“¡No más guerra! ¡No más guerra!”. Esa fue la principal consigna que miles de estudiantes, indígenas, campesinos y demás ciudadanos gritaron este miércoles durante la ‘Marcha de las flores’, realizada en Bogotá y reproducida en varias ciudades del país.
Diversos sectores de la sociedad salieron nuevamente a las calles para exigir que se apliquen de inmediato los acuerdos de paz y homenajear a las víctimas del conflicto. Pero en vez de guardar silencio, como ocurrió el miércoles pasado, durante la primera multitudinaria movilización en la capital, esta vez todo fue una fiesta adornada con miles de flores blancas, comparsas y mensajes de reconciliación. (Lea también: Familiares de patrulleritos asesinados perdonaron a la guerrilla)
A partir del mediodía, campesinos e indígenas de varias etnias se reunieron en la Universidad Nacional, por la calle 26, para luego dirigirse hacia al centro.
“Queremos que nuestros niños no empuñen un arma, sino un azadón con el que puedan conquistar la tierra”, comentó Iván Antonio, un indígena embera chamí proveniente de un resguardo de Risaralda y que viajó con varios miembros de su comunidad para marchar por la paz de su territorio.
Durante el camino hacia el centro, hubo quienes abrazaban a desconocidos y sostenían en sus brazos banderas que batían con todas sus fuerzas. (Además: Las ciudades se movilizaron para exigir acuerdo con las Farc)
Los carteles eran numerosos. En muchos se leía ‘¡Acuerdo ya!’, mientras que en otros le decían al país: ‘Los derechos de las víctimas no se negocian’.
La energía de los manifestantes era contagiosa, a tal punto que en algunos de los edificios de las vías por donde transitaban personas se asomaron a las ventanas para saludarlos, animarlos y de paso registrar con sus celulares el evento. (En imágenes:Las marchas por la paz de este miércoles en todo el país)
Los pitos de los carros y cornetas seguían resonando al compás de los tambores que durante toda la caminata se sentían. Incluso, los niños que marchaban con sus padres trataban de que sus débiles voces fueran tan oídas como la de los adultos.
A las 3 de la tarde, a la altura del Centro Nacional de Memoria, Paz y Reconciliación, se unió a la movilización un grupo de víctimas. Con camisetas de color naranja y un mensaje estampado que decía ‘Por las víctimas, por la paz’. Indígenas, campesinos y víctimas llegaron a la carrera 7.ª con calle 26, cerca del Planetario Distrital, a las 4 de la tarde. Allí los esperaban miles de estudiantes, que conformaron un corredor humano desde ese punto hasta la plaza de Bolívar.
Los jóvenes, que portaban camisas blancas y repartían flores del mismo color, les repetían a las víctimas, con sus voces quebradas, que no las iban a olvidar y que no estaban solas. Los puños se elevaron al cielo y el grito era uno: “¡No más guerra!”. (También: Colombianos llevaron la #PazALaCalle)
Al llegar a la concentración, el estudiante universitario Julián Rincón, miembro del grupo Paz Siempre, sintió “una emoción y una esperanza enorme al ver que el país se está reconciliando, para no cometer los mismos errores que nos separaron”.
Su mensaje es de acompañamiento a los pueblos directamente afectados por el conflicto armado que en más de 50 años dejó 220.000 muertos y más de 7 millones de víctimas.
A las 5 de la tarde, la plaza de Bolívar estaba a reventar y parecía que en ella se estuviera realizando una gran fiesta. Personas montadas en zancos bailaban, mientras otras interpretaban instrumentos y algunas más lanzaban consignadas por el perdón. (También: Las víctimas, protagonistas de la jornada de marchas en el país)
Y mientras se iba llenando la plaza y seguía llegando más ciudadanos, la Guardia Indígena, que acompañó a los marchantes que salieron desde la Universidad Nacional, realizó una presentación musical que se inició con estas emotivas palabras: “102 pueblos, 7.000 indígenas en la plaza Bolívar y la Guardia, presente por la vida y por la paz en nuestros territorios”.
La fiesta por la paz se prolongó por varias horas en este icónico escenario de la capital, donde un grupo de personas lleva varios días acampando; y, según advierten, permanecerán allí hasta que se concreten los acuerdos.
BOGOTÁ
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