“Le voy a contar la historia completa, sin mentiras, para que la gente entienda que yo amo a mi hija y que solo estoy actuando como un buen padre lo haría”, dijo Marcelo Javier Losice, padre de la niña Ilia Valentina Losice Nieto de 5 años.
Su historia ha sido famosa en Colombia porque su madre, Ivette Johana Nieto, ha emprendido una lucha para que su hija no regrese al país de su padre, argumentando violencia psicológica y física durante su convivencia.
Es la primera vez que un medio nacional accede a la versión del padre, cuya historia ha circulado por todos los medios de comunicación. Marcelo Javier Losice quiso revelarse ante lo que él considera una campaña de desprestigio mediático para alejarlo de su pequeña hija, a través de marchas, entrevistas y notas de televisión.
“Mi país es Argentina, tengo 51 años y soy un abogado con 26 años de trayectoria en la ciudad de Quilmes”. Cuenta que conoció a Ivette en un viaje que él realizó a Colombia en marzo del año 2006 por razones turísticas, ya que jugaba el equipo Estudiantes de la Plata contra el local Santa Fe y porque luego salía a Cartagena y a Santa Marta.
Fue en una sala de embarque en donde se conocieron en marzo de 2016. Ivette estaba con su madre y su hija María Camila, quien en ese momento tenía 8 años. La niña llegó a la vida de Ivette en un primer matrimonio con otro hombre. “Ella, la madre, salía a un viaje turístico a Argentina y le dije que si quería conocer los sitios no turísticos me podía llamar”.
Marcelo cuenta que la comunicación se dio en Buenos Aires y que esa misma noche salieron a tomar algo en la ciudad. “La busqué en el hotel y luego salimos durante toda esa semana. Así nos fuimos conociendo. Ella me dijo que la había pasado muy bien conmigo y que iba a volver a Argentina”.
La busqué en el hotel y luego salimos durante toda esa semana. Así nos fuimos conociendo. Ella me dijo que la había pasado muy bien conmigo y que iba a volver a Argentina
El próximo contacto fue muy emotivo, cuenta, porque Ivette le dio una serenata telefónica y le mandó un ramo de flores para su cumpleaños. “Luego ella me dijo que volvería a mi país el 20 de abril del 2006. Yo era un hombre soltero, sin compromisos, así que no tenía problemas con que se quedara en mi casa y así lo hizo hasta el 28 de abril”.
Era un romance que comenzaba, los dos se la llevaban muy bien, aunque Marcelo tenía dudas porque Ivette ya tenía una vida con su hija del primer matrimonio. “Sin embargo, yo viajé a Miami porque tenía el casamiento de una prima, que casi era como la reunión de muchos miembros de mi familia que no veía hace mucho tiempo. Yo invité a Ivette y ella viajó a Estados Unidos y se quedó conmigo hasta el 6 de mayo, cuando era el matrimonio”. Marcelo cuenta que fue en ese momento cuando ella le expresó sus deseos de formar una pareja estable con él y que, incluso, estaría dispuesta a radicarse en Argentina.
Fue un año en el que ambos viajaban, a veces él a Colombia, a veces ella a Argentina. “En agosto del 2006 fui a conocer a su familia y el 9 de diciembre de ese mismo año llegó a mi casa con su hija Camila. Yo me sentía confuso con esa situación porque me parecía difícil para una niña tener que acoplarse con un extraño, también pensaba en qué pensaría su padre, pero ella me dijo que era un tema que le concernía solo a ella y que me quedara tranquilo”.

Marcelo dice que durante muchos años se esforzó por hacer feliz a su familia, que costeaba todos los gastos y que siempre fue un padre responsable.
Marcelo Losice
Ese mismo año, madre e hija se fueron a vivir a ese país. “Yo les conseguí un pequeño apartamento que era de mi madre para que ellas estuvieran tranquilas. Era lo mejor para que la relación mía con su hija fuera gradual”. Así era que solían salir a comer juntos, viajar, vacacionar, en fin, muchas actividades que dieran paso a la convivencia.
Pero Ivette sintió que el lugar donde estaban viviendo era muy pequeño, así que le propuso a Marcelo que ya estaban listas para vivir en su casa, en donde habría más espacio. “Yo accedí, así que desde febrero de 2007 arrancó nuestra convivencia. Quiero hacer énfasis en que ella vino a este país por nuestra relación, no por el posgrado, eso lo hizo después. En eso, ella le ha mentido a los medios. Lo pueden cotejar con los registros de migración”.
Me parecía difícil para una niña tener que acoplarse a un extraño, qué pensaría su padre, pero ella me dijo que era un tema que le concernía solo a ella y que me quedara tranquilo
Marcelo cuenta que el proceso de aclimatación fue difícil porque tenían costumbres familiares diferentes. “Ella no trabajaba, yo sí. Lo que sí hacíamos, y yo estaba de acuerdo, era viajar a Colombia para que su hija no perdiera sus nexos familiares. Es más, muchas veces el padre de Camila no podía pagar el tiquete y yo se lo pagaba y él me devolvía la plata a cuotas. Con su exesposo, yo tenía el trato que Iveth nunca pudo tener. Así se fundó la familia. Fue bueno en su momento”.
El nacimiento de ValentinaValentina Losice Nieto, hoy de 5 años, nació el 1.° de junio del 2012, pero para ese momento la relación ya se había debilitado. Marcelo cuenta que no había una buena relación de ella con su familia en Argentina, y que era una mujer de planes caprichosos. “Ella en pleno embarazo me dijo que me relevaba de la cuota alimentaria si le permitía irse para Colombia. Cómo iba a estar de acuerdo, la niña era de los dos”.
La relación de Marcelo con su suegra, Faride, tampoco fue buena, lo acepta, él sintió siempre una manipulación de su parte para controlar la vida de Ivette, dice que hacía comentarios desalentadores. “Yo puse mi mejor esfuerzo para salvar la relación en un primer momento, pero luego mi pareja hizo cosas que no toleré”.
La más grave, según Marcelo, fue ir a registrar a la niña, a escondidas suyas, y sin su apellido. Eso habría sucedido en Argentina. “Dimensione usted lo que le estoy contando, eso es un delito, es alterar la identidad de una persona, la de mi hija. Fue capaz de decirme que cuando ella y yo nos lleváramos bien, ella le ponía mi apellido. Yo le dije: 'Tú y yo podemos tener diferencias, pero mi hija es mi hija, como tú hija también. Eso pasó en julio de 2012”.
Fue capaz de decirme que cuando nos lleváramos bien, ella le ponía mi apellido. Yo le dije: Tú y yo podemos tener diferencias, pero mi hija es mi hija
Marcelo reaccionó y temiendo que su pareja viajara a Colombia se apresuró a rectificar el hecho en la diligencia y a registrar a la niña con sus apellidos. “No le puse una denuncia porque, bueno, es la madre de mi hija. Pensé que podría estar mal hacer eso”.
Otra de las razones que ha expuesto Ivette a los medios en contra de su expareja es que Marcelo, por ser judío, rechazaba las costumbres de la religión católica propias de la familia colombiana. “En Argentina el desarrollo del judaísmo es diferente. Para mí es una serie de costumbres, pero nunca he criticado las otras religiones. Todas mis novias fueron católicas. Tampoco iba a ser obligación que mi hija fuera judía. Yo la he tratado a través del amor y no de la religión”.
Marcelo dice que su expareja nunca contempló con madurez lo que significaba irse a otro país y que eso terminó por minarlo todo. “La relación se acabó, teníamos que separarnos, yo lidié con tres abogados que puso ella. Entre marzo y junio de 2013 nos separamos y vivimos en sitios diferentes. Yo me fui a vivir con mi mamá”.
Cuando se le pregunta a Marcelo si fue verdad que hubo maltrato psicológico en contra de su esposa, dice que no sería capaz de mentir al respecto. “Lo que le puedo decir es que es obvio que en las discusiones de una pareja se levante la voz. Claro que me fui de boca en muchas ocasiones, ella también, el clima era muy malo”. Hubo viajes posteriores, incluso uno a Estados Unidos que se frustró, según Marcelo, por el capricho de Ivette de viajar con su hermano de 20 años, gastos que salían del bolsillo de él. Para ese punto, las discusiones se prendían con facilidad.
Para febrero de 2014, Marcelo dice que fue víctima de agresiones físicas. “Ella me pegó una cachetada. Yo hablé con un abogado, él me dijo que denunciara, pero al final pensé que eso era un 'mariconeada' y que era mejor resolver las cosas como correspondía, pero luego, una noche, me pegó un puño, esa vez sí pude la denuncia en una comisaría”.
Pero, según Marcelo, lo que más le dolía era ver en lo que se había convertido su relación y que la niña se hubiera convertido en una especie de trofeo. “Ella hacía cosas como que si yo la iba a coger, ella la agarraba primero. Yo por qué tengo que competir por mi hija. Acepto que yo no me quedaba callado, subí el tono de voz, fui irrespetuoso, y por eso fuimos a hacer terapia de pareja, pero ella luego desistió de estas”.
En enero de 2015, como siempre, Marcelo le concedió a Ivette un poder para que visitara a su familia en Colombia con su hija. “Ellas viajaron el 23 de enero. Pero para el 30 de ese mismo mes, ella me dice que no va a volver a Argentina. A mí se me derrumbó el mundo. Claro que sí, le dije que se estaba equivocando”.
Según Martha Niño, la abogada en Colombia de Marcelo, cuando hay menores de edad, si uno de los padres quiere sacar a sus hijos del país, el otro debe conceder un poder para que eso sea posible por un determinado tiempo que no se puede violar. Era claro que la niña debía volver el 24 de enero.
Según Niño, la menor queda retenida de forma ilegal en el país, cuando su madre decide que no quiere regresar. “Su padre ha sufrido mucho, entre otras cosas porque ya le había pagado todo su año escolar en un buen colegio en Argentina. Todo eso está sustentado con pruebas. Lo que hizo Ivette fue una conducta ilegal”.
Según las abogadas de Marcelo, la madre de la menor debió haber iniciado un proceso en Argentina, país en donde está en domicilio de la niña y de su padre. “Ella tenía derecho a hacerlo y a que un juez, basado en las pruebas, definiera quién se quedaba con la patria potestad de la niña, cómo serían las visitas y el tema de la cuota alimentaria. Pero ella prefirió irse burlando al padre”.
Niño explicó además que si el padre hubiera seguido aportándole dinero a la madre de su hija, eso sería como aceptar la conducta ilegal de la madre. “De Marcelo me he dado cuenta que es un buen padre, que su hija se alegra cuando lo ve, que lo trata con mucho afecto y que a él le duele no tenerla cerca”.
Para ese momento, la última sentencia establecía que tenían que restituir a la niña y que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tendría un plazo de 15 días para adelantar un proceso psicológico de adaptación de la niña. Todo eso se suspendió porque Ivette ha interpuesto todos los recursos para no permitir que Ilia Valentina vuelva a su país. “Marcelo ha venido 13 veces a ver a la niña, esa niña adora a su papá, se quedaba llorando cuando se iba”.
Para las abogadas, las 20 horas de grabación que muestra Ivette como evidencia de los problemas de pareja no dan cuenta de lo que Marcelo hizo por salvar la relación, sino de momentos en caliente en los que ambos cometían equivocaciones.
Marcelo dice que lo único por lo que lucha es por que no la aparten de su hija, ni siquiera busca separarla de su madre ni de su familia colombiana, solo que se cumpla con llevar un proceso en Argentina y que sea un juez de ese país el que defina el futuro de esta familia sin que su hija salga afectada. “Toda esa campaña en medios me muestra como un monstruo que no soy, tampoco soy perfecto, cometí errores. Eso sí, voy a velar por estar con mi hija hasta el último día de mi vida y por su correcto crecimiento. La niña tiene un padre y una madre que tienen mucho por darle. Yo no puedo dejar que me roben a mi hija, hago lo que cualquiera que se precie de ser padre haría”.
Toda esa campaña en medios me muestra como un monstruo que no soy, tampoco soy perfecto, cometí errores. Voy a velar por estar con mi hija hasta el último día de mi vida
Lo que Ivette Johana Nieto Suárez ha denunciado en varios medios locales de Ibagué, así como en medios nacionales, es que la relación con el hombre con el cual pensó compartir su vida se convirtió en una pesadilla en cuestión de diez años.
Del comienzo de su relación dice que fue Marcelo quien la buscó en el hotel en Argentina para cortejarla y que, con el paso de los días, ella se enamoró. “De lo que me enteré después de todos los problemas era que a él le decían el 'colorado’, porque terminaba siempre peleando con todo el mundo por su carácter”.
La madre de Ilia Valentina también explicó que cuando decidió irse a vivir a Argentina, ella alquiló un apartamento para vivir mientras Marcelo conocía a su hija mayor. En eso coinciden las dos versiones, solo que Ivette no menciona que el mismo era de la familia de su pareja.
Ivette, quien es bacterióloga y tiene 42 años, ha dicho también que conoció al padre de su hija menor en Argentina en el 2006, cuando realizaba una especialización en Hematología, versión que desmiente Marcelo.
Las denuncias más comprometedoras que hace la madre son con respecto a que cuando la relación se comenzó a deteriorar hubo insultos y discriminación por la religión católica que ella profesaba. “Yo no me podía colgar un rosario, ni decir ‘Virgen santísima’, porque él es judío y todo lo criticaba”. Agregó en sus testimonios que Marcelo buscaba enseñarle a la niña su religión, algo con lo que ella no estaba de acuerdo.
De lo que me enteré después de todos los problemas era que a él le decían el 'colorado’, porque terminaba siempre peleando con todo el mundo por su carácter
Su temor, dice, es perder la custodia de su hija y aclara que su lucha es para evitar un proceso de restitución que haría que ella retornara a la provincia de Quilmes en Argentina.
Ivette explica que decidió no volver a la provincia de Quilmes porque estaba cansada de las humillaciones y del maltrato físico y psicológico, así como por una llamada que, supuestamente, le hizo Marcelo en la cual la maltrataba. "Él era brusco, me tiraba las cosas en la cabeza, insultaba a mi hija mayor. Tengo grabaciones de todos sus insultos. También tengo las pericias psicológicas que realizó el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) que contienen el daño psicológico que causó la situación en mis hijas. Tengo argumentos de peso para demostrar que es un violento”.
Por eso, la madre dice que tampoco descansará hasta llegar a las últimas instancias legales para evitar que la niña le sea arrebatada de sus brazos. “A él lo único que le queda para hacerme daño es quitarme a mi hija. Cuatro psicólogas del ICBF estuvieron de acuerdo en que mi nena tiene secuelas por la violencia intrafamiliar y en que él es una persona violenta”.
Por ahora, solo se sabe que será la Corte Suprema de Justicia la que definirá cuál es el paso a seguir en este caso y la suerte de la menor de edad. Por ahora, hay una medida provisional que suspendió la entrega.
CAROL MALAVER
Subeditora Bogotá
Twitter: @CarolMalaver
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