“Señor, ¿usted entra a Cedritos?”, le preguntó una pasajera al conductor de una buseta del SITP Provisional el lunes, a las 5 de la tarde. “Voy hasta donde se pueda, mi señora”, le contestó el conductor.
Ese breve diálogo ejemplifica el drama que han vivido los bogotanos que han tenido que aceptar de manera resignada los efectos de las protestas que se han tomado las calles desde el 21 de noviembre y que han impactado particularmente en las tardes y en las noches, tras la salida del trabajo.
“A mí me ha afectado especialmente en el regreso a casa”, comenta la empleada de una embajada que tiene sede en la calle 98 con 9.ª. A ella la han afectado los bloqueos de la carrera 7.ª, de la calle 72, de la troncal Caracas y de Las Américas, que son los corredores por los cuales puede desplazarse de su trabajo a Kennedy, donde vive. “Ha sido terrible, los buses de TransMilenio, a los que uno logra subirse, cuando encuentran el bloqueo hacen retorno y lo dejan a uno tirado”, cuenta.
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Rosita, quien trabaja por días en el norte y vive en Usme, en el sur de Bogotá, no ha trabajado durante toda la semana, por los bloqueos en el sur de la troncal Caracas. Ella gana si trabaja, así que esta semana no ha recibido salario.
Martha Cuéllar también trabaja por días con dos familias del norte de Bogotá. Esta mujer de 54 años, madre de 5 hijos y abuela de 3, completa en la última semana más de 20 horas caminando. No en las marchas del paro nacional sino haciendo obligadamente el camino de ida y vuelta entre su casa y sus lugares de trabajo, de un extremo a otro de la ciudad, porque vive en Ciudad Bolívar.
Ella es una entre miles de personas que, sobre todo en las noches, han tenido que caminar largos trechos porque los bloqueos a las estaciones de TransMilenio no les dejan otra opción. “Los de los carros también van lento, pero no van caminando”, dice la mujer.
Caminatas forzadas, citas médicas perdidas y tiendas, cafeterías y restaurantes sin ventas son algunos de los efectos menos visibles de las protestas, que completan una semana. Y mientras eso pasa, nadie les responde a familias como la de Andrés, un niño de 6 años que perdió el pasado viernes la cita médica que esperó por casi dos años para que, por fin, su EPS le autorizara la operación que le libere de un frenillo en la lengua.
Su papá, también llamado Andrés, lo llevaba en el carro de un familiar que terminó golpeado por los manifestantes que el viernes impidieron el paso en varios puntos de la autopista Sur. Ahora, están de nuevo pendientes de conseguir que les reprogramen la cita perdida.
Para las personas que si no trabajan no ganan salario, el paro ha sido un problema. Hay desde profesionales que prestan servicios a domicilio, como terapistas, enfermeras y médicos, que han tenido que cancelar citas durante la última semana, hasta vendedores que por los bloqueos se han quedado sin lo del diario.
Así les ha ocurrido a cientos de personas que viven del flujo de público que se produce en San Victorino, en el centro de la ciudad, donde hay madres cabeza de familia que viven de la confección para esos negocios, otros que venden tintos desde la medianoche, aprovechando los madrugones, y los vendedores de jugos y comida.
Por culpa de las marchas en el centro llevan una semana trabajando a media marcha, porque los bloqueos han espantado a la gente del centro. “No están perjudicando a unos empresarios, están afectando a personas de bajos recursos que viven de su trabajo diario”, comentó un comerciante del lugar.
No están perjudicando a unos empresarios, están afectando a personas de bajos recursos que viven de su trabajo diario
Por situaciones como esa están tomando fuerza en las redes sociales campañas para que el paro no afecte la movilidad de los ciudadanos. “El paro es contra el Gobierno, no contra las personas humildes que para llegar a su casa, si obstaculizan las avenidas principales, demoran hasta tres horas, y les toca caminar toda la ciudad”, escribió en redes @LilianHuertas.
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Otro ciudadano, Felipe Rueda, también usó sus redes para mostrar cómo los ciudadanos de a pie son los que más se han visto afectados. “Estás no son personas bloqueando TransMilenio. Son personas caminando a sus casas por horas por culpa de los que deciden bloquear el sistema”, dijo en twitter Felipe Ramírez.
Ante las dificultades, y para pedir que los saquen del paro, los buses TransMilenio llevaban ayer banderas blancas y un aviso que decía: ‘TMuevo en paz’.
BOGOTÁ