A los cinco años el patrullero que se hizo viral esta semana en un video, en el que se le ve concertando con una madre y su hijo que bloqueaban el sistema TransMilenio, en el Portal de las Américas, se ganaba la vida junto a su padre y su hermano cargando bolsas de frutas y bultos de papa en Corabastos. Y ahí estaba, otra vez, en Kennedy, esta vez, acompañando la protesta con su casco y su escudo.
Esta no es una historia de extremos, de blancos o negros, más bien una que muestra todos los tintes de una situación social sin verdades absolutas. El patrullero Jorge Armando Cárdenas Reyes tiene 35 años, nació en Cerinza (Boyacá), en una familia humilde que, como muchas, tuvo que buscar mejor suerte en el Sur de Bogotá.
El diálogo entre nuestro compañero policía y la comunidad, fue la clave para habilitar parte de la vía que se encontraba bloqueada en el Portal Américas de la ciudad de Bogotá. pic.twitter.com/OHcmSFoI4R
— Policía de Colombia (@PoliciaColombia) May 18, 2021
Su mamá tenía un pequeño supermercado de víveres y su padre un camión en el que lo encaramaba a él y a su hermano, todos los días, hasta llegar a Corabastos a las 3 de la mañana. “Digo con orgullo que desde pequeño aprendí a trabajar. Mi padre repartía mercados en el barrio Diana Turbay, de eso vivíamos, fue duro”. Estudió en el colegio Alegría La Paz, dice que de allí “salieron chinos echados para adelante”.
(Le puede interesar: Tensión en Portal Américas con instalación del PMU)
De niño, él y su hermano, sabían identificar a sus clientes, eran los dueños de camiones que abastecían las tiendas de barrio. No tenían fuerza para cargar un bulto de papa o de yuca pero había cajas de frutas y por cada bolsa que llevaban les daban una moneda. “Luego pudimos hacer una zorra de balines y además de convertirse en nuestra máquina de trabajo, porque ya podíamos transportar bultos de papa, fue el único juguete de nuestra infancia”.
Luego pudimos hacer una zorra de balines y además de convertirse en nuestra máquina de trabajo, porque ya podíamos transportar bultos de papa, fue el único juguete de nuestra infancia
Y ese mismo hombre fue el que quedó grabado en un video que registró todo lo que acontecía en el Portal de Las Américas de principio a fin el martes 18 de mayo. Desde la madrugada comenzó a ver la angustia de los ciudadanos que no podían coger un bus, llegar a sus trabajos, entregar una hoja de vida, cumplir una cita médica. También la de los manifestantes que reclaman por todas las necesidades por las que pasaban.
Ese mismo día vio a una mujer y a su hijo bloqueando la salida de buses junto a otros manifestantes. Cuando ellos gritaban lo que gritaban llegó el recuerdo, el de su familia. Muchos de los viajeros que no pudieron embarcarse terminaron apoyando la protesta. “Pensé, si ella fuera mi mamá, y un extraño llegara a gritarla, o le tocará un pelo ¿Usted cómo reaccionaría? Las mamás son seres sagrados”. Sabía que cualquier detalle sería suficiente para encender una chispa.
(También lea: Comienza agendamiento de personas de la etapa III de la vacunación)
Ya habían pasado todos los filtros, mediadores, de aquí y de allá habían tratado de concertar con los manifestantes pero nada surtía efecto. Fue ahí cuando este patrullero decidió quitarse el casco y sentarse a hablar con el joven. “Le dije que yo tenía una hija de 17 años y un niño de 7 y que también quería un mejor futuro para ellos”.
Y allí surge otra grande realidad desprendida de un solo instante de la vida. El joven y su madre habían llegado al Portal de Transmilenio, pagado su pasaje y cuando se disponían a abordar el bus el sistema tuvo que cerrar ante el riesgo inminente de actos vandálicos. Solo querían llegar a su trabajo pero no les habían querido devolver el dinero de los cuatro pasajes comprados, cada uno a 2.500 pesos. Para una familia pobre la pérdida de 10.000 pesos es la diferencia entre comer y no comer. “Pensé que si no eran personas acostumbradas a saltarse una baranda, a robarse un servicio público eso tuvo que indignarlos mucho”, contó el patrullero.
(Además lea: Joven que fue herido en el ojo busca ayuda)
También supo que la madre del manifestante tenía seis hijos y que estaba enferma y que un día de no poder trabajar era una tragedia para esta familia. “Pensé en mi mamá que murió hace dos años de cáncer y en lo fuerte que fue para sacarnos adelante. Uno como adulto pasa el hambre con agua pero usted cómo le dice a un niño que no trajo nada para comer”. Madre e hijo no llegaron a bloquear, se habían sumado a la protesta llevados por la rabia.
Jorge sabía que en cualquier momento podía ser golpeado en su rostro pero al final logró contener un estallido que habría empeorado las cosas. “La señora al final me agradeció porque hablamos como dos iguales, sin términos policiacos sino como lo que somos, personas del común. Le expliqué que había muchas personas que necesitaban trabajar y estudiar y ella cayó en cuenta de eso”. Si en Bogotá un solo choque simple colapsa la movilidad, un bloqueo de dos horas al transporte es un completo caos.
Exponiendo sus motivos, explicando que él también tenía un trabajo por hacer, haciéndoles entender los derechos de los demás, teniendo un poco de empatía, ese momento fue más que ejemplar. “Los buenos policías somos más, y ya estamos cansados nosotros y nuestra familias de tanta violencia”.
Con su casco, su escudo y su chaqueta verde, Jorge ha estado en la primera línea de las protestas, dice con vehemencia que los policías que hayan cometido errores deben ser investigados. "Y si ellos se equivocaron tendrán que pagar, pero no todos actuamos de la misma forma, estamos ahí para acompañar la protesta, esa es nuestra misión. Conmigo hay dos comisarios que llevan trabajando 25 años, también una compañera que es madre cabeza de familia, siguen aportando su granito de arena para esta causa”

Uno de los puntos más álgidos de las protestas ha sido el Portal de Las Américas.
Carlos Ortega/EFE
Jorge presta sus servicios en la Dirección de Seguridad Ciudadana y su cargo es el de operador de mantenimiento vehicular de la Dirección de Seguridad Ciudadana pero ya cumple 20 días en Las Américas haciendo presencia disuasiva y apoyando si, tal como está pasando, hay desmanes.
(No deje de leer: Denuncian agresiones contra las 'Mamás Primera Línea')
Sabe que el Portal es vital en la zona, sabe que está rodeada de barrios marginales, sabe que hay manifestantes pacíficos que solo quieren que el Gobierno los escuche pero está seguro que hay infiltrados que de forma sistemática comienzan a tapar sus rostros, a buscar piedras y palos, y a armar bombas con gasolina para, literalmente, prender todo a su paso, incluyendo a TransMilenio. “¿Usted de verdad cree que nosotros no sentimos miedo cuando vemos hasta 200 personas sobre nosotros? Todos los días los infiltrados son más agresivos, recuerdo a un compañero que quedó desconectado luego de que una piedra le impactara su cabeza”.

Jorge quiso ser policía después de prestar su servicio militar.
Policía Metropolitana de Bogotá
Él y sus compañeros, asegura, se frustran cuando uno de los suyos actúa mal. “Si sale una noticia de esto es terrible y creo que ellos deben pagar por sus actos, pero también hay muchas noticias falsas, hay una intención sistemática de sembrar odio contra nosotros en las redes. Eso también se debería investigar. A nosotros nos dice asesinos, violadores y eso tampoco es justo. Generalizar es lo peor”.
Jorge que también ha estado en zonas tan difíciles como el Caquetá, con la Teófilo Forero oliéndole el cuello, dice que una institución con tantos años de antigüedad no puede quedar relegada por culpa de hechos graves protagonizados por unos pocos. “Desde el Amazonas hasta la Guajira hay policías trabajando por la comunidad, muchos han muerto en sus labores, pero nosotros no somos youtubers para andar grabando cada cosa buena que hacemos”.
Sus días en el Portal de las Américas comienza a las 4:30 de la mañana, con sus compañeros de toman un tinto, muchos les ofrecen pan, les dan la mano, los felicitan, el párroco del barrio va y les da la bendición. “Tampoco puedo decir que todo es malo. Mucha gente nos apoya. Nunca intervenimos si antes no ha actuado derechos humanos, Personería, Procuraduría, entre otros. La invito a que vaya y lo corrobore. La Policía y el Esmad entran siempre como última opción”.
Al llegar a su casa Jorge se estrella con otra realidad, como si su vida fuera el reflejo del drama por el que atraviesa el país. Su esposa es enfermera jefe y está en la primera línea de atención del covid- 19. “Cuando llega a la casa me cuenta llorando que se le murieron nueve, diez pacientes. Ese virus está vivo y ella además de todo lo que vive siempre siente miedo de que me pase algo”.
(Además: ¿Qué está pasando con el Portal Américas?)
Este hombre quiso ser policía después de prestar su servicio militar en la institución. Con mucho esfuerzo reunió el dinero para cumplir con todos los requisitos. “No era mucha plata, pero no la había en mi familia. En el 2005 entré la Escuela de Carabineros de Facatativá y salí como carabinero de la Policía Nacional”.
A pesar de ser conciliador, que quiere demostrar que la policía está para ayudar y acompañar la protesta y no para interrumpirla no deja de defender a los suyos. “A pesar del covid-19, a pesar del paro, en la ciudad siguen el robo, el atraco, la violencia intrafamiliar, y ahí estamos, trabajando”.
Dice que 320 de sus compañeros han resultados lesionados y que no se imagina cuántos jóvenes han sido afectados también. “Yo quiero que la ciudadanía y los jóvenes vuelvan a confiar en nosotros, quiero que en 20 años mis hijos digan que en el 2021 ellos lograron cambios importantes gracias a la protesta, y no que en esa época la violencia se apoderó de todo. No quiero que ningún niño nos vea con miedo”.
Una cosa más se sueña este policía, quiere estar en un asado, con una cerveza en la mano, al lado de su familia. “Quiero estar a salvo, vivir feliz en un país más justo para todos”.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a carmal@eltiempo.com
Comentar