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Bogotá

A propósito de la COP26 en Glasgow: ¿Quién va a asumir la cuenta? | Opinión

Delegados de diferentes países del mundo asisten hoy a la tercera jornada de la cumbre del clima COP26 que se celebra en Glasgow (Reino Unido).

Delegados de diferentes países del mundo asisten hoy a la tercera jornada de la cumbre del clima COP26 que se celebra en Glasgow (Reino Unido).

Foto:AFP - Paul ELLIS

El tiempo se agota, los efectos del cambio climático son ya evidentes en cualquier entorno. 

Jennyffer Vargas
Esta semana se logró por fin llevar acabo en Glasgow la COP26 o vigesimosexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático CMNUCC (UNFCCC en inglés), la cual se firmó en 1992 en la Cumbre de la Tierra, junto con el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica y la Convención de Lucha contra la Desertificación, en un encuentro internacional excepcional, cuyo fin fue alcanzar acuerdos no solo sobre el medio ambiente, el cambio climático y la biodiversidad sino en sí sobre el modelo de desarrollo a seguir para garantizar el futuro de la humanidad.
Luego de un año de aplazamiento por la pandemia del COVID-19 se han podido reunir en Escocia tanto los responsables de negociación de cada país como organizaciones no gubernamentales, líderes mundiales, empresarios, representantes de gobiernos locales, científicos, académicos y activistas de más de 200 países, para tratar de impulsar los objetivos de desarrollo del histórico Acuerdo de París celebrado en diciembre de 2015 en la COP21, del cual hacen parte 193 de los 197 Estados que hacen parte de la CMNUCC que entró en vigor el 21 de marzo de 1994.
El objetivo es reforzar la respuesta de la humanidad a la amenaza del cambio climático pero es muy importante no olvidar que esta respuesta es en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza, salvaguardar la seguridad alimentaria, acabar con el hambre y crear de trabajo decente y empleos de calidad, de conformidad con las prioridades de desarrollo y obligaciones relativas al derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, de las comunidades locales, de los migrantes, de los niños, de las personas con discapacidad y de las personas en situaciones vulnerables, con acciones afirmativas para la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional, en el marco del llamado derecho al desarrollo, como bien lo señala el mismo Acuerdo de París.
Por esta razón, es tan importante que esta semana no solo los jefes de Estado y sus representantes hagan compromisos, sino todos los niveles de gobierno y los diversos actores que allí participan, pues los problemas a los que nos enfrentamos no tienen soluciones por separado. La problemática es demasiado compleja y no es solo ambiental sino también económica y social, hay una deuda que hay que empezar a saldar y es importante comenzar a definir quiénes pueden y deben asumirla, así como la manera en que pueden hacerlo. Según el reporte de desigualdad mundial 2021 (https://wid.world/) el 10% más rico de la población mundial emite el 48% de las emisiones de CO2, y el 50% más pobre emite solo el 12%, es esta la injusticia climática de la que se habla.
En la actualidad aproximadamente 880 millones de personas viven en asentamientos informales muy vulnerables al cambio climático (costas, laderas de las montañas o terrenos inundables) y sin infraestructura para la reducción de riesgos ante desastres como inundaciones, deslizamientos de tierra, incendios forestales, grandes huracanes, olas de calor excesivo y sequías, entre otros. Así mismo, son las ciudades, con más de la mitad de la población mundial, las que consumen la mayor parte del suministro energético mundial, son las responsables de cerca del 70% de las emisiones de gases contaminantes y también muchas de ellas se encuentran en costas y zonas de riesgo.
En este sentido, se requieren soluciones e innovaciones desde diferentes sectores y en diferentes aspectos, como en construcción e infraestructura sostenible, energía renovable, producción y consumo responsable, planificación territorial urbana y rural, movilidad inteligente, entre otras. Necesitamos a los gobiernos locales, a las empresas y a la academia comprometidos con ciudades mejor pensadas, con suministros de energía y agua más sostenibles, y con diseños y servicios públicos y privados que reduzcan las huellas de carbono per cápita. ONU-Hábitat bien ha señalado que los gobiernos subnacionales son más creativos para implementar acciones concretas para luchas contra el cambio climático y al concentrar polos de innovación y creatividad, pueden proporcionar más rutas de respuesta para combatir el calentamiento global, pero se requieren recursos técnicos y financieros, que la acción de líderes nacionales puede ayudar a canalizar.
Además, si desde las ciudades que son las principales fuentes de consumo se demandan bienes y servicios más responsables estaremos aportando a la disminución de la deforestación, de la biopiratería, de la contaminación hídrica, del comercio injusto, de las actividades extractivas irresponsables, a mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 1.5ºC, a aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima con un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero que no comprometa la producción de alimentos y permita reducir las emisiones de gas metano en un 30% para el 2030 como se ha planteado.
Por esta razón, la adopción de nuevos estilos de vida y pautas de consumo y producción sostenibles de parte de la ciudadanía es también fundamental para la protección de la biodiversidad y un desarrollo resiliente al clima. Tras varios días ya de encuentros en Glasgow hay buenos anuncios, pero el tiempo se agota, los efectos del cambio climático son ya evidentes en cualquier entorno, y se requiere más allá de la tradicional acción internacional de declaraciones y normativas, que se asuman responsabilidades desde todos los sectores y niveles y se reconozcan, cuantifiquen y salden pasivos existentes.
Muy bien que Bogotá haya decretado la emergencia climática y fabuloso que junto con 1049 ciudades del mundo se hayan suscrito metas concretas, pero ahora se requiere identificación de responsables, el concurso de los mismos y el establecimiento de mecanismos que garanticen su cumplimiento.
JENNYFER VARGAS
PhD. Magna Cum Laude en Administración por Valores. Investigadora y Decana de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Ean.
Jennyffer Vargas
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