No es negociable que Bogotá pase un año más sin un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT). O por lo menos así lo ha dado a entender la alcaldesa, Claudia López, que ha asegurado en distintos escenarios que este año sí será en el que la ciudad tenga su hoja de ruta para los próximos 12 años.
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La doliente de esta cuenta regresiva es la segunda secretaria de Planeación que ha tenido esta administración, la arquitecta y urbanista María Mercedes Jaramillo, quien trabaja en múltiples frentes para cumplir con los apretados tiempos. Avanza en lo que falta de formulación, se reúne hasta altas horas de la mañana con el gabinete y, luego, hablan cada 15 días con la alcaldesa a fin de validar decisiones para, finalmente, presentar informes a grupos de interés: instancias de participación, ambientalistas, constructores, entre otros.
En los próximos días debería salir adelante un proceso participativo final para que la ciudadanía conozca el proyecto. Todo esto abonará el terreno para que el proyecto sufra los menos tropiezos posibles.
En conversación con EL TIEMPO, Jaramillo dejó ver dos de sus principales metas. Uno, expedir un POT entendible, sencillo y preciso que facilite el desarrollo y que sus habitantes lo comprendan y lo hagan cumplir. Dos, crear un POT que permita desde herramientas urbanas la recuperación económica. “Hay que ponernos serios con la ordenación del territorio para el desarrollo económico y el empleo”, dice.

María Mercedes Jaramillo, Secretaria de Planeación.
Archivo particular
Son varias. Una es organizar el desarrollo alrededor del sistema de transporte masivo férreo, con un foco importante en el corredor oriental, es decir, franja entre la carrera 5.ª hasta la carrera 24. Todo este territorio es una gran apuesta de reorganizar a través de procesos de revitalización, renovación a través del metro, captura de valor... Es una versión 2.0 de una ciudad verde, inteligente. Desde cada estación de metro habrá, además, una gran operación urbana.
También está el anillo logístico de occidente: toda una apuesta alrededor del aeropuerto que implica potenciar los accesos con la ALO, la Devisab y la calle 63.
Ahora se llama Reverdecer del Sur y sigue siendo una de las apuestas. Tiene dificultades... lo que era el territorio y el río se vieron tan modificados por la actividad minera que hoy lo único que conocemos es lo que se inundó. Estamos pensando que dos tercios de ese territorio sean para ajustar el cauce del río para que este pueda moverse y que una tercera parte sí se dedique a un desarrollo urbano.
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¿Y Ciudad Río?La propuesta de la anterior administración era esencialmente sobre el borde, en una franja de 300 metros al lado del río, de unos desarrollos con malecones y ciclorrutas. Ese proyecto tiene varias restricciones hoy. La primera es que se derogó una resolución (que contenía el mapa de riesgos de inundación) (...) El tema es riesgo, no un problema jurídico. El Idiger dice que el riesgo es real, pero que se puede mitigar. Hay que revisar qué se puede hacer ahí. Pero Ciudad Río no queda en pausa por eso, sino porque estamos formulando una visión del tema de borde del río.
La anterior secretaria propuso la creación de 30 distritos, ¿eso se mantiene?Ya vamos en 33 y seguramente nos quedamos en ese número. Hemos tenido que hacer ajustes para hacer coincidir el mapa con el objetivo de los distritos: consolidar entornos de proximidad en donde se equilibren un poco más las dinámicas urbanas.
¿Qué tan avanzado está todo esto en concertación?A medida que avanzamos, entramos en las particularidades que exigen mayor acuerdo.
Pero hemos definido unos objetivos del POT que son consensuales. Uno es organizar una ciudad con un ambiente más sano, otro es embellecer a Bogotá, está proteger la estructura ecológica principal y también promover el dinamismo bogotano y la generación de empleo formal. Este es un objetivo que no estaba así de específico en el POT vigente ni en el proyecto de la anterior administración, pero en este sí va a ser un objetivo muy claro. No podemos no tenerlo, estábamos en deuda y ahora nos llegó la pandemia.
Además, hay objetivos transversales. Uno es la gobernanza del POT, es decir, que sea documento que tenga disposiciones que sean vinculantes para los funcionarios o para los curadores. Todo lo que no entre en esas categorías no está en el POT, no tiene sentido. Y que exista una forma de seguimiento al POT, de evaluación permanente que permita reencausar el ejercicio si vemos que no se están haciendo cosas.
Cuando se cruza todo eso con la escala metropolitana, con la escala de los 33 distritos, se concreta el Modelo de Ocupación del Territorio (MOT).
El MOT está organizado en dos escalas. Una es la metropolitana, que son las acciones en la gran estructura que concurren a la competitividad de la ciudad en una economía globalizada. Otra es esa pequeña escala local con una visión distrito a distrito, para hacer una vida de proximidad.
Otra es esa pequeña escala local con una visión distrito a distrito, para hacer una vida de proximidad
Ha desvelado que no podemos depender de un sistema de transporte donde no cabemos, donde la gente tiene que desplazarse tanto para ir a buscar su empleo. Ahora, no es que se haya evidenciado, porque ya lo habíamos visto, lo que pasa es que se volvió innegable. Esto nos puso de manifiesto que nos toca reequilibrar el tema de territorio en términos de la repartición de los empleos, todo lo que sea posible. Nunca vamos a lograr que Ciudad Bolívar tenga tantos empleos como Chapinero o que sean los mismos.
¿Cómo el POT conducirá a esa generación de empleos?El POT es una herramienta para gestionar el suelo, para la organización del desarrollo económico. Si el POT no es capaz de resolverlo, si no es capaz de garantizarle un futuro a la zona industrial, si no es capaz de impedir que las empresas se salgan a los municipios de al lado..., perdimos el años.
Si no somos capaces de competir con Funza por las empresas, ¿cómo vamos a competir con Ciudad de México, Buenos Aires o Panamá?
Si bien el POT no te dice que va a crear 180.000 empleos en 20 años, sí te puede decir que va a generar el suelo para generar esos empleos. O te puede decir: ‘en tal perímetro puede haber ciertos incentivos en mayores edificabilidades o en mejor calidad de conectividad digital’... y a través de otro instrumento pueden hacerse a incentivos tributarios.
Todo eso lo estamos mirando con Invest in Bogotá y la Secretaría de Desarrollo Económico y de Hacienda (...), cómo organizamos unas zonas económicas especiales, unas zonas francas de empleo en los distritos de borde periféricos..., ese tipo de apuestas que nos lleven a equilibrar el territorio y a poder competir.
Sí. Se plantea una línea que puede ser por la Autopista hasta la 200 y también una línea que podría tomar la vía férrea hacia el sur, hasta cierto punto, donde bajaría hasta Ciudad Verde. El POT tiene que hacer una apuesta sobre lo que pase en los próximos 12 años. Seguramente logre dejar inscritas por lo menos dos líneas, ojalá tres.
¿Y la meta de nuevas viviendas?Este va a ser un POT que va a ser menos permisivo en términos de las oportunidades de desarrollo o de urbanización que tenía la anterior propuesta. La apuesta es no tocar el suelo de la Van der Hammen porque tenemos apuestas que incluyen toda la zona de Torca y porque nos vamos a gastar los próximos 12 años sacando adelante Tunjuelo y los otros 100 planes parciales sin concretar.
Puedes decir ‘que todo se urbanice’ y luego no se urbanizó todo, solo algo y se genera desorden y no se concentra la inversión pública y privada en unas piezas urbanas que seas capaz de consolidar. Eso es lo que yo quiero, que al final se vea que estas cosas sí salieron y que se vean.
ERNESTO CORTÉS Y ANA PUENTES