Las primeras motocicletas comenzaron a rugir en los años 30 y su sola presencia llamaba la atención entre los colombianos, que estaban acostumbrados a los coches tirados por caballos o al tranvía, en las ciudades.
Esos vehículos de dos ruedas y que eran impulsados por un pequeño motor de gasolina llegaron importados de Alemania. Las traían personas adineradas.
Pero el ingreso masivo de estos aparatos comenzó a gestarse en 1941, cuando Paul Vásquez Uribe, un antioqueño educado en Inglaterra, fundó Autotécnica Colombiana, Auteco, que en principio se dedicó a la venta de repuestos.
En 1945, el comerciante materializó su iniciativa de traer de manera masiva un medio de transporte económico, al ver el crecimiento de ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla y ante el comienzo de la construcción de carreteras interdepartamentales. Ese año realizó la primera importación desde Estados Unidos.
En el libro 75 años de una pasión sobre ruedas, editado por Auteco, se relata que, siguiendo la idea inicial de traer al país un medio de transporte económico, se importaron las primeras motos marca Indian. “Algunas fueron vendidas a la Guardia Presidencial, y un tiempo después, destruidas en los disturbios del 9 de abril de 1948”, describe el documento.
“Evidentemente la función esencial de la motocicleta fue la de sustituir al caballo, entonces, este vehículo entró muy fuerte en el campo. Hoy, es el vehículo preferido por los colombianos, tanto en lo urbano como en lo rural”, señaló Juliana Rico, directora de la Cámara Automotriz de la Andi.
Solo hasta principios de los 70, las motocicletas comenzaron a aparecer en las ciudades con más fuerza, y se empezaron a ver las Lambretta y Kawasaki, ensambladas por Auteco en Colombia.
Al mismo tiempo, Furesa S. A., filial de Coltejer, empezó a buscar un acuerdo de asistencia técnica y ensamble con Yamaha, en el Japón. En 1975 se hizo realidad el proyecto y se ensamblaron 800 motocicletas al año.
Desde ese tiempo comenzaron a instalarse en el país las más importantes compañías para producir motocicletas, como AKT, Honda, Yamaha, Suzuki y Hero, lo que desencadenó un importante el incremento de las motos.
Pero el verdadero éxito y popularidad de estos vehículos lo marcan los expertos en el 2002, cuando las motocicletas dejaron de ser un lujo y se transformaron en una necesidad, especialmente entre las personas de bajos ingresos, quienes las encontraron versátiles, económicas y eficientes, y muy funcionales en el transporte y el trabajo.
El estudio ‘Las motocicletas en Colombia: aliadas del desarrollo del país’, de la Andi, revela que en 1990 había una moto por cada 175 personas, una proporción que fue creciendo año a año como una espiral. En el 2002 era una motocicleta por cada 32 personas; en el 2007, una por cada 15 personas; en el 2012, una por cada 8, y, finalmente, en el 2016, una por cada 7 personas en el país.
En números globales, el mismo estudio estima que de 12 millones de vehículos que había en el 2016, más de siete millones son motos, que realizan 50 millones de viajes diarios.
Estos vehículos se encuentran, principalmente, en Bogotá y Medellín, con un 14 por ciento; seguidas por Cali, con 9 por ciento, y el Caribe, con un 7 por ciento.
ENRIQUE BUENO*
Especial para EL TIEMPO
*Concepto y redacción editorial Unidad de Contenidos Especiales de EL TIEMPO. Con el patrocinio del sector de desarrollo urbano y sostenible.
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