Según el DANE, 2 de cada 5 bogotanos no están interesados en aplicarse la vacuna contra el coronavirus. Una cifra que llama la atención, pues después de casi un año esperando tener resultados alentadores frente a la actual pandemia, cerca del 40% aun es escéptico, temeroso o incrédulo frente a lo que significa este logro de la ciencia.
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Para llegar a ser una vacuna segura y efectiva, los laboratorios del mundo han tenido que realizar muchas pruebas y cumplir con un sinnúmero de protocolos de la Organización Mundial de la Salud y de agencias gubernamentales. A tal punto, que muy posiblemente tengamos la posibilidad de escoger entre varias opciones de vacunas, como las gratuitas que entregará el gobierno a partir de febrero del próximo año, hasta aquellas de otras marcas que con seguridad estarán disponible más rápido en el mercado. Cada una desarrolla un método diferente para activar los anticuerpos del sistema inmunológico.
Independiente de la farmacéutica involucrada o el país de origen que la respalda, debemos reconocer que la vacunación ha sido crucial en la historia de la humanidad para superar los grandes desafíos urbanos que hemos tenido en los últimos 100 años por las enfermedades infecciosas.
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La viruela pudo ser erradicada en la década de los 80s gracias a la masificación de las vacunas. Otras se han reducido considerablemente como la poliomielitis o el sarampión, una de las enfermedades más contagiosas del mundo.
Las vacunas le han permitido a la humanidad mantener los virus bajo control. De allí que es crucial nuestra responsabilidad de vacunarnos contra el covid-19 así como lo han sido los padres de familia al garantizar el esquema de vacunación completo para sus hijos menores de 5 años. De esa manera podemos evitar el surgimiento de nuevas enfermedades.
Aún está pendiente definir la mejor estrategia para entregar la vacuna, la disponibilidad y la priorización en sus primeras etapas. Bogotá siempre ha hecho la tarea en temas de vacunación.
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El mundo esta cambiado; el 2020 nos recordó lo frágiles que somos a los virus y nuestra dependencia a los contextos urbanos. El covid-19 atacó el ADN de las ciudades: la interacción humana y el comercio a mayor escala. Pero también, nos demostró que tenemos la capacidad de superarnos, que la ciencia y la tecnología nos han permitido avanzar más rápido y que las ciudades son los centros de conocimiento e innovación.
No bajemos la guardia en la ultima etapa del camino. De nuestro comportamiento depende que podamos celebrar más navidades con nuestros seres queridos en los próximos años. ¡Bienvenida la vacuna!
ÓMAR ORÓSTEGUI
FUTUROS URBANOS
En Twitter: @OmarOrostegui