el 2018 y el 2020 se registraron 75.256 casos, lo que representa el 52 por ciento. Le sigue el factor oportunidad con 26.406 casos, 18 por ciento; raponazo, 18.886, 13 por ciento; cosquilleo, 10.382, 7 por ciento; engaño, 3.480, 2 por ciento, y rompimiento de vidrio, 2.729, 2 por ciento.
“Es importante señalar que en siete de cada 10 casos de hurto en vía pública, el agresor se movilizaba a pie. Mientras un 15 por ciento lo hacía en motocicleta (9 por ciento era conductor y 6 por ciento parrillero). Es decir, en seis de cada 10 casos el delincuente iba solo en este tipo de vehículo. Se estima que tan solo un 7 por ciento de los hurtos el agresor se movilizaba en bicicleta y en menos del 1 por ciento de los casos en taxi”, se extrae del estudio de FU.
Otro factor de análisis es el lugar donde ocurren los robos. Aunque hay una reducción en toda la ciudad en el número de hechos, hay cuatro localidades, todas del sur, en donde aumentaron los casos. En Ciudad Bolívar el incremento fue de un 9 por ciento, igual que en San Cristóbal; mientras que en Antonio Nariño subió un 5 por ciento, y en Bosa, un 3 por ciento. Mientras tanto, la mayor reducción se registró en La Candelaria (- 51 %), Chapinero (- 48 %), Santa Fe (- 46 %), Teusaquillo (- 44 %) y Usaquén (- 33 %).
“Las localidades donde más se registró una disminución de hurtos para el periodo 2018-2020 son aquellas donde se concentra la oferta de empleo y las actividades económicas y comerciales de la ciudad. La reducción en el 2020 se podría explicar, de cierto modo, por las restricciones de movilidad y el teletrabajo como resultado de la pandemia”, considera Oróstegui.
Por su parte, Johan Avendaño, analista en seguridad ciudadana, cree que la dinámica delictiva ha experimentado una profundización de malas condiciones de seguridad hacia el sur de Bogotá, con unas variaciones de disminución hacia el oriente.
“Esto no debe generar estigmatización, sino que nos debe llevar a la pregunta de por qué se está presentando en estas localidades del sur un incremento paulatino, qué fenómenos se están emplazando allí, lo que se ha monitoreado es que muchas estructuras están haciendo uso de la necesidad económica de las poblaciones, como de la ausencia de regulación en algunas de estas zonas, para instrumentalizarlos”, advirtió Avendaño.
A propósito del aumento en localidades como Bosa y Ciudad Bolívar, Hugo Acero considera que esto se debe en buena parte a que las medidas de aislamiento del año pasado llevaron a que los delincuentes buscaran sectores más cercanos a sus hogares para cometer sus fechorías.
“Hay un población de ladrones que no son profesionales, que viven del día, salen y roban un celular, una billetera; y, desde luego, el sistema de transporte era un punto importante para robar a través del cosquilleo; cuando no hay esas aglomeraciones y sale el tipo, y él tiene lugares donde delinquir como en el centro, o lugares de alta aglomeración, y no hay nadie, comienza a competir territorios, generalmente no lo hacen en el barrio donde viven, pero sí en una plaza cercana”, explicó Hugo Acero.

¿Dónde roban más?

Las localidades más pobladas de la ciudad: Usaquén, Kennedy, Suba y Engativá, además de Chapinero, con una alta población flotante, concentran el mayor número de hurtos en los últimos tres años. No obstante, si el análisis es más detallado, queda en evidencia que los sectores más afectados están en el borde oriental de la capital.
Es así que las cinco UPZ donde más robaron entre el 2018 y el 2020 en Bogotá fueron: Chicó Lago (Chapinero), con 14.934 casos; Las Nieves, Santa Fe, 11.543; La Sabana, Los Mártires, 10.971; Chapinero, 9.330, y Santa Bárbara, Usaquén, con 6.880 casos.

Robos en el SITP y TM

Finalmente, en cuanto a robos en el transporte público, se evidencia un comportamiento muy diferente entre el sistema troncal de TransMilenio y el SITP. Mientras que en seis de cada 10 casos de hurto en el SITP (64 por ciento) las mujeres son las principales víctimas, los hombres lo son para los robos en TransMilenio, con un 55 por ciento. Además, en los buses azules predomina el atraco, mientras que en los articulados, estaciones y portales de TM lo es el cosquilleo.
Es particularmente llamativo lo que ocurrió en el SITP el año pasado. Si se compara el 2018 con el 2020, hubo un aumento de robos, pese a las cuarentenas y aislamientos selectivos. Mientras que en el 2018 hubo 1.258 casos, en el 2020 fueron 1.311. En el 2019 se reportaron 1.677. El uso de armas de fuego en este medio de transporte se disparó, pasando de 83 en el 2019 a 211 el año pasado. Lo mismo ocurrió con el uso de elementos cortopunzantes, que pasó de 535 a 556 casos.

Antes de la pandemia se reducía el hurto: Distrito

Para algunos, comparar las positivas cifras de seguridad que se reportaron en Bogotá en el 2020 con las de 2019 no es correcto, al menos no metodológicamente, teniendo en cuenta que ese año estuvo atravesado por estrictas medidas de restricción a la movilidad. Los datos muestran que del 2018 al 2019 hubo un incremento en 21.885 casos, mientras que del 2019 al 2020, la reducción fue de 45.261 casos.
En el Concejo de Bogotá se puso sobre la mesa esta discusión el pasado 16 de marzo, en un debate sobre seguridad citado por la concejala Marisol Gómez y su movimiento político, Bogotá para la Gente.
“Los datos muestran una realidad difícil de digerir porque a pesar de las disminuciones generalizas en el 2020 en la mayoría de los delitos, las restricciones generalizadas o sectorizadas por cuenta de la pandemia no permiten una comparación certera, y quiero ser muy enfática con la alcaldía, porque no podemos comparar los periodos como lo hacíamos históricamente porque tuvimos una situación atípica”, manifestó Gómez.
En esto coincidió su compañero Carlos Fernando Galán, quien dijo: “La lectura que se hace de los datos llama a una desconexión entre el ciudadano y la administración porque el ciudadano percibe que la administración no está entendiendo lo que él vive en el territorio”.
No obstante, Hugo Acero, secretario de Seguridad, les salió al paso a esas declaraciones al afirmar que ese análisis que están haciendo desconoce que el 2020 tuvo varios momentos particulares. El primero, explica, fue entre el 1.º de enero del 2020 y el 19 de marzo, lapso en el que la ciudad funcionó sin ninguna limitación ya que no se habían impuesto cuarentenas ni restricciones de ningún tipo.
“Hubo normalidad, universidades, colegios abiertos, y el hurto había finalizado el 2019 con un aumento del 20 por ciento, no solo recuperamos la pérdida, sino que en esos primeros meses redujimos en un 10 por ciento los hurtos, antes de la pandemia ya habíamos logrado eso, ¿se debió a los aislamientos?”, cuestionó Acero.
Explica ese logro en que se centraron en fortalecer la seguridad en TransMilenio. Se aumentó el pie de fuerza, se implementó la vigilancia de policías motorizados, agentes encubiertos haciendo investigación, y recientemente se anunció la implementación de detectores de metales al ingreso de estaciones y portales, entre otras acciones.
Insiste en que buena parte del año pasado hubo momentos en los que la ciudad estuvo prácticamente abierta, como en diciembre, y que pese a ello todos los delitos, menos el hurto de bicicletas, seguía a la baja. Según explicó, el año pasado se intensificaron las capturas y desarticulación de bandas, lo que ha generado que estaciones y URI estén hacinadas.
Estos son los capturados en flagrancia, mientras cometían un hurto en un bus de transporte público.

Estos son los capturados en flagrancia, mientras cometían un hurto en un bus de transporte público.

Foto:Policía de Bogotá

“El tema de concentración de esfuerzos para desarticular bandas no es solo un número, eso está reflejado en el hacinamiento de URI y estaciones, y la gente que se ha mandado a cárceles nacionales. La gente no está en la cárcel por el coronavirus, no se debe a la pandemia, sino a la operatividad de la Fiscalía y la Policía”, recalcó Acero.
Justamente, el general Óscar Gómez Heredia, comandante de la Policía de Bogotá, se refirió a la operatividad de sus hombres, cuyos resultados positivos explicarían también buena parte de la reducción de delitos.
“Este año hemos capturado a 6.607 personas por diferentes delitos, 1.059 por orden judicial. La orden judicial se da después de todo un proceso judicial y se tienen suficientes elementos probatorios para que lleguen a la cárcel. Por eso, el hacinamiento que tenemos en estaciones, tenemos 3.000 internos, con una capacidad para unas 400 personas, es un 480 por ciento de hacinamiento; y uno dice: es por la operatividad en la ciudad, son los resultados”, le dijo a EL TIEMPO el alto oficial.
En el 2020 se desarticularon 228 estructuras criminales de todo tipo, y en lo que va del 2021 van 34. Han sido varias las estrategias implementadas para mejorar las condiciones de seguridad en la ciudad, y que también explicarían la reducción de delitos, más allá de las restricciones a la movilidad.
Se estipuló que los domiciliarios deben ir solos e identificados, para prevenir hurtos en moto; se han intensificado las acciones para crear frentes de seguridad en los barrios, hay 1.014 en toda la ciudad; se está implementando un modelo predictivo del crimen que dejó la administración de Enrique Peñalosa y se instalaron puestos de control en puntos claves de la ciudad en compañía de hombres de la XIII Brigada del Ejército Nacional.
Estas acciones también han repercutido en los homicidios. Solo en marzo de este año hubo una disminución del 24 por ciento en comparación con el 2019.
Finalmente, Ómar Oróstegui, director de Futuros Urbanos, sugirió, para el caso de los hurtos, intensificar las acciones que atacan toda la estructura criminal.
“El hurto se alimenta de la demanda en los mercados ilegales por objetos robados, que muchas veces transcienden las fronteras locales. Para reducir los hurtos a personas se debe combatir toda la cadena criminal que va desde el mismo hurto, la compra, recepción, almacenamiento hasta la venta de artículos robados o sus partes”, concluyó Oróstegui.

‘Los factores de robo pueden diferir según el entorno’: Ómar Oróstegui

¿Cuál es el comportamiento del hurto hoy en Bogotá?
El hurto a personas viene registrando valores preocupantes como consecuencia de las nuevas modalidades que tienen los delincuentes y su capacidad de adaptación frente a las estrategias desarrolladas por las autoridades para combatir el hurto. En este sentido, se requieren respuestas diferentes según los contextos y las situaciones en donde ocurren hurtos a personas en la ciudad y el tipo de criminalidad y su especialidad en objetos específicos y lugares recurrentes.
Ómar Oróstegui tiene una maestría en Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Mánchester, es docente en varias universidades y conferencista.

Ómar Oróstegui tiene una maestría en Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Mánchester, es docente en varias universidades y conferencista.

Foto:Archivo particular

¿Cómo actúan los delincuentes?
Los factores de robo pueden diferir según el entorno donde se manifiestan y el tipo de modalidades utilizadas por los delincuentes. En espacios concurridos y con alta aglomeración de personas tienden a robar a través del cosquilleo, pero los entornos poco transitados, con baja iluminación y con altas posibilidades de rutas de escape son los preferidos para cometer atracos con violencia e intimidación. Para ciertos tipos de hurto, el delincuente previamente realiza una planeación detallada de las actividades y movimientos de la víctima. En otras ocasiones, actúa simplemente cuando percibe vulnerabilidad en la víctima, por su condición, edad o porque observa que se encuentra distraído.
¿Cómo disminuir los hurtos en la vía pública?
Hay que mejorar la iluminación en los sitios de alto riesgo, el patrullaje de la policía y el trabajo con las comunidades residentes alrededor. Aumentar la presencia policial y el uso de elementos tecnológicos como botones de pánico en el espacio público, alarmas comunitarias, y cámaras de videovigilancia privadas conectadas en tiempo real con el centro de comando de la policía.
La tecnología es una oportunidad para combatir el crimen, ¿cómo usarla de manera adecuada?
Es necesario mejorar las capacidades de inteligencia y la infraestructura disponible para la investigación criminal, identificando los vínculos de los ladrones con bandas organizadas, el uso de internet y de plataformas digitales para vender los bienes robados, y las personas y empresas vinculadas en el proceso.
La inteligencia e investigación criminal requiere a su vez mayor coordinación entre los actores del sector con funciones especializadas: Fiscalía, Policía Judicial y administración distrital, en términos de recursos y recopilación de información para actuar oportunamente y con celeridad.

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Óscar Murillo Mojica
EL TIEMPO
Twitter: @oscarmurillom
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