El Distrito ya identificó algunos puntos donde existe proliferación de palomas en Bogotá. Por ejemplo, en la carrera 10.ª con calle 10.ª es posible encontrar hasta 30 palomas por metro cuadrado, cuando lo ideal es que sean máximo dos palomas en ese espacio.
Otro caso que deja en evidencia la sobrepoblación es la plaza de Bolívar, donde en un buen día de turismo pueden llegar hasta 2.000 ejemplares.
Estas cifras forman parte del diagnóstico que adelanta el Instituto de Protección y Bienestar Animal para ejecutar un plan piloto en la plaza de Bolívar y sus alrededores con el fin de reducir el número de palomas en la ciudad.
El trabajo que viene adelantando desde hace casi un año el Instituto de Protección Animal se expondrá en el mes de diciembre y se espera aplicar alguna medida en enero del 2018.
La sobrepoblación de estas aves trae consecuencias en temas ambientales, porque desplazan especies propias de la zona; patrimoniales, por las heces fecales que producen, y de salud para la ciudadanía en general, en especial para adultos mayores y niños.
Por esta razón se aprobó el Acuerdo 653 del 2016 “por el cual se implementan acciones para el manejo integral de la población de palomas en el Distrito Capital”.
En ese momento se comenzó a trabajar en un diagnóstico que señalara cuál debe ser el proceso para solucionar la problemática: control del nacimiento a través de anticonceptivos que se aplicarán por medio del maíz que consumen, traslado a centros de recepción de palomas enfermas o mayores para que se recuperen y pasen sus últimos días, y trabajo cultural con las personas que alimentan las aves. Esas son algunas medidas.
Sin embargo, aún no es seguro que ese sea el protocolo por seguir, ya que el documento final será evaluado por la Secretaría de Ambiente y deberá pasar por el Concejo de Bogotá para que sea aprobado y se destinen los recursos económicos.
Otro de los factores fundamentales para que las estrategias tengan éxito es trabajar con los actores involucrados con la alimentación de las aves.
El biólogo Mauricio Cano, del Instituto de Protección y Bienestar Animal, señala que la idea es convocar a la Policía Ambiental para que se prohíba darles de comer a las palomas: “Es un manejo también sociocultural. Si se controla la oferta alimenticia, se regula la población de aves”.
Lo anterior indicaría que, de ser aprobado el diagnóstico, se prohibiría la venta de maíz. Algunos vendedores temen que se tome esa medida, tal como ocurrió en Medellín a finales del mes de agosto, porque este es su sustento.
Pero no todos creen que sea así. “Es más fácil ver al Papa otra vez en la plaza de Bolívar que reduzcan el número de palomas”, afirmó Guillermo, uno de los vendedores.
El Instituto de Protección y Bienestar Animal dejó claro que no se trata de eliminarlas, sino de reducir el número de palomas que hay en la ciudad.
BOGOTÁ
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