El miércoles 13 de julio, a las 10 de la noche, a los hijos de Miryam Claro la vida se les desmoronó. Quien había sido el esposo de Miryam la asesinó en su propio apartamento.
Ella era una mujer de 48 años y psicóloga de profesión. El hecho sucedió en un conjunto ubicado en el barrio Contador, en la calle 147 con carrera 14.
El hombre, identificado como Orlando Murcia, de 50 años, ingresó como visitante al conjunto donde residía su exesposa, quien se encontraba sola y aprobó su ingreso. Pero después de entrar al apartamento la asfixió hasta la muerte y luego intentó suicidarse.
Murcia es publicista, pero en la actualidad estaba desempleado y manejaba un taxi, como forma de ganarse la vida.
Los hijos de la expareja, dos jóvenes entre los 20 y 25 años de edad, fueron quienes les dieron aviso a las autoridades de lo sucedido.
Cuando los jóvenes llegaron al apartamento de su madre, encontraron a su padre herido en las muñecas, y a ella, sin vida.
Los dos hombres llamaron de inmediato a la Policía, la cual se presentó junto a Medicina Legal y la Fiscalía.
Las autoridades hicieron el levantamiento del cuerpo de la víctima y trasladaron al hombre al Hospital Universitario San Ignacio, donde permanecía bajo custodia de la Policía, al cierre de esta edición. Luego de que se le dé de alta se le hará el respectivo proceso judicial.
De acuerdo con la versión de los hijos, Murcia acosaba a Miryam desde hacía siete meses. Pero, de acuerdo con las autoridades, no hay registro de denuncias.
Según fuentes oficiales, el hombre está fuera de peligro, por lo que se espera que su proceso de judicialización se realice esta semana.
Por otro lado, los vecinos de la víctima se enteraron de la tragedia hasta la mañana siguiente, cuando salían a sus trabajos o universidades.
“Yo vivo en la torre de al lado, a la hora que sucedió eso estaba viendo televisión, pero no escuché nada. Me enteré de lo que pasó cuando iba de salida. Es una noticia muy triste”, afirmó una de las residentes del lugar.
Otra vecina de la mujer aseguró que la había visto un par de veces, cuando llegaba al apartamento en la noche. “La impresión que tenía de ella era de una mujer trabajadora. Pero la verdad solo la saludaba; no la conocía a fondo. Esto me tiene asombrada”, sostuvo.
VANESSA PEREA
Redacción EL TIEMPO ZONA