La principal novedad tras el anuncio de la Secretaría de Ambiente de una nueva alerta amarilla en Bogotá no fue –como se creyó– la extensión del pico y placa para carros y motos, sino el hecho de que más de 8.000 quemas e incendios en los 32 departamentos del país y casi 35.000 en Venezuela influyen en la constante emergencia por la calidad del aire que se respira en Bogotá.
Según la Secretaría Distrital de Ambiente, en el caso de Colombia, el incremento de estos fenómenos en la Costa Atlántica y en los Llanos Orientales ha lanzado al aire una fuerte concentración de partículas que crea puntos calientes que afectan a Bogotá y la región.
Los departamentos que más influyen en la contaminación en la sabana de Bogotá son Arauca con 1.138 puntos calientes identificados y Casanare con 938. Otros departamentos del país suman, en promedio, entre 200 y 800 puntos calientes.
Cada uno de estos focos fueron identificados por los servicios satelitales de la NASA que monitorean globalmente estos fenómenos.
Como si fuera poco, otros 34.890 incendios, quemas y conatos se estarían produciendo en Venezuela.
Ahora, estas partículas han viajado, a través de las corrientes de aire, hasta Bogotá. Y, por las condiciones metereológicas de frío-calor intenso se han concentrado en el territorio.
De allí vienen, en parte, los altos niveles de contaminación y la posterior declaración de tres alertas ambientales en lo corrido de este año.
Sin embargo, expertos en calidad del aire cuestionan que la culpa exclusiva de la emergencia sea por las quemas e incendios.
Luis Carlos Belalcázar, académico e investigador de calidad del aire de la Universidad Nacional, explica que los altos niveles de partículas contaminantes son una suma de aportes locales y regionales: “En Bogotá, estos se relacionan con la polución producida por los vehículos a diésel. Y, en región, con los incendios y quemas forestales”.
Ahora, según Belalcázar, la cuestión es que las quemas e incendios de la Costa, Llanos y Venezuela no son ninguna novedad. Por el contrario, son típicas entre enero y abril, por condiciones climáticas naturales y por prácticas agricultoras y ganaderas.
En esto coincide Mauricio Ángel, otra autoridad en el área. “Es un problema cíclico que se relaciona con la preparación de tierras y la quema de pastizales. Como se conoce en qué épocas sucede, podría tener un manejo preventivo”, menciona.
Pero ambos académicos apuntan que no se puede desconocer el aporte capitalino en la emergencia y cómo no se ha manejado con medidas adecuadas.
“El problema es que el aporte de Bogotá sí ha aumentado. Y cuando se suma toda la crisis de Bogotá a este factor regional, frecuente y predecible, es que se produce la emergencia", asegura Belalcázar.
De acuerdo a la academia, Bogotá tiene una situación crítica por cuenta de carros a diesel, fábricas que no acatan la norma ambiental y políticas permanentes poco rigurosas.
“Las autoridades improvisan manejando los puntos agudos. Porque no hay una política que genere una respuesta organizada y conjunta. Cada vez que llega una emergencia, las decisiones se manejan por pensamientos individuales y discontinuos”, critica Ángel.
Si bien, Ángel no reconoce una regulación exigente en tema de quemas agrícolas, apunta que Bogotá tampoco pone de su parte.
“Estamos en mora hace más de 20 años en términos de una política pública clara y exigente para enfrentar el problema”, dice.
Bogotá sí cuenta con un Plan Decenal de Descontaminación del Aire formulado desde 2010 y trabajado por la Universidadde los Andes. El plan contiene medidas para el sector industrial y de transporte; incluso, para la ciudadanía con procesos educativos. "Pero todo se queda en el papel", insisten los expertos.
Oficialmente, se mantiene la alerta naranja en el suroccidente y se decreta un nivel amarillo preventivo en todo el resto de la ciudad. Por ese carácter especial no se decretará pico y placa extendido para carros y motos particulares.
Según Francisco Cruz, secretario de Ambiente, las condiciones de esta emergencia y las proyecciones para las 24 y 48 horas siguientes indicarían que el evento pasará pronto sin necesidad de establecer restricciones. El lunes, se evaluará la situación nuevamente.
Lo que sí continúa es el pico y placa para vehículos de carga de más de dos toneladas entre las 6 a. m. y las 10 a. m., y la restricción de camiones de más de 7 toneladas por la calle 13 desde el río Bogotá hasta la Av. Boyacá, de 6 a. m. a 8 a. m.
También se prohibe realizar mantenimiento preventivo a los sistemas de control de emisiones de fuentes industriales.
La alerta es amarilla, preventiva y, además, con medidas voluntarias. Por tanto, depende de la ciudadanía seguir las siguientes recomendaciones:
- Tomar descansos si durante la actividad física presenta dificultades para respirar.
- Limitar los esfuerzos en el exterior en el caso de población vulnerable (niños y adultos mayores).
- Abstenerse de realizar quemas con materiales sólidos como carbón y retal de madera tanto al aire libre como en espacios cerrados.
- Usar el transporte público en vez del vehículo particular.
- Apagar los vehículos de carga mientras estén detenidos y seguir las recomendaciones de eco conducción.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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