Al final del encuentro ONU-Hábitat III (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos), que el jueves tuvo su último día en Quito (Ecuador), quedan esperanzas, por un lado, e incertidumbre, por el otro. Así lo apuntan conocedores.
Esperanza, porque luego de dos años de discusiones internacionales, al fin se concluyó la construcción de la Nueva Agenda Urbana. Esto ha generado optimismo entre los expertos, pues afirman que ya están las pautas claras para que el mundo construya ciudades amigables con las personas, y sostenibles frente al medioambiente, durante los próximos 20 años.
Pero el trago amargo se lo toman por cuenta de que a pesar de ser vinculante (los 193 países miembros de la ONU lo suscribieron), no es de obligatorio cumplimiento para ninguno. En otras palabras, muy bonito en sus propuestas y lineamientos, pero dependerá de la voluntad de los Gobiernos nacionales y locales para que la letra muerta se transforme en hechos evidentes.
“Nos preocupa que la responsabilidad para su implementación no sea fortalecida como una obligación legal”, expresó la alta comisionada adjunta de la ONU para los Derechos Humanos, Kate Gilmore, quien recordó que en Hábitat II (Estambul, 1996) se firmaron compromisos para generar ciudades sin discriminación y el mundo no cumplió estos a rajatabla. “Ha sido un fracaso”, concluyó Gilmore, quien no ocultó su decepción porque en el nuevo texto tampoco se ven lineamientos en favor de los derechos de las personas de diferente orientación sexual.
En la misma dirección se pronunció el consejero regional en política social del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Joaquín González-Alemán, aunque fue un poco más optimista: “A partir de ahora es momento de poner en práctica las disposiciones de esa agenda y para ello es necesario implicar a las autoridades nacionales y locales, al sector privado, a los bancos de desarrollo y a otros sectores”, pues sin una sinergia, no será posible conseguir los objetivos que se han planteado.
Cabe recordar que el 80 por ciento de la población latinoamericana vive en urbes y que el 30 por ciento de los niños de la región habita en infraviviendas, por lo que los objetivos planteados “deberían sacar a estos pequeños de la pobreza”.
El líder y coordinador de Hábitat III, Joan Clos, tampoco cantó victoria con la suscripción del documento. Bajo su perspectiva, la Nueva Agenda es un insumo de vanguardia, bien formulado. El punto crítico recae en que los Gobiernos nacionales, así como las corporaciones supranacionales, deben estar en sintonía con las ciudades, en tanto unas no podrán generar verdaderos cambios si carecen del apoyo de sus superiores jerárquicos: presidentes o primeros ministros. Por eso invitó a los líderes y poderosos del mundo a incorporar dichas políticas de desarrollo.
Otro tema que no pasó desapercibido fue el factor climático-ambiental. Representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Coalición por el Clima, alarmados por el nivel de morbilidad ligada a la contaminación, clamaron por desarrollar el concepto de ‘ciudades verdes con aire limpio’. Dicho espacio sirvió para lanzar la iniciativa ‘Respira vida’, campaña global que busca concientizar sobre los efectos de la contaminación del aire.
Al final fueron unas 45.000 personas las que acudieron al evento, que se inició el pasado lunes y terminó el jueves en la tarde. La casa de la Cultura Ecuatoriana, los alrededores de la Asamblea Nacional y el parque El Arbolito fueron las sedes que acogieron a los participantes. Con el lema ‘El cambio nace en el corazón del mundo’, la organización dio por concluido el encuentro con un balance organizacional positivo.
Con información de EFE y AFP
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