Michael Romero, de 29 años, es un atleta paralímpico colombiano que, recientemente, fue víctima de robo en la ciudad de Bogotá.
Romero, quien desde hace 9 años incursionó en el ciclismo, regresaba de una competencia cuando fue atracado por un grupo de delincuentes que se llevaron su bicicleta.
En entrevista con EL TIEMPO, este deportista y trabajador de una tienda de bicicletas no solamente contó los detalles de los angustiosos momentos que vivió luego del robo, sino que también habló sobre su historia de vida y de las pruebas a las que se ha enfrentado para salir adelante.
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Regreso a la vidaLa noche del 14 junio, Romero regresaba de la competencia ‘Gran Fondo Nairo Quintana’, en la cual participó en compañía de un grupo de amigos. Él ocupó la segunda posición en la clasificación general.
Este deportista jamás imaginó que el retorno a su hogar fuera opacado por un robo que casi le cuesta la vida.
“Llegamos alrededor de las 12:30 p. m. a Bogotá y mis amigos me dejaron en la calle Séptima. Cuando crucé la Séptima me encontré a cinco tipos. En ese momento no me hicieron nada, pero yo me alerté y apreté un poquito el paso. A una cuadra de mi casa, uno de los sujetos me abordó con un arma de fuego, forcejeamos por la bicicleta y me pegó con la cacha de la pistola en el costado izquierdo de mi labio”, mencionó.
Tras esto, otro sujeto llegó y lo intimidó con un arma blanca. En ese momento los ladrones se llevaron la bicicleta. Pese a esta gran pérdida, tras el susto, Romero ‘volvió a nacer’.
“Es un tipo de miedo en el que se le hielan los huesos a uno por saber que puede perder su vida a manos de otra persona que, posiblemente, no tenga nada que perder. Sentí miedo de morir en ese momento”, comentó.
Varios vecinos del sector se dieron cuenta de lo sucedido, pero cuando salieron a socorrer a Romero ya era tarde. Uno de los residentes del barrio Bosques del Pino, situado en la localidad de Usaquén, llamó a la policía y, minutos después, llegó una patrulla de uniformados.
“Afortunadamente la policía actuó muy rápido, pues llegaron al poco tiempo de producirse los hechos. Desplegaron un operativo para buscar la bicicleta, pero infortunadamente no encontraron a los ladrones. Los agentes me pidieron unos datos y luego llamaron a otra patrulla para que me llevaran al hospital”.
En el centro médico se dio un emotivo reencuentro entre Romero y su madre, quien le dijo unas reconfortantes palabras.
“Cuando nos reunimos ella me dijo ‘Mi amor sé lo que te ha costado la bicicleta, sé los esfuerzos que has hecho y los sacrificios que haces día a día por tener tus cosas, pero la vida es mucho más valiosa’”.
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‘Yo vivo, respiro y sueño bicicleta’Romero ha enfrentado retos incluso desde su nacimiento, pues llegó al mundo con una lesión congénita llamada pie equinovaro, la cual se agravó más tras una operación correctiva que le produjo una atrofia en su pantorrilla derecha.
“Tengo una lesión en mi pierna derecha que no me permite aplicar la misma fuerza que otra persona”.
Tiempo después, en 2012, inició la práctica de su pasión: el ciclismo. Desde entonces vive, respira y sueña con este deporte.

Michael Romero incursionó el ciclismo paralímpico en 2016.
Cortesía Tatiana Dueñas
“La bicicleta llegó a mi vida hace nueve años y ha sido lo mejor que me ha podido pasar. Empecé desplazándome a la universidad en bicicleta. Luego incursioné en el mountainbike y de ahí pasé, en 2016, al ciclismo paralímpico gracias a Elkin Vargas, un amigo y profesor invidente”.
En 2017 se unió a la Liga de Bogotá de Paracycling. Ese mismo año fue subcampeón de ruta en su categoría. Al año siguiente ocupó el tercer puesto y en 2019 tuvo que dejar la competencia por una lesión.

Michael Romero recibiendo medalla de bronce en los Campeonatos Nacionales de Pista de Paracycling.
Cortesía Tatiana Dueñas
A pesar de esto, Romero volvió a pedalear en 2020 con la Liga de Cundinamarca y obtuvo dos medallas de bronce en los Campeonatos Nacionales de Pista de Paracycling.
Antes del robo de su bicicleta, este deportista se estaba preparando para competir en el Campeonato Nacional de Ruta de Pista, el cual se realizará en Bogotá.
“El entrenamiento venía muy bien y había buenas sensaciones. Por el momento, me estoy moviendo en una bicicleta de mountainbike para hacer los entrenamientos. El propietario de una bicicletería ubicada en el barrio Siete de agosto me va a prestar una para no perder forma”.
La mayoría del tiempo en la vida de un deportista se consume en largas jornadas de entrenamientos, pero en el caso de Romero la lucha tiene ‘otro plus’. Además de trabajar día a día para cumplir su sueño de pertenecer a la Selección Colombia de ciclismo paralímpico, tiene un empleo en una tienda de venta de bicicletas llamada 'Espacio Viro'.
“Soy pésimo para madrugar, pero me ha tocado adaptarme. Salgo a entrenar antes de las 6:30 a. m. y realizó los ejercicios que me manda mi entrenadora. Luego regreso a mi casa, me arreglo y salgo a mi trabajo. Mi sueño es representar a mi país y ponerme el ‘jersey’ de la Selección Colombia de ciclismo paralímpico”.

El ahnelo de Romero es representar a Colombia en alguna competencia internacional.
Cortesía Tatiana Dueñas
Claro que, después de nueve años de pedalear con el alma, Romero tiene un lugar favorito para realizar sus entrenamientos y conoce “cada curva del trayecto”.
“Yo entreno por los lados de la sabana de Bogotá. Voy a Tocancipá, Gachanpizá, Zipaquirá, Mondoñedo, al peaje el roble, al Alto del sisga y Alto del vino, pero el patio de mi casa es el Alto de patios. Créame que ya sé cada curva de ese berraco y ese es mi sitio favorito de entrenamiento”.
Más allá de las fuertes jornadas de entrenamiento, este deportista agradece a todas las personas que lo han acompañado en este camino, sobre todo, después del infortunio que pasó tras el robo de su bicicleta.
“La primera red de apoyo que tiene toda persona es su familia. En mi caso, la mía siempre ha estado ahí y, principalmente, mi mamá. Gracias a ella yo camino y pedaleo. En mi corazón y en mi alma siempre va a estar tatuado el ‘Gracias mamá’. Mi padre también me ha inculcado buenos valores y me ha enseñado a ganarme la vida honradamente. La familia lo es todo. Así también me lo enseñó mi entrenadora Carolina Dueñas”.
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También ha encontrado respaldo en su jefe.
“Afortunadamente cuento con personas muy valiosas, entre ellos mi jefe, quien es el dueño del local de bicicletas en el que trabajo. Él creó una Vaki para ayudarme a reponer mi bicicleta. Más que una tienda de bicicletas es como mi segundo hogar. Somos una familia y ellos me dan permiso para entrenar”.
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Al final del día, Romero aprovecha el tiempo para compartir con su padres, su hermana y su abuela, quienes siempre lo motivan a ser mejor ser humano y deportista.
“Termina la jornada, llego a mi casa, comparto con mi familia y descanso.También, intento ver videos relacionados con ciclismo, motos, repuestos y tecnología sobre bicicletas. Me gusta leer mucho sobre el tema. Soy muy curioso y lo que no sé no me lo invento sino que lo investigo”.
Tras el lamentable robo, este deportista reflexionó en torno a lo ocurrido.
“El robo de la bicicleta me enseñó que uno no debe preguntarse ‘por qué me pasan las cosas’ sino el ‘para qué’ y esto me ayudó a darme cuenta de la cantidad de seres humanos tan hermosos que me rodean”, concluyó.
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JACOBO OLIVARES BONNET
Tendencias EL TIEMPO
En Twitter: @jacoboOlivares7