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Bogotá

Cambio climático, una responsabilidad urbana / Opinión

La Secretaría de Ambiente mantiene constante seguimiento a los factores externos que inciden en la calidad del aire.

La Secretaría de Ambiente mantiene constante seguimiento a los factores externos que inciden en la calidad del aire.

Foto:Mauricio Moreno

Las ciudades deben reconocer su responsabilidad con el calentamiento global.

Fuertes lluvias, inundaciones, huracanes, frio intenso, parece ser el tema de conversación habitual durante los últimos días. Pero poco se habla de las acciones que hemos desarrollado para mitigar el cambio climático o de los recursos que deberían destinar las ciudades para enfrentar este problema, que tiene orígenes urbanos por los hábitos de consumo y los patrones de producción industrial que dejan una alta huella de carbono. Las urbes generan el 70% de las emisiones de carbono y consumen 2/3 de la energía mundial.
Las ciudades deben reconocer su responsabilidad con el calentamiento global, así como nos lo recordó el debate sobre el consumo de carne y su efecto en la deforestación y la emisión de gases de efecto invernadero. Pero el tema va mucho más allá, como bien lo menciona el ultimo informe de ONU-Hábitat.
Empezando por repensar la urbanización de las ciudades, pues están consumiendo tierra más rápido que el crecimiento de su población y ampliando las fronteras físicas hacia áreas conurbadas. Situación que, según el informe, tiene impactos en el consumo de energía, las emisiones CO2, el cambio climático y la degradación ambiental.
En el caso de Bogotá, la frontera urbana se ha expandido por las condiciones de pobreza y la necesidad de muchos hogares de una vivienda, sin importar las condiciones del terreno y el riesgo de inundación o deslizamiento. Basta recordar que muchas ocupaciones ilegales son en zonas de alto riesgo.
No obstante, mucha gente ha migrado hacia los municipios vecinos en la última década, motivados por los precios del suelo, y una mejor infraestructura de servicios públicos y de equipamientos urbanos. Tendencia que se va a mantener gracias a los actuales esquemas de teletrabajo.
El 28 de marzo de 2019 se declaró por tercera vez en el año la emergencia ambiental debido a los altos índices de partículas PM2 en el aire. En esta ocasión se activó un plan de atención a los incendios forestales, los causantes, según la Secretaría de Ambiente, de esa emergencia ambiental. 

Durante el año pasado no hubo más emergencias ambientales hasta la que se ha vivido en estos días y que, por ahora, se mantendrá.

El 28 de marzo de 2019 se declaró por tercera vez en el año la emergencia ambiental debido a los altos índices de partículas PM2 en el aire. En esta ocasión se activó un plan de atención a los incendios forestales, los causantes, según la Secretaría de Ambiente, de esa emergencia ambiental. Durante el año pasado no hubo más emergencias ambientales hasta la que se ha vivido en estos días y que, por ahora, se mantendrá.

Foto:Abel Cárdenas / EL TIEMPO

Y es que hemos subestimado la gestión territorial y la función de los ecosistemas urbanos para enfrentar la crisis climática. Poco se habla de reciclaje y aprovechamiento de residuos a escala regional, de infraestructura verde, o el potencial que tiene el uso amplio de energías renovables o la relocalización de industrias y su reconversión hacia procesos menos contaminantes. La responsabilidad por un aire limpio no es exclusiva del distrito.
Hay buenas señales frente al transporte público y los regiotram. Pero nada de soluciones para mejorar el transporte de carga, que, entre otras, aporta el 40% de las emisiones de CO2.
El caso del río Bogotá, es tal vez, un buen ejemplo que si es posible una articulación entre varios municipios para una adecuada gestión a favor de su descontaminación. Aunque tampoco podemos olvidar la sentencia judicial que los obligaba a realizar acciones conjuntas.
El covid-19 nos recordó nuestra fragilidad humana y los impactos que debemos asumir cuando producimos desequilibrios con la naturaleza. Los ecosistemas urbanos son parte de la respuesta para atender mejor los riesgos y adaptarnos a las actuales circunstancias. Es momento de dejar el discurso y pasar a la acción, con políticas ambientales intersectoriales y recursos financieros garantizados. Las buenas intenciones no son suficientes.
ÓMAR ORÓSTEGUI
FUTUROS URBANOS
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