El maletín bomba que fue detonado el 5 de marzo en el parqueadero del comando policial de Sierra Morena, dos días después de que en un allanamiento de una vivienda en la misma localidad fueron halladas 11 barras de Indugel, una granada y 21 cartuchos para fusil, y este atentado en el CAI de Arborizadora Alta, parecen confirmar lo que la Defensoría del Pueblo ha venido advirtiendo desde mayo del año pasado: el riesgo frente a este tipo de ataques es alto.
(Además: ‘Quien detonó la bomba en el CAI sabía que en ese lugar había niños’).
“Lamentamos la consumación de los hechos que habíamos advertido en nuestra alerta temprana 010 de 2021 para 10 localidades, incluyendo Ciudad Bolívar. Allí habíamos mencionado, entre otros riesgos, la activación de artefactos explosivos en la ciudad para comunidades asentadas o que desarrollan actividades en inmediaciones de las sedes de la Fuerza Pública, infraestructura energética y sedes de los partidos políticos”, señaló la Defensoría del Pueblo.
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Días después del atentado, en la estación de Policía de Sierra Morena, el general Camacho aseguró que los grupos armados que estarían ingresando a la zona urbana de Ciudad Bolívar y a la localidad rural de Sumapaz lo harían por medio de outsourcing o empresas dedicadas a la delincuencia que son contratadas para extender la acción criminal de grandes estructuras dentro de la ciudad.
Juan Sebastián Jiménez, experto en seguridad de la Universidad Nacional, considera que lo que estamos viendo en Bogotá es una reunificación de los grupos armados organizados, tanto del Eln como de los otros actores violentos en disputa por una parte del territorio de la ciudad. “Específicamente, todo el bloque que constituye Usme, Ciudad Bolívar, San Cristóbal y, por supuesto, Sumapaz, que es una zona de vital importancia para estos grupos, por lo que significa como corredor estratégico de las economías ilegales”.

La comunidad de Arborizadora Alta realizó una jornada de limpieza y concientización frente al CAI, en apoyo a la Policía Nacional después del atentado de la noche anterior.
Néstor Gómez / EL TIEMPO
El lugar donde ocurrió el ataque terrorista es una glorieta rodeada por el parque zonal de Arborizadora Alta, una cancha deportiva, los colegios Gimnasio Sabio Caldas y Manuel Elkin Patarroyo, y el centro comunal del sector. Justo en medio se encuentra instalado el CAI.
“El CAI es el centro del barrio. Cualquiera que quiera salir o entrar debe pasar por ese sitio. Por ese motivo es un sitio estratégico para los que quieren sembrar el miedo”, señaló un líder comunitario del sector.
Sobre estos dos episodios, el general Camacho aseguró que “hay características similares”, pero enfatizó que no se puede asegurar que haya relación entre los autores de ese ataque y el registrado este sábado en Arborizadora Alta.
El comandante de la Policía de la ciudad pidió tiempo para determinar quiénes fueron los autores, y señaló que ya hay una investigación judicial para esclarecer lo ocurrido. “Los comandantes de unidades de investigación e inteligencia solicitan prudencia para poder seguir trabajando y llegar a estos delincuentes”, dijo el alto oficial.
Además, señaló que, por el momento, no se le atribuye la autoría a ninguna organización criminal. “Sería irresponsable manifestarlo. Hay grupos criminales que han amenazado las ciudades del país desde el inicio del año, como el Eln y los grupos armados organizados residuales (Gaor), pero aún no sería prudente dar esos datos”, explicó el general.
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Néstor Rosanía, investigador, corresponsal de conflictos y director del Centro de Estudios de Seguridad y Paz, explicó hace algunas semanas que los explosivos que llegan a Bogotá ingresan camuflados en camiones de comida refrigerada o mediante el aval de empresas fachada. “Lo que hacen es que cuando llegan los explosivos se da el famoso desvío, dinámica similar a lo que se hace con los precursores de la coca que entran legales al país y luego son usados para otros fines”.
Rosanía señaló que hay dos corredores importantes para el tráfico de estos elementos: la autopista Sur, por donde llegan procedentes de la costa Pacífica, y la vía al Llano, que bordea el corredor del Sumapaz. “Esa localidad es el corredor histórico de las Farc y de la delincuencia común, que usa la vía para entrar y sacar artefactos ilegales entre los departamentos que se conectan”.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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