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Bogotá

Hombres sin vergüenza, la apuesta por acabar con el machismo

Ejemplos como el colectivo Sin fronteras son ejemplos de nuevas masculinidades.

Ejemplos como el colectivo Sin fronteras son ejemplos de nuevas masculinidades.

Foto:Milton Díaz / EL TIEMPO

Los homicidios de mujeres tienden a bajar pero las agresiones suben. De ahí la campaña. 

Mientras que en el 2014 se presentaron 1.159 homicidios de mujeres, en el 2016 bajaron a 902. Pero en tanto en el 2014 la violencia de pareja contra ellas fue de 8.402 episodios, en el 2016 subió a 10.664. Esto apunta a que las matan menos pero las agreden –y se denuncia– más.
Frente a las cifras, reveladas por el Instituto de Medicina Legal, la Secretaría de la Mujer sostiene que ambos indicadores deben unificarse con tendencia a la baja. Para lograr esa meta ese despacho presenta por estos días la campaña Hombres sin vergüenza.
“Evaluamos varias estrategias y concluimos que incrementar el tiempo que dedican los hombres a actividades de cuidado es el camino. Se debe aumentar una hora diaria de tiempo para cuidado de los niños, de personas enfermas, adultos mayores, del hogar y de sí mismos. Alcanzar esta meta fortalece otras, como es bajar la violencia”, explicó Cristina Vélez, titular de ese despacho.
Según el Dane, las mujeres laboran 15 horas al día, de las cuáles 9,5 las invierten en producir ingresos económicos, y 5,5 horas en actividades no remuneradas, como labores domésticas y cuidar de menores de edad o adultos mayores. En cambio, los varones trabajan 12,5 horas, de las cuales 10,3 son en pro del dinero y 2,2 para cuidar de sí mismos y de los demás, sin pago. Es decir, ellos aportan 2,5 horas menos para las acciones que ayudan a ‘cambiar el chip del machismo’.
Proyecciones basadas en estos números apuntan que si se pagara a la población por cuidar del hogar y de las personas, con una tarifa estándar, el Producto Interno Bruto de Colombia subiría 20 por ciento. Y las mujeres aportarían 4 de cada 5 pesos de ese adicional.
La campaña, que es la punta de la pirámide de la política pública que quiere impulsar la Administración, muestra videos y otras piezas de propaganda con hombres cargando bebés, ayudando a hacer las tareas a sus hijos, trapeando en casa, entendiendo que las mujeres pueden decir ‘no’ sin que haya que obligarlas a decir sí; todo lo anterior sin menoscabo de su hombría. Cuidado de otros y autocuidado en una misma propuesta.
Pero más allá de esto, la estrategia lleva ocho meses de talleres con funcionarios y con una nutrida población de conductores del transporte público, con quienes hicieron reflexiones sobre qué significa ser hombre y qué son relaciones equitativas. “A finales del 2017 se lanzará una línea telefónica de atención psicosocial para hombres, porque se evidenció la falta de espacios de desahogo, pues la misma cultura les ha impuesto que hacerlo es un tema de niñas”, sostuvo Vélez. Acciones similares se han desarrollado con éxito en países como Australia.
También, a mediados de este año, se lanzará una herramienta que permitirá medir el impacto de la política pública que se trata de fortalecer. Análisis a las cifras de Medicina Legal revelan que la capital, en cuanto a tasa de ocurrencia de agresiones contra mujeres, se mantiene por debajo de ciudades como Medellín y Cali, lo que indica que los esfuerzos de los últimos 20 años en políticas de género y empoderamiento femenino han rendido frutos. Sin embargo, se encontró la necesidad de aumentar el espectro de intervención, pues “en lucha contra el machismo y en aprendizaje de nuevas masculinidades aún falta mucho por hacer”, concedió la funcionaria.

Retos

Informes de la Organización Internacional del Trabajo apuntan que Colombia está entre los países del mundo donde hay mayores posibilidades de tener a una mujer como jefe, al nivel de estados desarrollados como Canadá. No obstante, el panorama aún se debe mejorar, toda vez que la desigualdad aparece a la hora de la remuneración. En Bogotá, el desequilibrio entre sueldos (por un mismo trabajo) ronda el 20,8 por ciento en menoscabo de ellas. Y en ciudades periféricas como Cúcuta llega hasta el 40 por ciento.
Lo anterior sin contar que la equidad en cargos directivos se da, sobre todo, en la economía formal. En otros niveles, la desigualdad –directamente conectada con el machismo– aún campea. Ahí está el reto.

Un ejemplo para seguir en Bogotá

El colectivo Sin fronteras, que desarrolla sus acciones desde el colegio Clemencia Holguín de Urdaneta (Rafael Uribe Uribe) ha sido premiado por sus avances en cuanto a nuevas masculinidades. Gracias a la tutoría de docentes como Alfredo Centeno y Javier Ómar Ortiz, los muchachos (hombres) han entendido, por ejemplo, que abrazarse y darse picos entre ellos no es sinónimo de debilidad sino de respeto mutuo y hacia sí mismos.
Las niñas también se han empoderado, tras acudir a los talleres de autoconocimiento, para dejar atrás el machismo.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter @felipemotoa
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