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Bogotá

‘Yo no maté a Ana María Castro, soy inocente’

Paul Naranjo Calvo le dijo a EL TIEMPO que él es inocente y que cuando se despidió de Ana María Castro, ella estaba bien.

Paul Naranjo Calvo le dijo a EL TIEMPO que él es inocente y que cuando se despidió de Ana María Castro, ella estaba bien.

Foto:Carol Malaver

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Paul Naranjo dice que no tuvo nada que ver con la muerte de la joven, el  4 de marzo en Bogotá.

Carol Malaver
Paul Naranjo llegó con su madre, su hermana y su abogado, visiblemente preocupado. Se sentó, pidió algo para tomar y comenzó su relato. Lo primero que dijo fue: “Yo no maté a Ana María, soy inocente, yo la quería, era mi amiga”.
Según el abogado Carlos Alberto Rivera Mora, quien representa al joven que conducía la camioneta en la cual se movilizaba Ana María Castro el día que murió, su cliente es inocente y no tuvo nada que ver con la muerte de la joven de 21 años.
Eso sí, destrozado, Paul acepta que se encontraba en Plaza México el día miércoles 4 de marzo a las 9:30 de la noche.
Cuenta que antes del encuentro se comunicó con Ana María Castro y le preguntó dónde estaba. “Ella me dijo que fuera y que nos tomáramos algo, que hablaríamos. Nosotros nos conocimos hace seis meses en un bar de La Sabana”, contó. Tenían una relación que superaba la amistad y con sentimientos involucrados. “Nos dábamos besos y abrazos”. 
Sin embargo, esa noche, un poco tímido, le dijo a Ana María que él estaba con un amigo llamado Julián y que si no había problema en que fuera con él al sitio en donde se llevaba a cabo su reunión. Ella le respondió que no había inconveniente, pero le advirtió que estaba con un grupo de amigos que incluía hombres y mujeres. Departían en el bar Cantina, Plaza México, en el norte de Bogotá.
Entonces, Paul se dirigió al sitio con su amigo a eso de las 11 de la noche y, ya en el bar, pidió una botella de aguardiente. “Le dije a mi amigo que yo no podía tomar porque manejaba, pero le recibí un par de tragos y una cerveza, no más”. Ana María estaba en compañía de una amiga llamada Paola y tres hombres, entre ellos Mateo Reyes.
Mientras están todos en el plan de fiesta, Paul se da cuenta de que Ana María le da un beso a Mateo en la boca. “Entonces me dio mal genio, tristeza, y le pedí respeto. Le dije que para qué me había llamado si era para que la viera darse besos con otra persona. Yo estaba muy encarretado con ella. Había cariño de mi parte”.
Rivera dice que su cliente y su amigo Julián son de contextura baja, mientras que Mateo es alto y fornido. “Por eso, mi defendido le dice a Julián que mejor se fueran para evitar problemas”.
Entonces los dos amigos bajan al parqueadero de Plaza México de la 116, a eso de las 11:50 de la noche, y cuando se disponen a prender el carro, a los cuatro minutos se dan cuenta de que Ana María arriba al mismo lugar con Mateo. “En ese momento vi a mi amiga forcejeando con él. No la quise dejar sola porque ella me había dicho que no tenía plata”, recordó Paul. Luego, Julián se baja de la camioneta, le dice a Ana María que quieren llevarla a la casa, y ella acepta pero con la condición irse con Mateo, argumenta que son amigos de años y que no quiere dejarlo solo.
Ana María estuvo departiendo con unos amigos en un bar de la calle 116 antes de su muerte.

Ana María estuvo departiendo con unos amigos en un bar de la calle 116 antes de su muerte.

Foto:Archivo particular

Le dije que para qué me había llamado si era para que la viera darse besos con otra persona. Yo estaba muy encarretado con ella. Había cariño de mi parte

Entonces Mateo se sube en la parte de atrás del vehículo, pero al mismo tiempo deciden todos bajarse otra vez y entrar de nuevo al bar. “Es que Ana María me dice que no se quiere ir para la casa, que sigamos rumbeando”, dijo Paul. En el lugar están unos diez minutos más, y cuando el joven la va a buscar no la ve. “La encontré con su amiga Paola afuera del local. Ella la estaba convenciendo de que se fueran para el negocio de al lado”.
Entonces Paul se va detrás de Ana María y le dice: “¿Vas a estar conmigo o te vas para otro lado? dime de una vez”. Ella, ya tomada, se aleja a hablar con otras personas. En otro lugar se encontraba Mateo con Julián, tomándose unos tragos de aguardiente.
Cuando Paul regresa a donde su amigo, le dice que se vayan todos a la tienda de enseguida porque Ana María está allá con más gente. “Y ahí nos quedamos media hora más”.
Ana María Castro solo tenía 21 años. Tenía muchos planes de estudio y viajes.

Ana María Castro solo tenía 21 años. Tenía muchos planes de estudio y viajes.

Foto:Archivo particular

Paul recuerda que en ese momento Ana María ya estaba muy tomada y decía cosas incoherentes. “Le dije que nos fuéramos, que rumbeáramos en otro lado, y mi amigo nos invitó a un apartamento que él tiene detrás de Titán Plaza, por los lados de la 80. Que podíamos comprar algo de trago ya más tranquilos”.
La joven acepta y le dice a Mateo que sigan la rumba. Otra vez, los cuatro se suben a la camioneta de Paul. “Cuando Ana María se está subiendo a mi carro, una amiga suya la ve y le grita a Mateo que él responde por ella. Él le dijo que sí”. Entonces el carro arranca, y la ruta que cogen es calle 116, autopista Norte, calle 100, calle 68 y calle 80 para llegar detrás de Titán Plaza.
Cuando Paul va en la calle 68 con 80 mira por el retrovisor del vehículo y ve que Mateo está tocando a Ana María y que se besan. “Me dio mal genio. Les dije que qué les pasaba y que si tenían mucha calentura que se fueran para un hotel”. Según Rivera, los jóvenes hicieron caso omiso y siguieron actuando de la misma manera.
Entonces, en ese momento, Paul orilla su camioneta cerca de la calle 68 con carrera 80. Julián se baja, les abre la puerta de la camioneta y los saca a los dos del brazo. “Mateo le reclama a mi amigo Julián, hay un empujón, y luego él se sube al carro y nos vamos”.
Muchos agentes del CTI llegaron al lugar de los hechos por eso los familiares de los implicados no se explican por qué no ha avanzado la investigación.

Muchos agentes del CTI llegaron al lugar de los hechos por eso los familiares de los implicados no se explican por qué no ha avanzado la investigación.

Foto:Archivo particular

Julián y Paul llegan al apartamento, compran vodka, toman y a las 3:30 de la mañana se van para otro bar que se llama Cielo, en Chapinero. A las 6 de la mañana vuelven al apartamento. “Luego me fui para mi casa”.
Todo se complica cuando, a eso de las 11:30 de la mañana, lo llama una amiga y le cuenta que Ana María había aparecido muerta. “Yo no lo podía creer, entré en shock. También me trastornó que desde ese día me empezaron a amenazar a través de las redes sociales. Me decían asesino, que me cuidara, que me iban a picar por pedazos, que ya sabían en dónde vivía mi familia”, contó Paul.
Rivera hace claridad en que a Paul no se le ha endilgado ninguna culpabilidad y que no tienen por qué darlo por responsable de los hechos. “Ahí es donde mi cliente se deprime y enferma. El daño que le están haciendo es terrible”.
Paul es fotógrafo de modelos, y le han cancelado trabajos desde que el hecho se volvió mediático. “Él está siendo tratado por un psicólogo. Realmente está muy mal”, dice su apoderado.
Otra vez hay fuertes vacíos en este caso. Por ejemplo, dice Rivera, no se pudo conocer el contenido de las cámaras más cercanas al lugar de los hechos porque tres de ellas aparecieron dañadas.
También se preguntan quién o qué le causó los golpes que la joven tenía en el cuerpo y por qué Mateo ha cambiado tantas veces su versión de los hechos.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA SECCIÓN BOGOTÁ DE EL TIEMPO
Escríbanos a carmal@eltiempo.com 
Carol Malaver
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