A lo lejos se escucha un coro de niñas cantando: “Ciclo Liceo parararara, mandamos en las vías parararara”. Las personas asombradas miran para lado y lado: “Ahí vienen las niñas”, señala una tendera del barrio San José Sur. De repente aparece un grupo de ciclistas con el uniforme del Colegio Distrital Liceo Femenino Mercedes Nariño, casco azul y cicla naranja, que acaban de salir de clases y se dirigen a su casa.
Los guías que vigilan el grupo de 10 niñas empuñan su mano anunciando que están llegando a un cruce vehicular, todas se detienen y Camila Camargo (una de las encargadas) atraviesa la bicicleta en la calle, los carros paran y la caravana continúa.
Juliana, Manuela y Mariana lideran el grupo: “Montar bicicleta empezó como pasatiempo y ahora se convirtió en nuestra pasión”, comentan las tres hermanas que viven en la localidad de Rafael Uribe Uribe, en el sur de Bogotá.
“Yo aprendí a montar bicicleta en el programa de ‘Al colegio en bici’, mis pies quedaban colgando, ni si quiera alcanzaba el piso”, recuerda Mariana, o Lolita, como le gusta que la llamen.
‘Al colegio en bici’ se lanzó en el 2015. Actualmente atiende a más de 1.200 niños de colegios públicos de 12 localidades. Busca incentivar el uso de la bicicleta y facilitar el desplazamiento de los niños al colegio.
“Ahora podemos dormir más, antes nos tocaba levantarnos a las 3:30 de la mañana”, cuenta Lolita.
“Hacemos amigos de otros colegios cuando vamos a cicloexpediciones, hemos conocido sitios como el parque Simón Bolívar, Mundo Aventura y La Candelaria”, dicen sus hermanas Juliana y Manuela.
“Antes me daba pesar hacerlas madrugar, tardábamos 40 minutos en llegar al colegio, entonces decidimos llevarlas en taxi algunos días, pero no me alcanzaba el dinero. Y cuando íbamos a pie, yo me demoraba mucho tiempo, las dejaba a las 6 de la mañana y a las 11 ya tenía que ir a recogerlas, no me rendía el día”, cuenta Betty López, la mamá de las niñas.
“Desde que las niñas se van en bicicleta al colegio pueden dormir más, no me veo afectada económicamente, hacen ejercicio, les encanta y yo tengo más tiempo para los quehaceres del hogar”, finaliza Betty.
En el otro extremo de la ciudad, en el Colegio Gerardo Molina de la localidad de Suba, estudia Juan Andrés Yate, un niño de 8 años que cursa tercero de primaria.
“Desde que Juan está en el programa ‘Al colegio en bici’, su dificultad de aprendizaje se ha mitigado, Juan tiene un coeficiente intelectual del 52 %, y un niño promedio debe estar entre 100 y 120”, expresa Gloria Monroy, la profesora de Juan.
Juan comenzó a pedalear desde el 2016. “Nosotros les recomendamos a los papás que llevaran al niño a terapias, pero no tienen los recursos económicos. Juan no podía escribir derecho sobre el renglón ni tampoco se sabía las letras o los números (…) entonces los persuadimos para que permitieran que el niño hiciera parte de ‘Al colegio en bici’, y a las dos semanas mejoró significativamente”, cuenta Gloria.
“Haz la A de avión”, le dice Gloria a Juan. El niño toma el marcador de la profesora, se dirige al tablero y le pregunta: “¿Dijiste la A de avión?”. “Sí”, le contesta Gloria. El niño escribe la letra, ya se la sabe de memoria.
Gloria enseña los cuadernos de Juan con orgullo. Y el niño aparece en la escena mostrando su casco de color azul.
“Me encanta ir al colegio en mi bici porque no me canso de los piecitos”, afirma Juan mientras alista sus materiales para ir a su casa. “Él rueda 4 kilómetros diarios, lo recogemos a las 5:40 de la mañana en su casa”, cuenta Manuel Martínez, el guía encargado del grupo de 12 niños del Colegio Gerardo Molina.
“Él es un niño feliz desde que monta bicicleta, antes faltaba mucho a clase porque los papás no lo traían, no tenían tiempo debido a las extensas jornadas laborales. Ahora no hay día que falte, le gusta el colegio”, dice Gloria.
Manuel organiza a los niños para llevarlos a su casa, se oyen los silbatos de los profesores anunciando la salida, todos corren a buscar su bicicleta, se ponen su casco y antes de poner los pies en los pedales, Manuel anima al grupo gritando: “¡Al colegio!”. Y los niños le responden: “¡En bici!”. Se ponen en marcha. La gente asombrada detiene sus actividades para observar por algunos minutos a los niños que con su uniforme y su maleta retornan a casa.
Andan por las calles y avenidas, la mayoría de los conductores respetan la caravana e, incluso, un joven que en ese momento iba al trabajo, vio a los niños, atravesó su moto tapando la vía para que ellos pudieran transitar con tranquilidad. Juan sonríe, y trata de imitar a Manuel, simula que tiene un silbato, y tararea canciones durante el recorrido, se escucha por ejemplo: “Los pollitos dicen pío, pío, pío”, cantan al unísono.
Para Juan, Manuel Martínez, su guía, se convirtió en su inspiración: “Profe, cuando grande quiero ser como tú, ayudar a los niños para que asistan al colegio y puedan aprender más rápido como me pasó a mí”, concluye Juan, y luego corre a los brazos de su padre porque ya llegó a casa: “¡Papi, quiero ser ciclista!”.
El programa está liderado por las secretarías de Educación y Movilidad y busca facilitar el desplazamiento de los niños. Consta de tres fases:
1. Gestión: se realiza el diagnóstico del entorno escolar y la entrega de las bicicletas al colegio.
2. Pedagógica: se capacita a los niños sobre el comportamiento en la vía, destrezas con la bicicleta, normas de tránsito, seguridad vial, cultura ciudadana y mecánica básica.
3. Operación en vía: se evalúa la movilidad del entorno escolar y se diseña una ruta de confianza para que los niños se movilicen diariamente desde un punto de encuentro cercano a su hogar hacia el colegio y de regreso.
LUISA SÁNCHEZ
Especial para EL TIEMPO
En Twitter: @lusanchez1240
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