Sandra es una trabajadora independiente que vive con su hija de 14 años y quien ha tenido que enfrentar los malos tratos de los que fue víctima su hija en el colegio y, como si eso fuera poco, una atención en la clínica Fray Bartolomé de las Casas que terminó por agravar su enfermedad.
La joven, relata su madre, estudiaba en el colegio público Unión Colombia en el norte de Bogotá. “Nosotros vivimos en la avenida Novena con calle 189 en el barrio Verbenal. Ese era el plantel que nos quedaba más cerca”.
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Al ingresar a la institución, al grado sexto, justo en el 2020, el primer rechazo que sintió la menor fue el señalamiento por haber llegado de un colegio privado. Algunos estudiantes le decían que era una creída. “Ella me contaba que la invitaban a maquillarse, a capar clase, que los niños empezaron a pretenderla, pero como a ella no le gustaban esas cosas pues decía que no y empezó a caer mal”.
Aunque Sandra llegó a molestarse mucho por lo que le estaba pasando a su hija la niña prefirió decirle que no se metiera en problemas que ella iba a solucionarlo todo. “Al comienzo me indigné, pero debo decir que luego le perdí interés al asunto. Pensé que ella debía aprender a ser fuerte porque una persona siempre va a encontrar hostilidades”.
Pero, con el aumento paulatino de la presencialidad, también iban creciendo las amenazas. “No solo le tiraban papeles y la humillaban, sino que, un día, un estudiante la tiró por las escaleras, la hizo rodar. Mi hija le contó a su maestra, pero nadie la atendió. A partir de ese episodio ella se resistía al volver al colegio, pero yo la obligaba, no le prestaba atención hasta que la niña se comenzó a desmayar en el colegio”.
Sandra dice que le hicieron varios exámenes pero que todos le salían bien, incluso un electrocardiograma y un TAC en el cerebro. La niña volvió a su colegio, pero no tardaron en aparecer los desmayos. “Me preguntaban que si ella no se estaba alimentando bien, pero yo siempre la dejaba con desayuno y almuerzo”.
La estudiante decía que cuando llegaba a su salón y veía a sus compañeros y a sus profesores solo podía sentir odio. Una vez cuando el mareo la hizo vomitar fue blanco de toda clase de humillaciones. “A ella la vio un psiquiatra y un psicólogo, pero ya el daño estaba hecho. En el colegio expuse el caso, pero mi decisión fue sacarla”. La jovencursó su año en casa y de forma virtual y aun así sus compañeros la buscaban en las redes sociales para ofenderla.
Para el año 2022 la familia matriculó a la niña en otro colegio en el que fue bien recibida y alcanzó a entablar amistad con algunos estudiantes, pero lo cierto es que la joven ya tenía problemas para relacionarse, para confiar en los demás. “Ella llegaba a la casa diciendo que sentía miedo, que pensaba que sus amigos la iban a sacar del salón. Vivía aterrada”. El nivel de ansiedad le empezó a generar otra vez desmayos.
El daño causado por el acoso escolar generó en la niña ideación suicida. “Mi hija quedó muy afectada y un día llegó del colegio y se tomó 25 pastillas de acetaminofén. Eso fue el 16 de febrero de este año, 2022. La niña convulsionó y luego quedó inconsciente por unos 20 minutos”.
Aquel día la ambulancia se tardó en llegar, entonces la familia se transportó en un carro hacia el hospital Simón Bolívar. “Surtió un tratamiento de desintoxicación, le hicieron un lavado y estuvo dos días en el hospital. Luego nos dijeron que por orden médica la niña tenía que ser llevada a una clínica de salud mental. Así fue que la remitieron a la Fray Bartolomé de las Casas”.
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La clínica Fray Bartolomé de las Casas está ubicada en la avenida Suba No. 106-47.
Mauricio Moreno.
La niña estuvo en esta clínica Fray Bartolomé de las Casas desde el 18 de febrero hasta el 3 de marzo de 2022, duró 13 días internada. “Lo peor es que como salió positiva para covid al comienzo no nos la dejaban ver. Imagínense la angustia y cuando uno llamaba a preguntar contestaban con tres piedras en la mano”.
Cuando la familia podía visitar a la joven solo decía que quería salir de ese lugar porque no soportaba la forma en la que trataban a los niños que, a diferencia de ella, no tenían familia o sí pero con problemas de droga, entre otros. “Ella nos hablaba de dos niños en especial a los que les pegaban y amarraban. Decía que no la dejaban leer ni le daban más cobijas para soportar el frío del lugar”.
Contaba que las enfermeras les decían a los pacientes que ellos se habían ganado estar ahí por querer quitarse la vida y que por eso se tenían que aguantar todo. “Toda mala decisión tiene sus consecuencias”, les repetían con palabras fuertes. Sandra dice que con su hija nunca se metieron porque tanto ella como el padre de la menor estuvieron muy pendientes pero que esta misma suerte no la tenían otros niños internos.
Por lo que le contó su hija Sandra dice que la Fray Bartolomé funciona como una especie de cárcel para los niños. “Si se portan bien los dejan ser visitados, si no, se exponen a unos tratos terribles”.
Sandra se enteró de todo porque, cuando la niña volvió a la casa, comenzó a tener pesadillas todas las noches. “Un día ella estaba viendo un Tik Tok. Allí una persona estaba denunciando lo que pasaba en esa clínica. Ella entró en shock ansioso y me empezó a decir que quería irse para la casa. Como yo ya la conozco nos fuimos y luego empecé a ver más noticias y me encontré con la crónica de EL TIEMPO. Todo lo que me había manifestado la niña adquiría más sentido”.
Tras la salida de la joven de la clínica en vez de mejorar empeoró. “Ella no podía olvidar lo que vivió y vio allá. Dijo que antes de las visitas a los niños los drogaban y, previo al encuentro, les decían qué debían hablar, qué decir si les preguntaban qué habían desayunado o comido. Que los preparaban como si fuera robots. Mi hija quedó peor de traumada”.
EL TIEMPO habló con la menor quien quiso hablar sobre lo sucedido. “Todo en ese hospital es feo. Solo teníamos dos cobijas. Vi a dos niños sufrir maltratos crueles. A uno las enfermeras lo paseaban en silla de ruedas, amarrado, él siempre estaba dopado diciendo groserías. A él y a otro chico les pegaban todo el tiempo. Uno se despertaba de los gritos. Vi cuando enfermeras le pegaban cachetadas y puños a los pacientes que no hacían caso”.
La menor cuenta que muchos de los niños que llegaban trasferidos de fundaciones decían que preferían estar recluidos en esos sitios que en el mismo hospital. “Muchos llegan allá por intento de suicidio y el personal los hacía sentir de los peor”.
La joven pide que investiguen a todo el personal médico y de atención de salud de ese lugar. “No todos son malos. Yo conocí enfermeras muy buenas y personas del aseo que se daban cuenta de los malos tratos y hacían lo que podían para alegrarnos los días. Ellos no deben pagar por los malos tratos de otros pero sí hay mucha gente mala allá”.
Sandra, como madre de familia, les exige a las autoridades que investiguen. “El daño que le hicieron a mi hija es incalculable. Ella entró allá para subsanar una crisis y salió peor. ¿Así es cómo van a ayudar a las personas con problemas de salud mental?”
La Subred Integrada de Servicios de Salud Norte ESE rechazó cualquier forma de violencia y vulneración de los derechos de los pacientes y manifestó su disposición para que se realicen las investigaciones pertinentes por parte de las autoridades competentes.
Se han activado todos los protocolos de atención que se tienen previstos para este tipo de situaciones. La Subred notificó el caso de la menor abusada, denunciada también por este medio, a la Secretaría Distrital de la Mujer para que la acudiente pudiera ejercer su derecho a la denuncia.
Frente a este caso, la Fiscalía informó en días pasados que presentó ante un juez de control de garantías al médico Néstor Coutín, quien habría abusado de una de sus pacientes mientras estuvo interna. Se le imputó el delito de acceso carnal violento.
La entidad también informó que se brindó apoyo permanente y de carácter interdisciplinario tanto al paciente como a su familia. Así mismo, se informó y se prestó asesoría a la acudiente del paciente frente a los canales de denuncia como la Fiscalía General de la Nación y la Línea Púrpura. “La Subred viene realizando acciones preventivas mediante capacitación, socialización de protocolos, guías y fortalecimiento en identificación de situaciones de riesgos en relación con diferentes tipos de violencias hacia nuestros pacientes”.
Ahora esta familia espera que se haga lo mismo con su caso. "Mi hija no fue abusada pero el daño psicológico que le causaron fue muy grave", dijo Sandra.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTA
Escríbanos a carmal@eltiempo.com si usted ha sido víctima de malos tratos en centros de atención para enfermos mentales