Fue el custodio de la impresión de cada libro que pasaba por las imprentas del Instituto Caro y Cuervo, un perfeccionista a la hora de organizar los tipos en la máquina, alinear las páginas de cada texto y repartir el espacio adecuado. Todo esto, para entregarles a los lectores un trabajo pulcro y bien editado. José Eduardo Jiménez, quien falleció el pasado 20 de noviembre, duró casi 50 años como jefe en la Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo.
Ingresó un día después del cumpleaños de esta entidad, un 26 de agosto de 1963. En solo seis años pasó de ser armador a jefe, hasta su retiro en el año 2012. Edilberto Cruz, compañero de labores, lo recuerda como un personaje riguroso que no permitía que se pasaran ni un milímetro los tipos del renglón de los textos.
Se hicieron amigos desde que Jiménez le permitió leer las pruebas de impresión de sus textos: “Era un hombre de admiración, muchos autores le agradecían en las primeras páginas de los libros”, comentó Cruz.
A pesar de haberse jubilado a los 65 años, tenía un espíritu inagotable y en sus últimos días se dedicó a dar visitas guiadas en el instituto a estudiantes universitarios. El Ministerio de Cultura reconoció su labor en el 2014 condecorándolo con la Gran Orden, por su trayectoria. Murió a los 70 años.
Si tiene obituarios de líderes de su barrio escribanos.
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