Tanto en Bogotá como en los 116 municipios de Cundinamarca, las autoridades prohibieron la venta, almacenamiento o producción de fuegos artificiales (desde chispitas mariposas hasta voladores), con el fin de reducir el número de quemados que deja su manipulación en la temporada navideña.
Sin embargo, algunos ciudadanos no han acatado la medida. Por ejemplo, este mes, en el departamento de Cundinamarca, han resultado lesionadas 12 personas por quemar pólvora. De este total, a las autoridades de la región les preocupa que ocho son menores de edad.
El año pasado, para la misma fecha, se habían presentado nueve personas quemadas, entre ellas cinco niños. Es decir, entre un año y otro hubo un aumento de tres reportes en menores, por lo cual se investiga la responsabilidad de los padres en los hechos.
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Los municipios que este 2016 han reportado víctimas de la pólvora son Soacha (4), San Francisco (2), Chipaque (1), Tibirita (1), Madrid (1), Zipaquirá (1), Agua de Dios (1) y Tibacuy (1).
En la capital colombiana el panorama, si bien no mejora, tampoco empeora. Mientras que al 20 de diciembre de 2015 hubo 20 quemados, 11 niños y 9 adultos, en el mismo periodo del 2016 se han reportado 19 lesionados por los fuegos artificiales, y siete de ellos son menores de edad.
“Además se debe destacar en el 2015 a las personas que por el nivel de quemaduras que sufrieron, requirieron de una hospitalización. A diferencia de los casos de este año, en el que las heridas de los afectados fueron leves”, informaron en la Secretaría de Salud de la capital.
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En Cundinamarca, según las autoridades, las principales lesiones han sido quemaduras de grados uno y dos, y dos personas tuvieron lesiones en los ojos y otra en un dedo.

Incautaron tres toneladas de pólvora en barrio Marruecos.
Por otro lado, frente a las incautaciones de pólvora, la Policía Metropolitana de Bogotá señaló que en lo corrido de esta temporada navideña ha decomisado cinco toneladas de pólvora.
De esa cantidad, tres toneladas fueron decomisadas en una casa del barrio Marruecos, en el sur de Bogotá. Además, se confiscaron 300 litros de licor adulterado en más de 40 operativos.
Mientras tanto, en el departamento han sido recuperadas dos toneladas y 300 kilos de pólvora, según informó la Policía departamental. Los municipios en donde se realizaron los decomisos fueron Cáqueza, Guasca, Puerto Salgar,Soacha, Anolaima y Funza. En esta última se concentró la mayor parte (dos toneladas).
Mientras conversaba con unos amigos en la zona verde de unos conjuntos residenciales del barrio Paulo VI, Darío Sánchez recibió el golpe de un pito de pólvora en el ojo derecho, que lo dejó con visión borrosa por el resto de su vida.
Lo último que recuerda de esa tarde de diciembre fue que alguien le gritó “¡Cuidado!”. Cuando giró la cabeza recibió el impacto que le causó un dolor que describió como insoportable.
“Eso ocurrió hace más de 20 años. Yo recién me había graduado del bachillerato y en esa época la venta de pólvora era común. Es más, en unas casetas de la calle 53 uno encontraba lo que quería”, explicó el hombre.
Tras el intenso dolor que le dejó el golpe, sus amigos lo llevaron a su casa; le pusieron paños de agua para apaciguar el impacto y durmió hasta el siguiente día, pero no podía abrir el ojo. “Me ardía mucho. Entonces, mi familia me llevó a la clínica Barraquer (especializada en oftalmología) y tuve que esperar tres días a que mi ojo se desinflamara. Después de los exámenes, me dijeron que no me había quemado sino que el golpe me había generado una catarata, que para esa época no se podía operar”, sostuvo Darío.
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Desde entonces, su ojo derecho no pudo enfocar las imágenes, y la luz le afectaba. Esto impidió que Sánchez pudiera ingresar al Ejército para prestar su servicio militar, como siempre había querido.
Aunque con el paso de los años aprendió a conducir y tiene su licencia, el impedimento físico lo limita a hacerlo en horas de la noche. “El reflejo de las luces me encandelilla los ojos”, recordó Darío.
Aún con la catarata, estudio ingeniería de sistemas y en la actualidad trabaja en su profesión, “pero para arreglar pequeñas piezas, siempre me toca usar lupas, o gafas para ver de cerca. Eso sí, si uno de mis dos ojos se cansa, el otro comienza a llorosear, lo que es incómodo”, indicó.
Después del incidente quedó con un trauma y cuando escucha un pito, se asusta. “Yo quedo pasmado cada vez que hay uno cerca. A mí me gustan los juegos pirotécnicos, pero verlos de lejos, como en los espectáculos que hacen en el parque Simón Bolívar”, explicó entre risas.
Ahora vive prevenido y les pide a sus sobrinos que tengan cuidado si ven a alguien usando pólvora. “Uno no sabe al encender eso en dónde termina, como lo que me pasó a mí”, concluyó.
La pólvora no solo quema la piel de quienes la usan, sino también los bolsillos de los que la venden, como le ocurrió a una mujer en el barrio Marruecos, en el sur de la ciudad, luego de que la Policía Metropolitana de Bogotá decomisó, en la casa donde residía, tres toneladas de pólvora que fue avaluada en 150 millones de pesos. “El material pirotécnico estaba siendo almacenado de forma irregular en el hogar y representaba un riesgo para la comunidad en ese sector”, informó el coronel Óscar Solano, comandante de la Policía de la localidad Rafael Uribe Uribe.
El día del operativo, para incautar este material fue necesaria la presencia de funcionarios del Idiger y de bomberos, ya que por la gran cantidad de pólvora bastaba una chispa o un descuido para que hubiera ocurrido una tragedia de grandes proporciones en el sector. Los fuegos artificiales se iban a comercializar en esta zona de la ciudad; sin embargo, tras el operativo de los uniformados, la mujer perdió la inversión que hizo para vender toda esa pólvora, y ahora su situación económica es precaria. Además se podría enfrentar a un proceso penal por almacenar, sin la debida precaución, dicho material.
La Secretaría de Salud ha incautado, entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre de este año, 300 litros de licor adulterado que se estaban distribuyendo en la capital. Entre las principales bebidas alteradas se encuentran 220 litros (73 %) de cerveza; 27 litros (9 %) de aperitivos vínicos y no vínicos; 7 litros (6 %) de vodka; 16 litros
(5 %) de ron; 10 litros (3 %) de aguardiente y 10 litros (3 %) de whisky.
Según la Fiscalía General, las localidades de Suba, Ciudad Bolívar y el municipio de Soacha son las zonas donde más se encuentran lugares en que se adulteran los tragos. Investigaciones del ente de control han identificado entre 90 y 100 organizaciones criminales dedicadas a este delito.
BOGOTÁ
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